Valoración residuo
Conservación del medio ambiente

Gestión responsable de los residuos: una obligación ciudadana

04 de mayo de 2016

Los ciudadanos pensamos que nuestra única responsabilidad respecto a los residuos que generamos es, en el mejor de los casos, depositarlos en un contenedor. La normativa de la Unión Europea y los sistemas implantados en cada Estado Miembro están basados en un comportamiento responsable de los ciudadanos, quienes son el primer eslabón para garantizar que los posteriores mecanismos de reciclado funcionen. No basta que todos los residuos se lleven a los contenedores, también es necesario que se segreguen adecuadamente en nuestras casas y se usen otras infraestructuras como los puntos limpios.

residuos

A pesar de la lluviosa Semana Santa que hemos tenido, he encontrado algunos huecos en los que el cielo me ha permitido practicar mi afición de dar largas caminatas por la montaña (eso que ahora llaman senderismo o trekking). Uno de los días, para evitar los embarrados caminos, recorrimos bastantes kilómetros por el arcén de una carretera comarcal. Aunque el paisaje montañoso era espectacular, quizás por deformación personal empecé a fijarme en la basura que se había ido acumulando en la cuneta, sorprendiéndome la cantidad y variedad de la misma y sus diversos estados de degradación, consecuencia del tiempo transcurrido desde que alguien se deshizo de ella. El componente mayoritario estaba formado por latas y botellas de todo tipo de bebidas y diversos materiales, pero abundaban también cajetillas de cigarrillos, bolsas de múltiples establecimientos comerciales, papeles y una variedad de objetos cuya llegada hasta un lugar tan apartado de los núcleos urbanos merecería un estudio del CSI (un paraguas, un carrito de la compra, un lavabo…). Imagino que en una autopista, el muestrario de objetos debe ser mucho mayor.

Mientras caminaba recordé que, hace unos años, escribí para un periódico un artículo que titulé con la pregunta ¿Qué hacemos con las basuras?, una de cuyas respuestas parecía estar ahora ante mi vista: algunos ciudadanos la tiran en cualquier lado. A la vuelta de las vacaciones he releído el artículo y me parece que su mensaje sigue siendo válido, por lo que ha creído conveniente adaptarlo a los tiempos y compartirlo de nuevo con los lectores de este blog.

Gestión responsable de los residuos

Comenzaba el artículo lanzando otra pregunta de respuesta no tan obvia como podría parecer: ¿Qué es la basura? Me gusta comenzar las charlas a las que me invitan en distintos foros lanzando a los asistentes esta pregunta o, utilizando un término más técnico y jurídico, esta otra ¿qué es un residuo? Aunque las respuestas que obtengo son diversas, existe poca variedad, no dependen del nivel académico de la persona y la mayoría suele agruparse en unas pocas cosas: los restos de comida, las latas, las botellas, las bolsas de plásticos, etc. Cuando he conseguido que los más atrevidos hayan roto el hielo, vuelvo a preguntar al auditorio sobre qué hacen cuando se les rompe la escoba, o la mochila del niño, o la carpeta en la que llevan los apuntes, o el cepillo de dientes, o…; o sencillamente cuando se han cansado de tener en casa, porque está viejo o pasado de moda, un juguete, un mueble, un adorno, una lámpara, (un rápido vistazo al entorno de donde estéis sentados frente a vuestro ordenador os permitirá añadir a esta lista lo que queráis). Aquí las respuestas sí son unánimes: lo tiramos al cubo o al contenedor de la basura. Termino el interrogatorio preguntado de nuevo ¿qué es un residuo?, y ahora se hace el silencio. Entonces, les doy la respuesta correcta: TODO.

Si meditamos sobre lo que acabo de decir, nos daremos cuenta que TODO cuanto tenemos y usamos a lo largo de nuestra vida, ya sea en casa, en el lugar de trabajo, o donde vayamos de vacaciones, acabará en algún momento, y si somos ciudadanos responsables, en un cubo de basura más o menos grande. Hay cosas que, una vez en nuestras manos, se transforman en basura-residuos con una sorprendente rapidez (el envoltorio de un helado, el papel que envuelve un regalo, el plástico que protege una revista); otras tardan algo más (el periódico nos puede durar un día; un brick de leche, unas semanas; la ropa de temporada, unos meses; y un ordenador, unos años); por último, podemos creer que algunas cosas, como nuestro coche o nuestra casa, nunca será residuos; pero nada se salva de esta ley inexorable: el coche durará más o menos años, pero acaba en la chatarra, y en las casas se realizan obras y, finalmente, se derriban, generando más residuos.

Muchas personas creen que esto no es cierto, simplemente porque no ven la totalidad del proceso. Por ejemplo, porque regalan a otra persona su viejo ordenador, entregan la ropa vieja a una ONG o venden su viejo coche para comprarse otro. Pero, transcurrido más o menos tiempo y tras pasar por varias manos, le llegará su hora final de convertirse en basura, aunque nosotros no lo veamos porque este hecho se produzca en otro momento o en otro lugar. Otras personas me han comentado que, como pasa tanto tiempo desde que se adquiere uno de estos productos hasta que se convierte en residuo, no es un problema grave. Parece sorprendente que no puedan entender que, si bien ellos no tirarán este año su ordenador, eso no quiere decir que no haya miles de personas que sí lo harán; que todos los años miles de ciudadanos cambian de colchón y tiran el viejo a la basura, que lo mismo sucede con miles de muebles o de maletas. Y, por no aburrirles más, que cada día acaban en la basura miles de bolígrafos, zapatos, juguetes, etc. Como os habréis dado cuenta, en esta exposición estoy suponiendo que todos somos ciudadanos ejemplares y que los residuos se tiran siempre en su contenedor, pero cualquiera que pasee por el campo o por la ciudad puede comprobar que esto no es siempre así, como ha sido el caso que me ha impulsado a escribir de nuevo sobre este asunto.

Llegados a este punto, creo que es conveniente que presentemos la pregunta que titulaba el artículo de una manera más adecuada, ¿qué hacemos con TODO lo que usamos a lo largo de nuestra vida cuando, porque ya no nos sirve o nos hemos cansado de ello, decidimos eliminarlo o deshacernos de ello? Estoy preguntando ahora por TODO y no por la pequeña parte que representan las respuestas que me dan inicialmente los oyentes en las charlas. La pregunta inicial, además, puede entenderse en un doble sentido: si nos referimos al aquí y ahora, sería ¿qué estamos haciendo actualmente con toda la basura?; pero también puede considerarse una pregunta abierta, que sirva como motivo de reflexión, con lo que pasaría a redactarse de la siguiente forma ¿qué vamos a hacer en el futuro con las basuras? La primera es fácil de responder, ya que se limita a realizar una exposición de la situación actual. La segunda es mucho más complicada, porque su respuesta necesita de la integración de factores sociales, económicos, ambientales y tecnológicos.

Vayamos con la primera parte de la pregunta. La Unión Europea, de la que España forma parte, fijó hace tiempo un marco homogéneo para la gestión global de todos los residuos que generan sus ciudadanos, que debe ser aplicado por todos los Estado Miembros. Este marco establece la primera responsabilidad en los productores de la basura (los ciudadanos en sus casas, sus trabajos, en los comercios, etc.), ya que les obliga a separar los residuos en las fracciones que son de todos conocidas, porque corresponden a los contenedores situados en nuestras calles: papel, vidrio, envases y resto. Además, se crean unos centros (puntos limpios), donde los ciudadanos deben llevar otros tipos de residuos: escombros, medicamentos caducados, aceites, pilas y baterías, productos químicos, los aparatos eléctricos, etc. Adicionalmente, algunos residuos pueden llevarse al mismo establecimiento donde se compran los productos: los medicamentos caducados, a las farmacias; las bombillas fundidas, a la tienda. Es decir, de una u otra forma, nos obliga a llevar los distintos residuos a diferentes lugares. Hago una primera observación muy importante: la normativa europea sólo requiere que se recojan separada una porción de la totalidad de los residuos que generamos cada día. Una segunda observación es que, si esta cantidad no es separada en origen por el ciudadano, todo lo que viene a continuación no se podrá hacer. También quiero responder a los comentarios que, con frecuencia, me hacen sobre la incomodidad de disponer de varios cubos de basura en las casas, o de desplazarse hasta los puntos limpios y llevar pequeñas cantidades de residuos a determinados lugares. Podría dar varias respuestas; por ejemplo, si fuese un abogado os diría que “le ley es dura, pero es la ley”; si fuese un político, quizás respondería que “este esquema me viene impuesto desde Bruselas y desde el Ministerio y no me queda más remedio que cumplir la Ley”. Pero como no soy ni una cosa ni la otra, os digo que el respeto y la conservación ambiental nos exigen esfuerzos a todos, que nuestra colaboración es crítica allí donde estemos y que, utilizando el eslogan de Los Verdes alemanes, “piensa globalmente y actúa localmente”. No hay lugar más local que nuestra propia casa.

Los residuos depositados en los contenedores, en los puntos limpios y en determinados establecimientos comerciales son recogidos por los servicios municipales o por empresas contratadas y llevados a plantas de tratamiento. En éstas, se terminan de separar por categorías (por ejemplo, plásticos de distintas composiciones) y se envían finalmente a los recicladores (acerías, papeleras, etc.)

Como resumen del proceso, es importante que tengamos en cuenta lo siguiente. Primero, nada se puede hacer si no hay una correcta separación en origen. Segundo, nada se puede hacer si no existe una tecnología y unas instalaciones que permitan el tratamiento. Tercero, no hay nada que hacer si no existen empresas recicladoras finales. Cuarto, y lo más importante, todo el proceso fracasa si nadie quiere pagar los costes que suponen cada etapa. A este respecto, conviene recordar que la Unión Europea también dice que los productores de los residuos (más claro, los ciudadanos) deben pagar el coste real de todo el sistema de forma directa o indirecta.

Una pregunta que nos puede venir a la mente inmediatamente es ¿qué se hace con los residuos incorrectamente colocados, con los residuos tirados en lugares inapropiados, con los residuos cuyo tratamiento no es obligatorio por la normativa europea y con los residuos que se generan como consecuencia de la purificación de las fracciones recogidas selectivamente? Cualquiera pediría que también se reciclen, pero insisto en que ello no es posible cuando no hay tecnología o nadie paga por los costes de su reciclado. En tales circunstancias, también la Unión Europea ha dado la respuesta: deben enviarse a incineración, a vertedero o a una mezcla de las dos (primero incineración, seguida de vertedero para las cenizas producidas). Lamentablemente, no hay ninguna otra solución, o al meno nadie ha sido capaz de encontrarla en los países donde los residuos se recogen y tratan adecuadamente.

Podemos comprobar que las cosas son tal y como las cuento sin más que se fijarnos cuando salimos de viaje desde nuestra localidad a otras Comunidades Autónomas u otros países de la Unión Europea. En todos los casos, nos vamos a  encontrar el mismo esquema de contenedores y puntos limpios para las mismas fracciones de residuos. En todos los lugares se recogen y reciclan los mismos tipos de residuo. Lamentablemente, si nos desplazamos a otros países menos desarrollados, no vamos a encontrar nada de esto y las basuras se tirarán directamente al campo o a agujeros que de vertederos sólo tienen el nombre.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo ello? Que la forma de recoger, tratar y reciclar las basuras en nuestro municipio, en nuestra Comunidad Autónoma y en nuestro país requiere obligatoriamente nuestra colaboración y un comportamiento responsable de todos los ciudadanos. Es tanto una obligación legal como, para mi mucho más importante, social y moral.

Respondida la primera parte de la pregunta, debemos completar esta reflexión enfrentándonos a la segunda, ¿qué podemos hacer en el futuro con las basuras? De nuevo tengo que remitirme a la Unión Europea, ya que la Comisión y el Parlamento aprobaron en julio de 2008 una nueva Directiva de residuos, que apunta algunas respuestas. En breve, se convertirá en el nuevo marco legal español.

Sin entrar en los detalles de un texto que tiene un elevado contenido jurídico y técnico, intentaré ir directamente a las propuestas que nos puede afectar como ciudadanos de a pié. La Unión Europea pide a los Estados Miembros que implanten soluciones para disminuir las cantidades de residuos en origen (los que generamos todos en nuestro trabajo y en nuestras casas), aumentar los porcentajes de reciclado y reducir las cantidades enviadas a vertederos e incineradoras, pero no les dice cuáles debe ser esas medidas. A este respecto, la Directiva da un fuerte impulso a la producción de energía a partir  de residuos, como tecnología para la valorización de los mismos, lo que supone un cambio sustancial respecto a las posiciones mantenidas por Bruselas en el pasado. Aunque la Unión no lo diga, es evidentemente que todo ello requerirá que los fabricantes y las administraciones desarrollen nuevos procesos e instalaciones que, evidentemente, supondrán un mayor coste de la gestión de los residuos.

Para aquellos que se quejan del elevado número de cubos de basura que ya tienen en sus casas, la Directiva requiere que se implante progresivamente uno más, destinado exclusivamente a los residuos orgánicos (restos de comidas, podas, etc.). Esto supondrá la colocación de nuevos contenedores en las calles y, supongo que lo adivinaréis, nos obliga como ciudadanos a separar esta nueva fracción.

La Directiva no incluye nuevos residuos que deban ser objeto de reciclado. Por tanto, el objetivo de conseguir que lleguen menos cantidades a los vertederos y a las incineradoras deberá conseguirse tanto por el aumento de la eficacia de las tecnologías de tratamiento, como por la vía de la reducción de las cantidades de residuos generadas por los ciudadanos. De nuevo, habrá que esperar a ver cómo se hace esto, porque la Unión Europea dice lo que hay que hacer, pero no establece los detalles de cómo hay que hacerlo.

Durante los próximos años, los ciudadanos y sus representantes deberán estudiar cómo cumplir el nuevo marco legal. Será necesario opinar, pero también tomar decisiones que, en muchas ocasiones, no resultan agradables. Habrá que responder a algunas preguntas críticas: ¿cómo se obliga a las empresas y a las personas a que generen menos residuos?;  ¿qué nuevos sistemas e instalaciones de recogida y tratamiento se implantan?; ¿qué hacemos con los residuos que no pueden ser reciclados, los seguimos enviando a vertedero o los incineramos? Y, la más importante de todas, ¿cuánto estamos dispuestos a pagar para que nuestros residuos se traten adecuadamente? En resumen, la respuesta a la pregunta que pasaba por mi cabeza mientras caminaba por la cuneta de una carretera está en nuestras manos, directamente o a través de nuestros representantes: nosotros, como ciudadanos de un estado democrático, tendremos que decidir qué queremos que se haga con nuestra basura, tomando en consideración todas las consecuencias derivadas de nuestra elección. Pero tengamos en cuenta que no se nos pide que digamos lo que no queremos (ya sé que a nadie nos gustan los vertederos ni las incineradoras), sino que manifestemos claramente cuál es nuestra elección y que estamos dispuestos a asumir el coste económico que la misma represente. Las cunetas de nuestras carreteras nos lo agradecerán.

12 comentarios

  • Jesus

    29 de mayo de 2011

    Gracias Vicente. Tras leer este post, tengo en cuenta lo que dices frente al contenedor. Hace años que, en casa, me nombraron responsable de tirar la basura. Cada cosa, siempre, a su respectivo color...

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    • Vicente Galván

      31 de mayo de 2011

      Además de prácticar con el ejemplo, todos tenemos que ser apóstoles del comportamiento correcto. Yo he conseguido que muchos familiares y amigos cambien de tirar todo en el mismo cubo a separar un número de fracciones de residuos inimaginables; incluso alguno ha descubierto la existencia de los puntos limpios. Es una labor a veces desagradable esta de hacer de pepito grillo, pero el boca a boca se ha demostrado como uno de los métodos más eficaces para sensibilizar a los ciudadanos. Al final ocurre un poco como en la cultura anglosajona: por no quedar mal ante sus amigos, la gente recicla.

  • Aivlis

    30 de mayo de 2011

    Totalmente de acuerdo. Y, además, no sólo lo agradecerán las cunetas de nuestras carreteras si no también nuestras playas ... a aquellos que amamos el mar nos duele el alma cada vez que encontramos latas, botellas y demás residuos en la arena o en el fondo del mar.

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    • Vicente Galván

      31 de mayo de 2011

      Lamentablemente, el comportamiento irrespondasable de algunos ciudadanos con sus residuos se puede encontrar en cualquier lugar: en las calles, en el campo y también en las playas. Me molesto especialmente cuando veo estas conductas en algunos niños y jóvenes, porque representan un fracaso educativo y una nueva generación con carencias de conocimiento ambiental. También hace que me pregunta por qué las ONG, que suelen tener una buena imagen en la opinión pública, nunca dirigen sus esfuerzos a educar y formar a los ciudadanos y, por contra, emprenden siempre sus actuaciones contra los que intentan solucionar los problemas creados por otros. La playa que te gustaría ver limpia, o la cuneta sucia que motivó mi artículo no las ensució ninguna empresa desaprensiva, sino cientos de ciudadanos cualquiera con miles de actos tan aparentemente insignificantes como tirar una lata al suelo en lugar de guárdarsela y llevarla al contenedor apropiado. Una vez más, conviene recordar el lema de los verdes alemanes: "Piensa globalmente y actúa localmente".

  • Joan Clotet

    02 de junio de 2011

    Didáctico y estimulante Vicente. Yo no tengo respuestas para las preguntas que lanzas pero si te diré que me tranquiliza de cara al futuro ver la sensibilidad que mis hijos tienen sobre estos temas comparado con la que yo tenía a su edad. Además de procesos fomentados por las administraciones orientados a la parte más sensible del hombre...el bolsillo, seguro que la educación y nuestra actitud invividual en relación a los demás, nos ayudan a avanzar. Pensemos en qué podemos hacer como ciudadanos en el inicio de todo este ciclo (y seguro que nuestros hijos nos ayudarán en ello). Salud !

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    • Vicente Galván

      02 de junio de 2011

      El futuro pertenece a las nuevas generaciones, así que en sus manos está que encuentren soluciones para consumir menos recursos, reducir la cantidad de residuos que generen y saberlos tratar con inteligencia. Yo creo que se hace poco para mentalizarles y por la formación ambiental de nuestros hijos, y lo poco que hacemos se reduce a acciones anecdóticas. Reitero lo ya dicho en mi respuesta a otro comentario sobre la importancia de aplicar el lema de los verdes alemanes, así que, en este caso, dejemos que nuestros hijos nos enseñen sobre qué hacer con la basura de nuestra casa.

  • JESÚS

    03 de junio de 2011

    Apreciado Vicente, ME ha gustado mucho tu artículo ...y encontrarte en este blog! Un abrazo y recuerdos. Jesús

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  • Natividad

    05 de junio de 2011

    Muy didáctico, sin duda, pero difícil hacerlo bien. Sin problema con los restos de comida, las latas, el plástico y el papel, pero cuando llegas al palo de la escoba, o a la mochila, me resulta casi imposible hacerlo bien. Y el futuro no pinta bien, en cada acto de hacer la compra cada día traigo a casa más y más envases, están quitando las bolsas de plástico, pero lo compensan con que generemos 10 veces más basura. No obstante, seguiremos aportando nuestro granito de arena. Gracias.

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    • Vicente Galván

      06 de junio de 2011

      El origen del problema está en que se legisla mucho sobre los residuos, su recogida y tratamiento, pero nada sobre la producción. Vivimos en una sociedad consumista, de usar y tirar, por lo que no procede poner trabas al ciudadano para que gaste y consuma. Diseñar y hacer funcionar medios para todos los residuos que te dan problema requiere inversiones muy elevadas que nadie está dispuesto a asumir.

  • JESUS FREIRE

    28 de junio de 2011

    Muchas gracias por el artículo. Recuerdo en 1996 en Gijón cuando sugerí al PSOE disponer de contenedores enterrados. Ni caso, hoy es una realidad. Se dan muchos palos de ciego. Por ejemplo, la recogida neumática es otro error. LAs casas deben disponer de su propia acometida de RSU según el fraccionamiento y flexibilidad que demanden las normas y las técnicas (gravedad, succión), de forma que sea posible analizar el RSU en el origen e implicar a los habitantes. Para los RSU públicos, hay que disminuir esos puntos drásticamente y más si están en playas o zonas naturales, concienciando al visitante. Saludos desde Gijón.

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    • Vicente Galván

      28 de junio de 2011

      Como en cualquier otra actividad, la experiencia debe servirnos para guiar las decisiones futuras. Los ejemplos que pones son una muestra de decisiones que tienen repercusiones positivas y negativas tanto para los ciudadanos como para las administraciones responsables.

  • JOSE MANUEL

    23 de julio de 2011

    Como siempre, didáctico y contundente. esperamos mas articulos de ese nivel

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