La historia de los Juegos Olímpicos se remonta a siglos, milenios o como dirían los antiguos griegos, eones. De hecho de los primeros Juegos de los que se tiene constancia datan del año 776 a.C.
Surgieron en la Antigua Grecia, en la ciudad de Olimpia, y de ahí viene su nombre. Aquellas Olimpiadas primigenias eran consideradas uno de los mayores eventos públicos de la época, hasta el punto de que los conflictos bélicos se paralizaban un mes antes de su celebración. Muchos siglos después de ser relegadas al olvido, volvieron a surgir con fuerza de la mano de Pierre de Coubertin. Con este renacimiento llegó su carácter internacional.
Las Olimpiadas son momentos de superación, de exigencia individual y colectiva, en donde todo el mundo constituye una pieza clave, esencial para el desarrollo de una experiencia de tal magnitud, contribuyendo a la unidad y a la cooperación a lo largo de todo el mundo.
El espíritu olímpico ofrece oportunidades a todos aquellos que lo comparten, tanto hombres como mujeres como personas que tengan alguna discapacidad, imbuidos por éste todos son iguales, convirtiéndose en engranajes fundamentales que hacen y harán funcionar estos juegos olímpicos.
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