Aereo

La calma olímpica

02 de agosto de 2012

Cada día en el Aeropuerto de Heathrow es diferente. Esa es una de las primeras cosas que he aprendido al llegar aquí. No sólo por la propia actividad del aeropuerto, que siempre es distinta e imprevisible, sino también por la gente con la que uno interacciona al estar aquí.

Después de unos primeros días bastante tranquilos, en los que nos hemos dedicado a repartir banderas, crear algo de «ambiente» y ayudar a los pasajeros en la terminal, de repente pasan cosas como las de hoy. Sin duda ha sido un turno largo y exigente, pero desde luego muy interesante por las situaciones en las que nos hemos visto involucrados.

A primera hora de esta mañana nos tocaba recibir a Jeremy Scott, pertiguista del equipo de Estados Unidos. Después de un larguísimo viaje desde Minneapolis, con escala en Atlanta, Jeremy llegaba a Londres con una enorme sonrisa. Su equipaje, las enormes pértigas, es uno de esos bultos que tienen difícil movilidad en la terminal. Esto es así porque las pértigas se pueden quedar fácilmente atascadas en cualquier punto del recorrido… ¡Y no me extraña, porque son gigantescas! Pero Scott esperó tranquilo y se limitó a decirnos que no nos preocupásemos, porque está acostumbrado.

Poco después recibíamos en Heathrow a toda una avalancha de 80 atletas olímpicos del equipo ruso. De nuevo lo que más me ha llamado la atención ha sido su actitud, como de infinita serenidad. Como si no fueran parte del acontecimiento deportivo del año, como si no fueran unos de los poquísimos elegidos para participar, como si no fueran algunos de los mejores atletas del planeta.

Puedo imaginarme (y digo esto sabiendo que en realidad no, no puedo imaginármelo) que cuando uno está sometido a una presión así, cuando alguien tiene que enfrentarse, por ejemplo, al momento previo a que empiece una competición de este estilo, todo lo demás puede parecer bastante simple y «fácil de llevar». Por eso, hay algo especial que desprenden estos atletas. Y no tengo ni idea de lo que es exactamente, pero empezaría por decir que lo primero que transmiten todos los que hemos conocido hasta ahora es una enorme sensación de calma. Como si aquí no estuviera pasando nada del otro mundo. Como si toda esta locura no tuviera nada que ver con ellos.

Les deseo toda la suerte del mundo a Jeremy y al equipo ruso. ¡Seguro que harán grandes cosas en estos Juegos!

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