Aereo

Aprendizaje continuo

19 de octubre de 2012

Cristina Pino Jiménez, voluntaria olímpica en el Aeropuerto de Heathrow durante los JJOO de Londres 2012, nos cuenta su experiencia en las terminales del aeropuerto británico.

Todo aprendizaje requiere de una disposición personal hacia los conocimientos tratados. Así se pueden resumir nuestros primeros días: aprendizaje. Un intenso bombardeo de información hasta el mismo momento en que aterrizamos.

Había que aprender a moverse en una ciudad de 11 millones de habitantes, convivir en una residencia con 60 compañeros, adaptarse a  nuevos horarios  y  conocer al detalle el plano de un aeropuerto con 5 terminales (con sus respectivas paradas de taxi, metro, autobús, Welcome Desk, Fans zone, Media zone…).

Muchos otros voluntarios llevaban meses dedicados a prestar ayuda en el aeropuerto y pronto nos dimos cuenta de que orientar a toda la gente que demanda información en una terminal a la que tú también acabas de llegar no es fácil, así que por iniciativa propia  los primeros días nuestra labor fue la de recibir al personal en la terminal de llegadas, con la energía y las ganas de los recién llegados.

Voluntarios

Desde la terminal se hacía a los pasajeros partícipes del ambiente festivo que impregnaba la ciudad, pero iban pasando los días,  y cada vez  nos movíamos con mayor soltura. El polo rosa se convirtió en un imán para los que no tenían ni idea de hacia dónde ir y, en la medida de lo posible, nosotros les intentábamos indicar de la mejor manera. También hemos sido intérpretes, unas veces de español-inglés, otras de francés- inglés, e incluso muchas otras agitando los brazos y hablando más alto… que  ese es idioma universal que todo el mundo parece asimilar.

Recibimos a muchos deportistas pero también hemos interactuado  con entrenadores, árbitros y miembros del  COI.  Y aunque todo el voluntariado de Ferrovial intentábamos mostrarnos imparciales con los atletas mundiales, era  inevitable que se nos viera más entusiasmados cuando los vuelos procedían de España y las equipaciones eran rojas y amarillas, pues había que animar a los nuestros.

Airside, landside, controles de seguridad, llegadas, salidas… en Heatrow siempre hay mucho trasiego de gente independientemente de la hora. Son muchos los agentes implicados y la coordinación es esencial para acoger unos Juegos Olímpicos. Los turnos de voluntariado eran diarios con nuestros días de libranza, y había que madrugar muchísimo pero, en mi caso,  los aproveché al máximo paseando por la capital, animando en Hyde Park a los triatletas, o disfrutando  la marcha masculina en Buckingham Palace.

Esperaba mucho de estas tres semanas. Ahora ya de vuelta, hago inventario de todo lo que me traigo de la capital inglesa y, si pudiera hacer la equivalencia en kilos… traería muchísimas más toneladas de las que me dejaron facturar en Heathrow y, eso sí, los mismos recuerdos.

Voluntarios

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