Los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) de Naciones Unidas cumplen un año. Se trata de un marco en el que todos los países deben situarse a la hora de acometer la solución de los problemas del mundo, interconectados unos con otros. Si la ONU fuera una empresa (multinacional o no) estaríamos hablando de su Plan Estratégico, cuya visión, misión y valores debe transcribirse en un Cuadro de Mando con indicadores de gestión que evalúen los logros alcanzados y, si no es así, su desviación y las medidas correctivas oportunas. Cada departamento (como cada país) es responsable de su aportación al bien común del planeta (a la sostenibilidad de la corporación).
Uno de los ODS es el agua. El objetivo número seis de la ONU marca como meta garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Nadie se puede quedar atrás. Hoy en día 740 millones de personas no tienen acceso a agua potable. 2.500 millones no tienen acceso a un saneamiento digno. La primera de las claves es lograr el acceso universal y equitativo al agua potable y a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos a un precio asequible para todo el mundo.
Sin embargo, muchos países se encuentran en guerra. Y el agua adquiere una dimensión dramática. Su valor multiplica al de otras materias primas como el petróleo. El agua es cuestión de vida o muerte. El Fondo para la Infancia de Naciones Unidas, Unicef, denuncia que la guerra en Siria ha dejado inoperativa la estación de bombeo de agua de Bab al-Nayrab, una de las nueve históricas puertas que daban entrada a la antigua ciudad de Alepo. 250.000 personas se encuentran entre el fuego cruzado de leales y rebeles al régimen actual y 1,5 millones sufren cortes en el suministro de agua, cuya calidad se resiente. Algo parecido sucede con la estación de Suleiman al-Halabi. El agua de pozo al alcance de la población tampoco es una alternativa: se encuentra contaminada.
Con guerra o sin ella, 1.000 millones de personas continúan defecando al aire libre, nueve de cada diez, en áreas rurales, una práctica nada saludable ni higiénica (ODS nº 3). También es necesario prestar especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables. En correlación directa con otros ODS: la falta de escolarización de muchas niñas (ODS nº4) obedece a su necesidad de caminar largas jornadas para ir a recoger agua potable y es en esos viajes en donde las mujeres son más vulnerables a la hora de sufrir violencia de cualquier tipo (ODS nº5).
La reducción de la contaminación, la eliminación de los vertidos y la reducción al mínimo de la descarga de materiales y productos químicos peligrosos, se hace imprescindible para mejorar la calidad del agua. Lo mismo que reducir a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar y un aumentar sustancialmente el reciclado y la reutilización en condiciones seguras.
Muchas empresas ya se han puesto manos a la obra. El programa Children’s Safe Drinking Water (CSDW) de Procter & Gamble (P&G) lleva desde 2004 distribuidos 10.000 millones de litros de agua potable. Siempre en colaboración con el Tercer Sector y con otras empresas públicas y privadas de diferentes países. La actual tecnología purificadora de agua es factible y son problemas culturales, logísticos o políticos los que impiden su implantación. El agua potable es el punto de inflexión que mejorará la salud de gran parte de la población en el mundo (ODS nº 3), ayudando a los niños a asistir al colegio y proporcionando oportunidades económicas a sus familias. En el caso de P&G ha sido su departamento de I+D+i quienes han aprovechado su trabajo en su objeto de negocio (los detergentes) para condensar, en un pequeño sobre del tamaño de una bolsita de té, una tecnología tan potente como la de una planta de tratamiento de purificación y potabilización de agua. La tecnología es muy fácil de utilizar: con solo un cubo, una cuchara, una tela y un pequeño sobre purificador de agua de P&G, las personas pueden potabilizar 10 litros de agua sucia en 30 minutos, cantidad de agua suficiente para una familia de cinco miembros durante un día.
Otro de los hitos será aumentar sustancialmente la utilización eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir sustancialmente el número de personas que sufren escasez de agua. Los grandes consumidores de agua son la agricultura (70%), la industria (20%) y las ciudades (10%). Las prioridades en cuanto a priorizar políticas en este sentido son obvias, máxime cuando ofrecen la oportunidad de diversificar la dieta de miles de personas, restaurando el equilibrio entre ricos y pobres (ODS nº 2).
Poner en práctica la gestión integrada de los recursos hídricos y proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua (bosques, montañas, humedales, ríos, acuíferos y lagos) solo podrá llevarse a cabo mediante la cooperación transfronteriza. Ese mismo enfoque se debe utilizar para desarrollar una cultura y unas infraestructuras en relación al agua (saneamiento, acopio y almacenaje, desalinización, tratamiento de aguas residuales, tecnologías de reciclaje y reutilización, monitorización…). La iniciativa privada debe convivir con la pública en un marco jurídico estable. Por último la ONU recalca el papel esencial de los emprendedores locales y de las comunidades en las que se implantarán estas políticas.
Ferrovial y Ayuda en Acción son un ejemplo de colaboración (ODS nº 17) en Colombia. Ambos rehabilitarán y ampliarán el sistema de abastecimiento de agua de El Salado en el marco de un ambicioso plan de integración territorial vinculado al proceso de retorno de la población afectada por la guerra civil en 2000. También construirán un sistema de agua para el consumo humano en San Vicente de Chucurí. Y otro en Paccha (Perú) con la Fundación Anesvad. En Buyende (Uganda), en alianza con Plan International, desarrollarán nuevos pozos de agua potable y mejorarán otros. 17.000 personas mejorarán sus condiciones de vida con estos cuatro proyectos. Desde 2008 Ferrovial ha destinado 3,6 millones de euros a garantizar el acceso a agua potable de 163.000 personas en distintos países de África y América Latina. Los empleados de la multinacional española también colaboran con este tipo de proyectos donando parte de su salario (Ferrovial dobla el total de lo recaudado) y como voluntarios ofreciendo asistencia técnica y tecnológica en distintas fases de los proyectos.
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