Eficiencia operativa

Los contratos de servicios en el centro de la innovación

25 de septiembre de 2017

El efecto de las autoridades públicas en los servicios

Por desgracia, en Reino Unido seguimos presos de la austeridad impuesta desde el «colapso financiero» de 2008 / 2009. Este problema se percibe de forma casi universal; como en las autoridades locales que disponen de presupuestos inferiores y deben atender a poblaciones mayores y expectativas más altas. Mientras que el Brexit ocupa nuestros pensamientos inmediatos, la realidad financiera subyacente no ha cambiado.

En el gobierno local, los servicios «centrados en ubicaciones«, como los servicios medioambientales y otros centrados en infraestructuras han sufrido especialmente a medida que los servicios «centrados en personas«, como el cuidado social a adultos, se han visto presionados por necesidades crecientes y más complejas.

Mentalidades cambiantes

¿Va a mejorar esta situación? Es poco probable. Muchos analistas creen que estamos entrando en un periodo de cambio sostenido y que la situación no podrá volver a ser como antes. Por tanto, debemos realizar cambios para adaptarnos al nuevo paradigma y vivir con él.

Las mentalidades también están cambiando, tanto en las autoridades locales como en las comunidades a las que atienden. Hay un ambiente de cambio, una cierta frustración con la preservación del status quo y una nueva posibilidad, basada en la tecnología (sobre todo en los smartphones), de implicarse y participar en la conversación. Hay distintas estrategias que pueden emplearse para adaptarse a nuevos presupuestos inferiores y a nuestra nueva mentalidad. Todos nosotros, en nuestras comunidades, podemos aceptar servicios urbanos de menor calidad a intervalos menos frecuentes. Podríamos, pero no queremos. Nuestra nueva mentalidad nos insta a quejarnos, a comentar y a exigir cambios positivos.

La innovación colaborativa es esencial

¿Es posible ofrecer más y mejores servicios por menos dinero? ¿Es posible conectar con esta nueva mentalidad al mismo tiempo? Una respuesta convincente es la innovación colaborativa. En este contexto, la innovación podría utilizarse para cambiar los modelos de negocio, los productos, servicios, etc., para lograr los mismos o mejores resultados por menos, al tiempo que se escucha a los interesados en el debate, principalmente los ciudadanos.

La contratación del sector público de Reino Unido cubre servicios por un valor de más de 200 000 millones de libras al año, según la Biblioteca de la Cámara de los Comunes, y las autoridades locales, concretamente, participan con un considerable gasto de 60 000 millones de libras cada año (Local Government Association, asociación de gobiernos locales). Si se pudiera aprovechar la innovación para las transacciones de este volumen de servicios, podríamos avanzar en una dirección mejor de forma muy rápida. Además, si podemos conectar, más que limitarnos a «informar», con los ciudadanos afectados por esos servicios, podríamos adoptar también sus sugerencias, ideas y preocupaciones.

¿Es así de sencillo? Quizá no, pero sí que tenemos importantes motivos para ser optimistas. Hace poco formé parte de un equipo de «trabajo y finalización» que trabajaba para el National Advisory Group for Procurement for the Local Government Association (LGA) en Reino Unido. Este es el grupo que define los estándares y asesora a las autoridades locales sobre cómo adquirir bienes y servicios. Nuestro grupo pidió la opinión de varios expertos, tras lo cual surgieron varios temas clave en el informe  Encouraging innovation in local government procurement, de la siguiente forma: hay suficientes leyes, plantillas, especialistas y herramientas disponibles para que las autoridades locales contraten de un modo diferente y que faciliten la innovación de forma cotidiana. Los máximos directivos de las entidades públicas «comprenden» la innovación y respaldan su uso, y hay numerosos ejemplos magníficos de organizaciones inteligentes de todo tamaño que generan nuevo valor relevante para los servicios cuyos presupuestos se vigilan muy de cerca.

Innovación: ¿positiva o negativa?

Por lo visto contamos con el deseo y los sistemas que permiten cumplirlo, así que, ¿cuáles son los obstáculos? Se diría que, culturalmente, la innovación tiene mala reputación. Se piensa que la innovación añade riesgos y costes, y no se adopta como parte de un proceso de contratación (o al menos, no se adopta desde el primer momento), sino que quizá se le ofrece un papel testimonial hacia el final del proceso. ¿Necesitan los contratadores de las autoridades locales nuevas competencias para incorporar la innovación en la contratación, y para apreciar el potencial que aporta globalmente la llegada de nuevas tecnologías?

La contratación es un mundo de especificaciones. ¿Quizá deberíamos hablar de «resultados»? ¿Qué buscamos conseguir con la contratación? ¿Cuál es el estado final? Pensar de este modo podría introducir una mayor diversidad de proveedores, o animar a los proveedores actuales a pensar de otro modo para ajustarse a la nueva realidad e idear nuevas formas de resolver el problema o garantizar el resultado. El cumplimiento exitoso de una especificación, no obstante, podrá conseguir o no el resultado en función de lo que se acerque a él.

Implementación de soluciones mediante programas colaborativos

Un reciente programa colaborativo llevado a cabo en Sheffield y llamado Sheffield Smart Lab, que involucraba al ayuntamiento, el Centro de Competencia de Ciudades de Ferrovial Servicios, Amey y las dos universidades, trajo nuevos talentos globales y soluciones novedosas para tratar problemas locales típicos (temas como ayudar a las personas a valerse por sí mismas y revitalizar el centro urbano) describiendo los problemas o «desafíos» junto al tema en cuestión, además de los resultados deseados, al tiempo que se evitaba dar especificaciones detalladas.

Una frase que me llamó la atención durante el proyecto LGA y que es una respuesta útil cuando alguien afirma que la contratación de innovación es demasiado difícil o «no se puede lograr», dice así: «El riesgo de probar algo nuevo es pequeño comparado con el despilfarro de dinero y el coste que implica seguir haciendo las cosas como ahora».

Tenemos la oportunidad, mientras sufrimos presiones financieras y adoptamos la creatividad de nuestras comunidades, de crear innovaciones excelentes, de crear porque debemos hacerlo, de participar porque queremos y de resolver problemas porque lo necesitamos. En 1970, la tripulación de la misión espacial Apollo 13 trabajó de forma conjunta y resolvió problemas muy difíciles porque de lo contrario se habrían estrellado. ¿Podemos aprovechar nuestra actual crisis para innovar de un modo parecido?

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