He tenido el privilegio de trabajar durante tres años en el campo de la innovación urbana aplicada. Esta etapa ha sido una de las más enriquecedoras e inspiradoras de mi carrera profesional hasta el momento. Las ciudades, impulsadas por la exigencia de los ciudadanos de vivir y trabajar en entornos más cívicos y sostenibles, son uno de los ámbitos más dinámicos que podemos encontrar actualmente. Los participantes en la reciente edición 2017 del Smart City Expo World Congress pudimos constatar el excelente momento que viven tanto el ecosistema como el debate urbano.
En línea con el planteamiento de un reciente informe del Foro Económico Mundial, el sector privado puede apoyar de forma diferencial a las ciudades en su reto de transformación. Esta contribución puede ir mucho más allá de los modelos tradicionales de financiación de iniciativas aisladas, que a menudo tienen un impacto muy limitado en el ciudadano. Las empresas podemos compartir con las administraciones locales nuestra experiencia en campos como la organización, la financiación, la gestión de compras o la innovación. Por ejemplo, en Granada (España), Ferrovial Servicios y Cisco han sumado capacidades complementarias para poner en práctica un pionero sistema integral de recogida de residuos basado en datos.
En mi opinión, también puede haber una contribución valiosa en el otro sentido. Las buenas prácticas de las ciudades vanguardistas (pueden ser pequeñas, medianas o grandes, el tamaño no es determinante en la inteligencia de las ciudades) pueden inspirar al diseño y la ejecución de la estrategia corporativa.
En este sentido, puedo pensar en al menos cuatro prácticas de las ciudades de las que podemos aprender las empresas:
1. Misión y razón de ser centradas en los grupos de interés.
Las ciudades más avanzadas centran su estrategia en el ciudadano. Formulan objetivos y planes a medio plazo tangibles, ambiciosos e inspiradores con cuya consecución se comprometen públicamente. Estos objetivos persiguen mejorar la situación social, económica y medioambiental de la ciudad por medio de líneas de actuación concretas como la economía circular, la eficiencia energética o la movilidad. Los agentes urbanos de estas ciudades se implican emocionalmente en sus aspiraciones.
Londres, por ejemplo, aspira a ser una ciudad sin huella de carbono en 2050 y está ultimando su Estrategia Medioambiental una vez realizada una consulta ciudadana. En paralelo, se están poniendo en práctica diversas iniciativas de colaboración público-privada para apoyar este objetivo, como es el caso de Londoners’ Lab, un programa colaborativo de innovación para aumentar el reciclaje doméstico por medio de una mayor involucración ciudadana.
2. Integración efectiva de nuevas tecnologías.
Las ciudades vanguardistas entienden la oportunidad de la digitalización como un facilitador clave del desarrollo económico, la participación ciudadana y la inclusión social. Diseñan y ejecutan hojas de ruta estratégicas para desplegar inversiones en infraestructuras tecnológicas, apoyadas en una sólida lógica financiera y social. Estas ciudades también ponen en práctica Laboratorios Urbanos que seleccionan, prueban y despliegan las tecnologías y casos de uso con mayor impacto en la eficiencia y la experiencia ciudadana. Sidewalk Toronto (aproximación holística) y Citizéntrica (foco en un reto concreto) son ejemplos de programas basados en el concepto de la ciudad como laboratorio y totalmente integrados en la estrategia de la ciudad.
Este enfoque tan atractivo, junto al enorme impacto social si tiene éxito, impulsa la integración del talento digital en los equipos de gestión de las ciudades. Con esto se cierra un auténtico círculo virtuoso. Por ejemplo, la Oficina de Analítica de Datos de la Ciudad de Nueva York canaliza, por medio de recursos y herramientas especializados, soluciones basadas en la gestión inteligente de la información a retos clave de la ciudad como la seguridad.
3. Innovación colaborativa.
Las ciudades innovadoras saben que su transformación requiere un marco de colaboración estratégica con ciudadanos, proveedores de servicios, planificadores urbanos, desarrolladores de soluciones digitales, universidades, startups y organizaciones sociales. Estas ciudades promueven programas de última generación y ecosistemas de innovación globales. Sacan el máximo partido a sus colaboraciones gracias a su flexibilidad y ausencia de arrogancia.
Por ejemplo, Singapur es uno de los principales polos de startups del mundo, capitalizando la apertura de su entorno empresarial, su disponibilidad de capital semilla y su sofisticada infraestructura tecnológica.
4. Apertura a aprender de la competencia.
La ciudades compiten entre ellas a escala regional, nacional o global para atraer talento, inversión e innovación. Las administraciones locales más capaces aseguran dos activos estratégicos para competir eficazmente: 1) un posicionamiento diferencial en línea con sus fortalezas y 2) el know-how interno necesario para planificar, movilizar y gestionar los recursos necesarios.
Todo lo demás puede ser aprendido o incorporado de otras ciudades y agentes urbanos. Las ciudades vanguardistas no reinventan “ruedas no estratégicas”. Integran asociaciones y foros urbanos para intercambiar experiencias y promover estandarizaciones inteligentes. Un buen ejemplo de ello es el trabajo de la Asociación británica de Administraciones Locales (LGA) para promover la compra publica de innovación.
Estas prácticas muestran que muchas ciudades se están reinventando a un ritmo más rápido que otros sectores de actividad que afrontan el mismo reto: un futuro disruptivo.
Las empresas tenemos que actuar de forma muy diferente a la tradicional si queremos afrontar nuevos requerimientos competitivos como construir conexiones emocionales con nuestros clientes o liderar los modelos de negocios digitales. Estas nuevas capacidades y mentalidad requieren integrar más perspectivas externas de calidad en nuestra reflexión estratégica. En este sentido, la aproximación holística, pragmática y social de las ciudades a su transformación es, en mi opinión, una referencia indispensable.
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