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Carreteras

¿Puede el asfalto revivir el sueño de Marco Polo?

04 de mayo de 2018

Tardó tres años y medio. Lo hizo a través de una ruta serpenteante a través del Mediterráneo y lo que hoy sería Turquía para luego cruzar tierras persas (en el actual Irán), Asia Central y llegar a China. Marco Polo, junto a su padre y su tío, fue uno de los primeros occidentales en pisar el lejano oriente y contarlo en un libro. Hoy, tras siglos en el olvido, la Ruta de la Seda vuelve a la vida, pero con mejores carreteras.

Se tiene constancia de rutas comerciales desde China hacia el oeste desde 1.000 años antes de Cristo, pero la Ruta de la Seda se estableció como tal hace algo más 20 siglos, de la mano del emperador Wu de Han y su diplomático de confianza Zhang Qian. Para cuando Marco Polo la recorrió, en los siglos XIII y XIV de nuestro tiempo, era ya una compleja red de caminos, una gran arteria comercial entre Oriente y Occidente en la que se intercambiaban jade, pólvora, porcelana y, claro, seda, además de ideas, idiomas, culturas y noticias.

Tres años y medio les llevó a los Polo esta primera aventura, según las estimaciones de una investigación de National Geographic, ya que no existen fuentes de información directas de aquellos viajes. 21 días le lleva hoy en día a la línea de tren de mercancías entre Madrid y Yiwu, en China, separadas por más de 13.000 kilómetros. La Ruta de la Seda está recuperando su importancia y las carreteras y las vías se han convertido en su principal aliado.

Recreación de mapa de la antigua Ruta de la Seda / Universidad de Yale

Recreación de mapa de la antigua Ruta de la Seda / Universidad de Yale

One Belt, One Road

La Ruta de la Seda del siglo XXI ha cambiado de nombre, pero mantiene su esencia. El proyecto vuelve a nacer de China y persigue dos grandes objetivos: dinamizar la inversión en infraestructuras (y muchos otros sectores) y reforzar la geopolítica y las relaciones comerciales del gigante asiático. La iniciativa, bautizada como One Belt, One Road (OBOR), es un gran paraguas bajo el cual China ha diseñado un ambicioso programa de inversión en Eurasia.

“El cinturón económico de la nueva Ruta de la Seda discurre a través de China, Asia Central, Rusia y Europa. Conectará China con el Golfo Pérsico y el Mediterráneo”, señala la consultora DBS en un informe sobre el mega-proyecto. “Se centrará en construir nuevas infraestructuras que atraviesen Eurasia y desarrollar grandes corredores económicos desde China a Europa, Oriente Medio y el Sudeste Asiático”.

Según los datos de DBS, uno de cada tres proyectos en marcha está relacionado con los transportes por tierra y, sobre todo, con la construcción de carreteras, autovías y vías. Además del gigante asiático, unos 60 países (entre ellos España, Francia y Reino Unido) están implicados en la iniciativa que devolverá el sueño de Marco Polo -o, mejor, del emperador Wu de Han- a la vida.

Todo por un acceso al mar de Arabia

Entre China y el sur de Pakistán (concretamente, el puerto de aguas profundas de Gwadar) hay 62 proyectos en marcha. Se trata del CPEC (China-Pakistan Economic Corridor) y es la arteria comercial más desarrollada de One Belt, One Road. En él se han invertido ya 38.000 millones de dólares y se estima que se podrán llegar a gastar un total de 62.000 millones. Una tercera parte de este gasto se ha destinado a cinco autovías que suman más de 3.000 kilómetros de asfalto y tres líneas ferroviarias para conectar china con el mar de Arabia en Gwadar.

Los otros corredores terrestres, más retrasados en su implementación, conectarán China con Rusia a través de Mongolia, con Turquía atravesando todas las repúblicas de Asia Central, con la península de Indochina y con la India. Entre todos, suman ya 26 proyectos de carreteras, túneles y puentes en marcha, según el consejo de desarrollo comercial de Hong Kong (o HKTDC por sus siglas en inglés). Y, en el horizonte, el proyecto más ambicioso, la conexión terrestre con Europa.

“La magnitud de OBOR es espectacular en todas sus dimensiones: el objetivo es conectar 68 países de Asia, Europa y Norte de África que, conjuntamente, representan el 35% del comercio global, donde viven unos 4.400 millones de personas, el 70% de la población mundial, se aglutina el 55% del PIB mundial y el 75% de las reservas energéticas globales”, señalan desde el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).

Proyecto del Nuevo Puente Terrestre Euroasiático / OBOR Europe

Proyecto del Nuevo Puente Terrestre Euroasiático / OBOR Europe.

El resurgir del Sinkiang de Marco Polo

Después de tres años y medio recorriendo la Ruta de la Seda, se cree que Marco Polo entró en China por lo que hoy es la vasta región de Sinkiang. Su nombre se traduce, salvando las distancias entre el mandarín y el español, como nueva frontera. Era uno de los puntos clave de la antigua Ruta de la Seda y recuperará su esplendor en la nueva versión.

A través de Sinkiang discurrirá la conexión terrestre con Rusia y Europa. “La conexión con el corazón de Europa se realizará a través del Nuevo Puente Terrestre Euroasiático en una ruta de 10.000 kilómetros que conecta China con Europa a través de Rusia”, explica el informe del IEEE.

Tres grandes líneas de tren conectarán Asia con la red de transportes europea en Polonia y Alemania para alcanzar Reino Unido y España. Dos de ellas están ya en funcionamiento y una es, precisamente, la línea Madrid-Yiwu, la conexión ferroviaria más larga del planeta. Además, se reforzará la red de carreteras de Asia Central y Turquía con el objetivo de construir un nuevo puente de entrada a Europa.

A pesar de todos estos proyectos en marcha, no existe una hoja de ruta clara ni plazos definidos para construir las infraestructuras. No se sabe a ciencia cierta ni cómo ni cuándo se concluirá. Forma todo parte de un gran sueño de asfalto, hierro y acero que recuerda el valor de las carreteras y las comunicaciones para hacer el mundo un poco más pequeño. Un sueño para que los Marcos Polo y los comerciantes de jade del siglo XXI no tarden tres años en cruzar Eurasia.

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