China: el país que creaba réplicas arquitectónicas como muestra de «poderío»
06 de diciembre de 2018
La inspiración, el homenaje y la réplica siempre se han dado en la arquitectura a lo largo de los tiempos. Pero si en algún sitio ha sido inevitablemente en China. Allí, repartidas por ciudades de todo el país, se pueden encontrar fieles recreaciones de la Torre Eiffel a escala, del Puente de Londres, de los canales de Venecia… Por no hablar de barrios enteros de Londres, de la Casa Blanca de Washington, D.C. o de la mismísima Gran Muralla China.
La periodista Bianca Bosker exploró este curioso fenómeno en un libro titulado Original Copies: Architectural Mimicry in Contemporary China («Copias originales: la arquitectura mimética en la China contemporánea»), enumerando lugares emblemáticos en la actualidad, explicando cómo surgieron y –lo más importante– describiendo cómo afecta esa arquitectura a quienes viven en esos lugares. Porque lejos de ser meros monumentos y enclaves falsos en los que hacerse unas fotos, la mayor parte de esos edificios y construcciones son perfectamente funcionales y la gente vive y trabaja en ellos. ¿Cómo afecta ese peculiar entorno a la población? ¿Qué tipo de planificación urbana suponen? ¿Por qué esas construcciones fascinan a quienes viven allí?
La «duplitectura»
En el estupendo podcast sobre arquitectura 99% Invisible recuperaban el término «duplitectura» para describir este fenómeno – que como explican no es exactamente nuevo ni único de China: la Terminal de Ferris de San Franscisco, construida en 1898, se inspira por ejemplo en la Giralda de Sevilla (del siglo XII). La Casa Blanca en la que trabaja y vive el presidente de los Estados Unidos toma su diseño de la Leinster House, la casa del parlamento irlandés. Y hasta en Kolkata (India) hay una réplica de 30 metros de alto del Big Ben de Londres.
El caso de China es paradigmático porque combina arquitectura proveniente de todas partes del mundo. Y porque la sensación que dejan esas «ciudades planificadas» no puede resultar más extraña. En cierto modo las fotografías que se ven de ellas muestran lugares completamente artificiales, recreaciones que se dirían «sin vida propia». Pero muchas de ellas no un mero atractivo para los turistas sino que están planteadas como lugares en los que vivir. Hay quien dice que incluso recuerdan un poco a la arquitectura soviética planificada de la segunda mitad del siglo XX.
La clave según parece es que muchos de estos lugares son recreados por los arquitectos y promotores chinos simplemente para demostrar que pueden hacerlo igual de bien que los occidentales – algo que está lejos de la mera imitación por algún tipo de interés (como sucede con las imitaciones de marcas, tiendas o productos) o de los sencillos homenajes de los parques temáticos. Pero en ocasiones estos «experimentos sociales» no han salido todo lo bien que podría esperarse: en la mini réplica de París, con sus característicos edificios y bulevares se esperaba que vivieran diez mil personas, pero apenas la ocupan mil. Y eso que una monumental Torre Eiffel de más de cien metros (a escala 1:3 respecto a la original) domina otra inmensa recreación de los Campos Elíseos.
Símbolos y ciudades
Thames Town, en Songjian, es una réplica de lo más característico de la ciudad de Londres …– y hasta toma su nombre del río Támesis. Con un millón de metros cuadros de superficie y espacio para unos 10.000 habitantes se puede encontrar en ella su tradicional iglesia, los clásicos pubs y hasta puestos de comida de fish and chips. Al estar relativamente cerca de Shangái (a unos 30 km del centro de la ciudad, cerca de las líneas de metro) las viviendas se vendieron más o menos pronto. ¿El perfil de sus ocupantes? Principalmente gente pudiente que adquirió los espacios unifamiliares como segundas viviendas – debido a lo cual durante buena parte del año sus calles sufren el efecto «ciudad fantasma».
En la ciudad portuaria de Dailán hay una recreación de los canales de Venecia, con sus típicos puentes sobre varios kilómetros de canales. Más de 400.000 metros cuadrados en total, en los que se invirtieron cerca de mil millones de dólares y que –según explican sus habitantes– permiten a quienes no pueden viajar a Europa «conocer cómo son las ciudades del viejo continente». De hecho el escenario es un tanto peculiar, con gondoleros transportando a la gente por los canales mientras admiran las réplicas arquitectónicas de diversos estilos –una combinación que resulta un tanto estrambótica– a su alrededor.
En Nanchang hay incluso una réplica de la Gran Muralla China, algo un tanto paradójico estando situada en la propia China. Mide sólo cuatro kilómetros (lejos de los dos mil kilómetros de la original) y está construida con materiales modernos «envejecidos». Pese a no ser «la original» la visitan miles de personas cada día – algunos incluso confundiéndola con la verdadera. En la ciudad de Huaxi hay otra réplica también china: la plaza de Tiananmen. También están el edificio de la Ópera de Sydney –y muchos otros de todas partes del mundo– repartidos por los alrededores.
En 2012 incluso se construyó en Guangdong una réplica del pueblecito austríaco de Hallstatt. Los habitantes de la villa alpina europea se enteraron del curioso homenaje cuando ya estaba avanzada la construcción; su alcalde afirmó que «quizá sea beneficioso para despertar el interés entre turistas que quieran venir a nuestro pueblo, y como intercambio cultural». Definitivamente, mejor tomárselo con buen ánimo.
Más y más réplicas
En un vídeo del canal de arquitectura B1M, en el que hacen un estupendo repaso gráfico a «las diez mejores réplicas en China», se explica –citando nuevamente a Bosker– que «para China replicar muchos de esos edificios y monumentos con alta precisión no es ninguna muestra de hostilidad, ni tampoco de tratar de hacer homenajes perfectos. Es más bien una muestra de poderío: se quiere dar a entender que China también puede crear [o recrear] la mejor arquitectura que el mundo ha ofrecido a lo largo de todos los tiempos». ¿Dará esto lugar a una arquitectura del copia-y-pega en el futuro? ¿Vale todo a la hora de inspirarse, imitar o reciclar el trabajo de otros?
Un caso especialmente peculiar –ya entrados en la arquitectura moderna– es el del Meiquan 22nd Century. Se trata de un conjunto de edificios con el mismo aspecto que el de los complejos Wanging SOHO y Galaxy SOHO del estudio Zaha Hadid. Con sus características formas suaves y curvas se presentaron en público en 2011, para completar su construcción hacia 2014. Pero en 2012 apareció en las noticias y ferias del sector el Meiquan 22nd Century, de aspecto inconfundiblemente similar y que pese a la ironía se iba a completar antes que los de Zaha Hadid. Circularon acusaciones; se hablaba incluso de demandas y de que los imitadores se habían basado en los renderings 3D del diseño original. Hasta la Oficina de la Propiedad Intelectual China –habitualmente un tanto laxa en cuanto a esta normativa– tuvo que intervenir para estudiar las diferencias: uno tenía tres torres, el otro dos. Y es bien sabido que resulta difícil que existan dos edificios idénticos en el mundo debido a su ubicación, el terreno, la luz solar, el entorno, etcétera. Los promotores del Meiquan 22nd Century aseguraron que «copiar no era la intención, solamente superar». Finalmente el 22nd Century se retrasó y el Wanging SOHO se pudo terminar antes.
Sea como sea, visitar estas edificaciones e infraestructuras chinas supone en cierto modo revisitar también otras partes del mundo cuidadosamente clonadas en un intento de demostrar que todo es posible en China – ya sea el Puente de Londres, los barrios de la Ciudad de la Luz francesa o el Capitolio de los Estados Unidos. Toda una muestra de poderío.
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