Volver a lo esencial: liderazgo
¡Qué hermosos son, oh Sócrates -exclamó-, los gobernantes que, como un escultor, has modelado!
Platón, La República (540c)
24 de junio de 2019
El liderazgo es uno de los conceptos centrales del estudio de la gestión empresarial desde su origen. Mucho se ha escrito sobre esta realidad, configurando cada vez más un concepto complejo y poliédrico. Además, la evolución del entorno empresarial, la aparición de nuevas tendencias o la necesidad de adaptar la gestión a los cambios que acontecen en la economía y la sociedad, inducen a revisitar continuamente el concepto de liderazgo para atribuirle nuevos rasgos y peculiaridades.
Es por este motivo por lo que han emergido enfoques como: el liderazgo emocional, liderazgo-coach, liderazgo carismático, liderazgo agile, liderazgo lean, entre otros. Igualmente, aspectos tan dispares como diversidad, digitalización, globalización, innovación o marca personal han pasado a ocupar un papel central en la definición de liderazgo.
En línea con estas nuevas aproximaciones, se han diseñado nuevos modelos de competencias que tratan de identificar las capacidades críticas que todo líder debe tener: desde la visión estratégica a la capacidad de influencia, pasando por la adaptación situacional, la gestión de la ambigüedad, la capacidad para la innovación o la resiliencia. Con cada nuevo modelo de liderazgo, se alumbran también mecanismos de evaluación de nuestros líderes, sofisticadas estrategias de desarrollo profesional y centenares de talleres y recursos orientados a hacer que nuestros líderes se aproximen a un modelo de líder que no cesa de evolucionar.
Todos estos desarrollos del concepto de liderazgo añaden valor al oficio de liderar, pero no es menos cierto que, en estos tiempos de cambios vertiginosos y pensamientos fugaces, conviene recuperar la esencia de lo que significa dirigir una organización para evitar perdernos ante cada nueva evolución o moda.
La esencia del liderazgo
La R.A.E. define liderar como “dirigir o estar a la cabeza de un grupo, de un partido político, de una competición, etc.” Liderar es gobernar, dirigir a un colectivo a lo largo de un viaje para llegar a un objetivo, a una meta. Liderar esta travesía implica al menos cuatro atributos esenciales que todo líder debe cumplir. Da igual que nos refiramos a liderar una compañía o un pequeño grupo, ya que estos atributos son aplicables a cualquier ejercicio de liderazgo, independientemente de su magnitud.
Los atributos que debe tener un líder
- Tener una visión. Es imposible dirigir cualquier expedición cuando no se tiene una meta clara a la que dirigir nuestra nave. Tener una visión es tener una idea clara de dónde queremos llegar y de la realidad en la que queremos que se convierta nuestra organización. Liderar es tener una visión y también compartirla, es proyectar, proponer una organización para el futuro. El carisma de un líder, la fuerza de la tendencia o sencillamente la necesidad de acción pueden dinamizar una organización, pero sólo tendrán sentido si están amparadas por una visión. La visión debe ser auténtica, genuina y coherente con lo que la organización es hoy, pero -al mismo tiempo- debe suponer un desafío que la traslade a un futuro mejor.
- Tomar decisiones. Tener una visión es sólo el comienzo. Liderar implica tener la voluntad de materializar nuestra visión a través de las decisiones que sean necesarias. Tomar decisiones supone pasar del ejercicio intelectual a la acción. El líder tiene una visión y la determinación para actuar, aun sabiendo que decidir implica asumir riesgos y afrontar las consecuencias. Liderar es aceptar que dirigir supone elegir y desechar, enfrentarse a conflictos, gestionar la oposición. La falta de determinación es uno de los principales rasgos de un deficiente liderazgo. El líder más preocupado por mantener el statu quo que por retarlo no estará ejerciendo un liderazgo completo.
- Rodearse de los mejores. En el mundo empresarial no hay un solo objetivo importante que merezca la pena ser conseguido por una sola persona. Liderar es entender que la participación de los mejores es necesario en el ejercicio de hacer realidad la visión. No se trata únicamente de tener a los mejores profesionales, sino de contar con aquellos que dan respuesta a las exigencias del reto que tenemos por delante. Se trata de hacerles partícipes y agentes clave del viaje y de apoyarles ante la adversidad. El mejor líder es el que tiene el mejor equipo, el que ha sido capaz de encontrar las piezas necesarias y hacer que todas ellas tengan encaje como un todo. Volviendo al punto anterior, casi siempre las decisiones sobre personas son las más difíciles, pero también son las más necesarias.
- Ser un patriota. El último de los cuatro rasgos esenciales es el elemento vertebrador de los anteriores. El líder debe ser un ejemplo de fidelidad al propio proyecto. Ser un patriota es defender el sentido de la visión que perseguimos, es defenderla ante los ataques y las dificultades. Ser un patriota no es un ejercicio de irracionalidad, sino el resultado de una convicción racional y emocional de que el objetivo es alcanzable y que lo que hacemos merece la pena. Ser capaz de generar esta cultura dentro de la propia organización es uno de los objetivos esenciales de todo liderazgo completo. Ser un patriota es justo lo contrario del liderazgo personalista e individualista que tanto daño puede hacer a las organizaciones, porque nada es tan poderoso como compartir una creencia.
Es imposible entender la función de liderar una organización actual sin hablar de conceptos como globalización, innovación, diversidad o digitalización. Pero para que todo esto tenga sentido, conviene no olvidar que existen algunos atributos clave, sin los que el ejercicio de liderar resulta sencillamente imposible. Se trata precisamente de los atributos que siempre han estado presentes en el oficio de gobernar cualquier organización y que dan fundamento a todo lo demás. Los profesionales de recursos humanos, como agentes responsables de la selección, la evaluación y el desarrollo de los directivos, tenemos que velar activamente porque estos atributos estén presentes y sean prioritarios.
En definitiva, a menudo no hay nada más revolucionario que volver a lo que siempre ha estado ahí, que regresar a lo esencial.
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