Ingeniería extrema: construir una planta termosolar en el lugar más seco del mundo, el desierto de Atacama
29 de mayo de 2020
Es probable que durante algún viaje a un lugar remoto, exótico, paradisíaco…, hayáis visto obras singulares y pensado en la dificultad de éstas.
¿Qué os parece el desierto de Atacama en Chile?, seguramente todos hemos oído hablar de él por ser el “lugar más seco del mundo”. (0.5 milímetros cúbicos fue la media de precipitación meteorológica entre 1964 y 2001).
El desierto de Atacama se encuentra al norte de Chile y tiene la peculiaridad de ser comparado al planeta Marte. Debido a esto, varias escenas del paisaje marciano han sido filmadas allí, una de las más conocidas es la serie de televisión Space Odyssey: Voyage to the Planets. Sus peculiares características han hecho que la NASA lo emplee como campo de pruebas para futuras expediciones.
Otras de las principales características del desierto es que posee abundantes recursos naturales. Sus suelos albergan la reserva de cobre y minerales no metálicos más grande del planeta, de ahí, la alta concentración de minas en la región.
Por otro lado, es el punto del planeta que recibe los más altos niveles de radiación solar, unas 4 mil horas de promedio anual de sol.
Con estas características, lo podemos clasificar como lugar singular para hacer una obra, ¿no pensáis?
Pues así es como, en la comuna de María Elena se encuentra la planta termosolar Cerro Dominador, con capacidad de almacenamiento de 17.5 horas y una producción de 110 MW. Destaca por ser la planta más grande de Sudamérica.
En el epicentro de la planta se encuentra la torre que alberga el receptor a 220 metros de altura, alcanzando así los 250 metros de altura total. Está rodeada por 10.600 heliostatos que siguen la trayectoria solar con un movimiento en 2 ejes. Dicha torre es la 2ª construcción más alta de Chile por detrás del Costanera Center de Santiago de Chile y gracias a la misma, el complejo evitará 870.000 Tn anuales de emisiones de CO2 suministrando energía limpia.
Por estas condiciones extremas se confió en Edytesa, empresa de Ferrovial especializada en trabajos singulares. Y este proyecto os aseguro, que es bastante singular.
¿Qué es el encofrado deslizante?
El encofrado deslizante es una técnica constructiva que facilita la ejecución de determinadas estructuras. Dicha técnica consiste en un encofrado rígido, que se va desplazando en vertical, a un ritmo de 5 a 20 cm/h mientras va endureciendo el hormigón vertido en tongadas en el encofrado y es elevado mediante un sistema de gatos hidráulicos.
Este sistema, entre otras peculiaridades, presenta un ritmo de trabajo constante de 24 horas por lo que la organización debe ser milimétrica.
Mi experiencia como ingeniero en el desierto de Atacama, Chile
Después de realizar el proyecto en España y de enviar parte del material necesario, llegó el momento de hacer las maletas para embarcarnos en una nueva aventura.
Los aterrizajes no suelen ser fáciles y éste no iba a ser menos por lo que nada más llegar, nos encontramos con las primeras complicaciones administrativas y burocráticas. Tuvieron que pasar varios días hasta que, por fin, conseguimos luz verde para poder acceder al proyecto.
Durante la obra, todo el equipo nos alojamos en la ciudad de Calama, ciudad famosa en Chile por ser conocida como la ciudad de las tres P (Polvo, Perros y P…), no está muy bien vista entre los propios chilenos. El alojamiento estaba a una hora aproximada de la obra y transcurría parte del trayecto por el desierto. Era nuestro París – Dakar diario.
Como os he comentado anteriormente, parte del material que componía el proyecto fue enviado desde España, pero otra parte fue fabricada en las maestranzas chilenas, concretamente, las partes más voluminosas y pesadas que componían el encofrado.
Pues bien, una vez recibido el material, nos pusimos manos a la obra. Se empezó a replantear el encofrado para su montaje con los consiguientes nervios y prisas iniciales, pero al final el trabajo junto con el esfuerzo de la primera avanzadilla del equipo salió adelante.
Después de muchas gestiones con la obra, la maestranza, los trabajadores… llegó el día D, que no era otro que el comienzo del deslizado. Ese día eran todo nervios y preocupaciones ya que los ojos de muchas personas estaban sobre nosotros. Durante este tipo de operaciones os puedo asegurar que entran en juego muchos factores, pero el esfuerzo mereció la pena, pues el botonazo que dio comienzo en la central hidráulica al deslizado fue todo un éxito. No esperábamos menos.
Como decía, el desierto de Atacama se caracteriza por ser el más seco del mundo, pues bien, como curiosidad creo que seré de las pocas personas que ha visto llover 2 veces en el desierto. En las obras exteriores, habitualmente la lluvia es un inconveniente. Os puedo asegurar que en el desierto el reto se multiplica,provocando una mayor necesidad aún de gestión y coordinación.
Otro de los episodios “curiosos” que vivimos fueron los seísmos. El primero que me tocó vivir fue durante una reunión de obra; inicialmente pensaba que era el paso de un rulo, pero en cuanto vi cambiar las caras del personal local me di cuenta de que eso no era normal, por lo que pusimos pies en polvorosa lo más rápido posible.
Con todo esto, seguíamos trabajando y deslizando, poquito a poquito, luchando contra el hormigón, medios auxiliares, problemas con las entregas de material, colocación de ferralla, final de la Copa América de Fútbol, sol, cambio de temperaturas día / noche y problemas varios que iban surgiendo en la obra y que teníamos que ir solventando de la mejor manera posible para no comprometer el ritmo.
Aún con todas las dificultades mencionadas, tanto la obra como el equipo, estaba contento con el duro trabajo realizado. Hasta que llegó el día del parón. El parón fue consecuencia de una huelga y produjo un frenazo en el ritmo del proyecto. Tras varias semanas parados pudimos continuar con nuestro arduo trabajo que se prolongó durante unas semanas más.
Afortunadamente en algunos casos y como dice la canción, todo llega a su fin, y así ocurrió cuando dimos el último botonazo, se colocó la última barra de ferralla y se volcó el último cubilete de hormigón. En ese momento todo fueron abrazos y alegrías, olvidando de golpe los momentos difíciles, y por supuesto, sintiendo un gran orgullo por pertenecer al proyecto.
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