Después de mas de 40 días de confinamiento, los enormes sacrificios contra los efectos de la pandemia del COVID-19, que están haciendo día a día los profesionales sanitarios de nuestro país, requieren ponerse como modelo para gestionar el futuro de nuestra sociedad. No podremos agradecer suficientemente su valentía y su servicio para vencer a la enfermedad.
Pero también es necesario reconocer la gran entrega, dedicación y esfuerzo de miles de trabajadores no sanitarios de diversos ámbitos que diariamente prestan sus servicios en hospitales, en supermercados, o velando por nuestra seguridad, o manteniendo nuestras calles limpias y libres de residuos, que no se quedan en casa para que el resto podamos realizar un confinamiento que frene el contagio del virus.
Algunos de estos trabajos, como la limpieza y desinfección de las ciudades, y la recogida de residuos, están siendo realizados por trabajadores que se han hecho visibles por la situación que vivimos y se han ganado el cariño y los aplausos de los vecinos desde sus ventanas.
Este enorme esfuerzo realizado en beneficio de todos los ciudadanos y, en especial de los más vulnerables, merece un reconocimiento a su calidad como personas y a su profesionalidad en el desempeño de sus funciones, que hace que nos sintamos orgullosos de ellos. Cuando todo esto pase, quedará una inmensa gratitud con todos, especialmente con los que han estado en las primeras líneas de actuación, que me gustaría, de alguna manera, que no quedase en el olvido.
Entre esos miles de profesionales comprometidos, se hallan los trabajadores de Ferrovial Servicios que, con su lucha inagotable, están haciendo posible superar esta epidemia. En esas primeras líneas de acción contra el COVID-19 hemos intensificado nuestro apoyo a todos los agentes implicados, en todos los ámbitos donde prestamos nuestros servicios y, muy especialmente, en las ciudades para cuidar de sus vecinos. Por eso es fundamental que nadie se quede paralizado ante la magnitud de este enorme problema. Todo lo contrario: hemos elegido ser parte de la solución activamente, porque hay muchas formas de colaborar.
Estamos viviendo una situación que ha perturbado a nuestra sociedad a nivel global y que marcará, sin duda, a generaciones futuras. No hemos vivido nunca algo parecido y, especialmente nuestros hijos, que se van a ver obligados a liderar en un futuro cercano un mundo que, necesariamente, ha de cambiar para bien. Y tendrán la capacidad de adaptarse a situaciones de crisis y complejidad.
Muchas personas están sufriendo la enfermedad y la pérdida de seres queridos, directa o indirectamente. A esa angustia se le va a unir la enorme incertidumbre que va a generar una crisis económica derivada de la sanitaria. Por eso es imprescindible ser conscientes de la situación que nos vamos a encontrar cuando venzamos al virus y volvamos a nuestros puestos de trabajo y a nuestros negocios con normalidad. En definitiva, cuando volvamos a nuestras vidas.
El confinamiento nos ha regalado momentos para reflexionar sobre los errores que, como seres humanos, hemos ido cometiendo con el paso del tiempo y de nuestra propia existencia. Errores que tienen mucho que ver con nuestra actitud en relación con el mundo en que vivimos, con las personas más vulnerables, o con costumbres arraigadas que se mantienen a pesar de los siglos. Esta reflexión nos tiene que ayudar a partir de ahora para adaptarnos lo antes posible a esta nueva situación. Tenemos que generar estímulos para mejorar la eficacia y la productividad. En ningún momento podemos dejarnos llevar por las circunstancias y esperar a que se vuelva a la normalidad sin actuar. Ya hemos demostrado en otras situaciones de crisis una gran solvencia y ahora tenemos por delante otra prueba que seguro vamos a superar.
Me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones que son resaltables:
La primera, derivada de lo comentado, tiene que ver con el grado de entrega y compromiso de los profesionales sanitarios en España. Sumo también al resto de trabajadores de otros sectores que han asumido la situación de manera incansable e inagotable. La pandemia ha sacado lo mejor de nosotros y la solidaridad ha aflorado con fuerza, tanto para los que se quedan en casa como para los que no pueden quedarse en ella.
La segunda reflexión va orientada a la manera en la que trabajamos. De un día para otro hemos pasado al teletrabajo, práctica laboral que se está desarrollando adecuadamente y que no estaba muy instaurada todavía, y que, seguro, se va a convertir en habitual en nuestro día a día a partir de este momento. La distancia hoy no es un problema porque gracias a la tecnología seguimos conectados y hemos hecho posible que todo funcione.
La tercera es más existencial: cómo todo puede cambiar en segundos. La insignificancia del ser humano en el mundo. El pasado 22 de abril, celebramos el Día de la Tierra. Hoy, más que nunca, se hace necesario que todos y cada uno de los días sean días de la Tierra. En estos tiempos de pandemia quizá debamos plantearnos seriamente que el maltrato a nuestro planeta está pasándonos factura también en forma de virus. Y este ha decidido meternos en boxes para que nos demos cuenta del efecto que hemos generado; sólo hay que fijarse en la gran cantidad de imágenes comparativas de las ciudades antes y después de los confinamientos.
Este puede ser un buen momento para concienciarnos, de una vez por todas, de la necesidad de hacer frente al cambio climático producido por la contaminación de nuestras ciudades y mares, o de reconocer la importancia esencial de respetar y conservar la biodiversidad de la Tierra y la interdependencia entre sus ecosistemas y todos los seres vivos, incluidos, por supuesto, los seres humanos. Sin planeta no hay vida.
La buena noticia en medio de la adversidad trata de que el futuro aún está en nuestras manos y tenemos la gran oportunidad de aprender de los errores para evitar cometerlos de nuevo y que el aprendizaje de esta experiencia nos llevará a ser más conscientes de que el equilibrio es más fácil de romper de lo que pensamos. Ese va a ser nuestro principal cometido cuando hayamos vencido al virus todos unidos y volvamos de nuevo a recuperar nuestras vidas más allá de los límites de las paredes de nuestras casas.
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