Residuos
Conservación del medio ambiente

Así llevamos el respeto por el medio a las obras del metro: una historia de retos y oportunidades

22 de febrero de 2021

Transmitir la importancia de respetar el medioambiente es siempre una tarea complicada. Implica cambiar hábitos e implantar buenas prácticas. Cuando se trata de garantizar la correcta gestión ambiental de un gran proyecto, los retos se multiplican. Cada situación es diferente, y a cada paso que damos surgen nuevos desafíos y singularidades.

El proyecto de las nuevas líneas de metro en Santiago de Chile es un buen ejemplo de los retos que puede plantear mitigar el impacto en el medioambiente de una obra grande y compleja. Es también un ejemplo de la importancia de la creatividad y el trabajo en equipo para hacer frente a las dificultades. Y es, en definitiva, un proyecto que me permitió crecer de forma personal y profesional a la vez que ponía mi granito de arena para mejorar el desarrollo sustentable de la ciudad.

Obras para mejorar en sostenibilidad

La creación de la línea 6 de metro supuso un gran cambio para la ciudad de Santiago de Chile, que actualmente cuenta con el metro más moderno de Latinoamérica. Con sus nuevas estaciones, permitió que 1,1 millones de personas tomasen cada día el metro en lugar de sus vehículos privados u otros medios de transporte como el autobús. Esto ha conseguido reducir el tráfico rodado en la ciudad y, por consiguiente, el número de atascos y la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero. Además, permite ahorrar a cada una de esas personas cerca de una hora al día en desplazamientos; una hora más al día que tienen para su disfrute personal.

El metro en Santiago de Chile

Sin embargo, la creación de nuevas líneas de metro implica obras muy complejas en las que también debe protegerse el medioambiente. Es ahí en donde entra en juego mi trabajo, para coordinar la gestión ambiental y garantizar que las actividades afecten lo mínimo posible al entorno natural y a las comunidades que viven y trabajan a su alrededor.

Uno de los desafíos más complejos es, sin duda, coordinar la retirada y la gestión de los residuos. En las obras de la línea 3 nos encontramos con dificultades añadidas, ya que, en este caso y a diferencia de la línea 6, la obra no pertenecía a Ferrovial: nuestra empresa se encargaba únicamente de la instalación de los revestimientos de las estaciones, además de la construcción de dos de ellas. Las restantes 16 estaciones no estaban a nuestro cargo.

Se planteó un gran desafío: ¿cómo podíamos sacar los residuos de esta obra subterránea, que no era nuestra, sin entorpecer el resto de las tareas? Llegados a este punto decidimos innovar e idear nuestro propio sistema de clasificación y retirada de residuos.

Recipientes reutilizados, un truck móvil y una idea innovadora

La solución a la que llegamos partía de una idea muy sencilla, pero también muy efectiva: reutilizar recipientes para crear nuestro propio sistema de acopio. Se cortaba su parte superior y así se habilitaban como contenedores. Para el acopio de los residuos no peligrosos, empleamos estanques plásticos IBC de una capacidad de 1000 litros. En el caso de los peligrosos, como las resinas tóxicas que se utilizaban para pegar los revestimientos, reutilizamos tambores metálicos de 200 litros. De esta forma íbamos organizando la recogida de residuos.

tambores metálicos de 200 litros

Para sacarlos de la obra, utilizamos el propio truck móvil que servía para ingresar materiales. En él introducíamos los bidones y los tambores, que se iban llenos y volvían vacíos. De forma regular, el truck móvil iba pasando por todas y cada una de las 16 estaciones de la obra. Para coordinar y organizar las recogidas de residuos, optamos por la opción más rápida y sencilla: un grupo de WhatsApp.

un truck móvil

Otro de los grandes desafíos de las obras en la línea 3 estuvo relacionado con la gestión de elementos líquidos como la lechada, el residuo que queda tras la producción de hormigón. En este caso, utilizamos de nuevo el sistema de los estanques IBC, pero con una diferencia fundamental: era necesario trasladarlos a las zonas de gestión de residuos rápidamente. Si nos demorábamos, la lechada se solidificaba. Esto nos obligaba a estar muy coordinados y trabajar con agilidad.

Y el desafío más grande y menos visible fue no generar residuos. Implantamos la metodología BIM aplicándola a la logística y conseguimos reducir en un 90% los sobrantes del material en comparación con los mismos trabajos en la línea 6.

La importancia de la concienciación

Gran parte de mi trabajo en estas obras consistió en formar, educar y concienciar a nuestros propios trabajadores. Establecer buenas prácticas es fundamental, pero también muy complicado. Sobre todo, por el hecho de que cada equipo tiene sus propias singularidades y cada obra, sus propias problemáticas. Además, estamos hablando de equipos repartidos a lo largo de 22 kilómetros en 18 estaciones. Esto hace necesario adaptar las capacitaciones para cada uno de los grupos.

Sin embargo, existen ciertas líneas generales que siempre se repiten. A mí me gusta señalar que, cuando realizamos una obra, estamos de visita. Y, por consiguiente, debemos comportarnos de forma adecuada y minimizar al máximo nuestro impacto en ese lugar: recogiendo correctamente la basura, evitando hacer ruidos molestos, respetando a los vecinos y haciendo un uso responsable del entorno. Se trata de mensajes que deben calar, ya que nuestro objetivo es formar a personas íntegras que se preocupen por la salud de su entorno tanto en el trabajo como en casa.

Entra en juego, también, la relación con la propia comunidad, que también puede generar desafíos. Una de nuestras obras en la línea 6, por ejemplo, comenzó a utilizarse como botadero (vertedero) ilegal. De madrugaba llegaban camiones que depositaban allí basura y escombros. En otra ocasión nos encontramos con que algún vecino había abandonado allí incluso una yegua.

En casos como estos nos tocaba hacernos cargo de la situación, avisar a la municipalidad y buscar medidas para solucionarlo. Nos valían también para plantearnos cómo a través de nuestras buenas prácticas podíamos tratar de influir de forma positiva en el entorno. Es una tarea complicada, pero muchas veces da sus frutos. Y entonces es muy gratificante.

Al final, a base de empeño y constancia, hemos logrado generar conciencia en nuestros equipos, de manera que hoy cuidan los árboles, están pendientes de no realizar contaminaciones accidentales, separan los residuos, son proactivos en las medidas a tomar, etcétera.

Retos y oportunidades

El proyecto de las líneas de metro de Santiago de Chile estuvo lleno de retos, pero también de oportunidades. Participar en un proyecto tan grande, tan emblemático y tan importante me produjo una gran satisfacción, tanto a nivel personal como profesional. Me permitió estar presente y colaborar con mis conocimientos en unas obras tan necesarias para la ciudad.

obras en la línea 6

Este trabajo no hubiese sido posible sin la ayuda de Seida González, quien siempre ha visto en mí un gran potencial y ha sabido guiarme para obtener buenos resultados en cada obra. Aparte de mi jefatura directa, tuve la suerte de contar con el apoyo de Ricardo Munguía, quien siempre confió en mí y me dio la oportunidad de ejecutar el proyecto. Profesionales como él apuestan por traer energía innovadora a la empresa y aprovechar todas nuestras ideas.

Fue también él quien impulsó mi nominación a los Wice Awards para la categoría Best Woman in Environment and Sustainability, en relación a mi trayectoria laboral relacionada con el cuidado del medioambiente. Demostrando, una vez más, el valor de confiar en el talento joven y de apostar por nuevas formas de encarar nuestro trabajo.

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