¿Qué es una infraestructura flexible? (Y por qué necesitamos más)
17 de septiembre de 2021
Cuando llegó la pandemia, la mayoría de los aeropuertos internacionales tuvieron que hacer frente al mismo problema: sus grandes y espaciosas terminales, de repente estaban vacías. Los pasajeros recorrían los pasillos embaldosados, mientras los aparatos de aire acondicionado los mantenían frescos y los limpiadores limpiaban a su alrededor. Desde el punto de vista de los pasajeros, la experiencia no era muy diferente. Quizás el duty free estaba cerrado, pero aparte de eso, el espacio por el que se viajaba seguía siendo el mismo.
Pero desde el punto de vista de la gestión de activos, constituía un serio desafío. Calentar y enfriar un espacio abierto tan grande como la terminal de un aeropuerto es muy costoso. Cuando estos espacios abiertos se diseñan para decenas de miles de personas, las proporciones tienen sentido, pero cuando solo son unos cientos, no es demasiado eficiente. Unos espacios tan gigantescos están muy bien cuando el aeropuerto está a plena capacidad. Cuando no es así, se convierten en un problema.
Cuando una infraestructura no puede adaptarse al cambio, podemos hablar de infraestructura inflexible o con un único fin. Y estamos rodeados de este tipo de infraestructura. La pandemia también supuso un reto para las autopistas urbanas e interurbanas, casi fantasmagóricas y sumidas en el silencio, que no podían cumplir su único fin de ser una ruta para los vehículos de A a B, pero aun así había que mantenerlas limpias y seguras.
¿Qué es una infraestructura «flexible»?
La infraestructura inflexible es estática. No puede cambiar. Sin embargo, la infraestructura flexible es aquella que puede adaptarse a acontecimientos muy poco probables pero con un alto impacto, como una pandemia, ya sea adaptándose a la nueva demanda o proporcionando opciones de uso alternativas.
Imagine una terminal de aeropuerto con forma de mano, con un pasillo que conduce a cinco pasillos diferentes. Cada uno de estos pasillos podría tener 4 o 5 puentes aéreos unidos. En este diseño, si ya no se necesitara el 80% de la capacidad de la terminal (como ahora), se podría cerrar el 80% del espacio, y así ahorrar calefacción, electricidad y otros servicios necesarios para mantener el edificio.
En este ejemplo, un diseño flexible de la terminal del aeropuerto desde el principio, permitiría mantener su propuesta de valor. No es un diseño perfecto, ni mucho menos, pero sirve para hacernos una idea de cómo la flexibilidad de las infraestructuras puede ayudarnos a adaptarnos en momentos como el que estamos viviendo. A medida que el número de pasajeros disminuye, se deberían poder ajustar los gastos de explotación (opex).
Piense en su casa. Al entrar, enciende la luz del pasillo. Al salir del pasillo, apaga la luz y enciende la del salón. Le apetece cocinar algo y enciende el horno para que se caliente. Termina de cocinar, apaga el horno y enciende la televisión. Como hace frío, cierra la puerta y enciende la calefacción de esa habitación. Eso es flexibilidad. Una casa inflexible enciende las luces, la televisión, el horno y la calefacción a la vez, tanto si los necesita como si no. En ese caso, los costes operativos de la casa se disparan.
Utilizar la información para diseñar la flexibilidad
Existen diferentes grados de flexibilidad que se pueden aplicar al diseño de las infraestructuras. Y no solo tiene que ver con la forma del edificio, sino también con los servicios. En el ejemplo del aeropuerto, podría ser la zona de tiendas o el sistema de equipajes. En el caso de una autopista de peaje, podría ser dar un espacio extra a determinados vehículos a ciertas horas del día. Un carril más para el transporte público por la mañana y más espacio para los vehículos comerciales durante el día, por ejemplo.
Sin embargo, cuando se diseña la flexibilidad de una infraestructura, hay que tener en cuenta las necesidades de la población local. Cada población tiene unas necesidades determinadas. Existen diferencias culturales y de hábitos incluso entre las diferentes regiones de un mismo país.
Como ayuda para diseñar la flexibilidad de una infraestructura, utilizamos algo llamado gemelo digital. Un gemelo digital puede ser un conjunto de datos recopilados que contienen información sobre el tipo de vehículos en un momento determinado del día. Puede utilizar esos datos para simular, entre otras cosas, lo que ocurriría en la autopista si se convirtiera un carril de uso general en un carril para vehículos de alta ocupación (HOV, por sus siglas en inglés).
Los gemelos digitales también puede ser mucho más visuales; espacios en 3D que permiten juzgar el aspecto de una infraestructura. Los gemelos digitales en 3D permiten compartir los diseños con las comunidades locales y recibir su valiosa opinión. Esta información puede introducirse en el gemelo digital, analizarse y perfeccionarse.
Es importante que haya un equilibrio
Una infraestructura flexible es aquella que puede adaptarse a los cambios y ser más rentable con el tiempo. Es una infraestructura en la que la flexibilidad se ha diseñado desde el principio. Pero la realidad es que la flexibilidad al 100% no es posible. No existe la carretera de peaje perfecta. Los comportamientos de los usuarios dictan lo que es una infraestructura perfecta, y esos comportamientos varían en todo el mundo.
Pero comprender el comportamiento de los usuarios mediante el uso de gemelos digitales y las opiniones de los clientes permite alcanzar un equilibrio entre el opex, el gasto de capital y la flexibilidad, creando así la infraestructura más flexible para ese momento y lugar.
La infraestructura flexible como principio nos permite hacer un futuro más sostenible para la infraestructura.
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