Diseño y construcción

¿Cómo sería el mundo sin el ascensor?

28 de febrero de 2023

En la exposición del Palacio de Cristal de Nueva York de 1854, un hombre se subió a una plataforma de madera que colgaba a varios metros por encima del suelo y pidió que cortasen la única cuerda que la sujetaba. Cuando lo hicieron, los gritos de pánico de los curiosos asistentes se convirtieron rápidamente en una gran ovación. 

“A salvo”, proclamó el hombre tranquilamente desde la plataforma, que apenas había caído un par de centímetros antes de quedar bloqueada. Se llamaba Elisha Graves Otis y tenía un objetivo: mostrar su nuevo sistema de seguridad anticaídas para ascensores. Con este invento, Otis transformó la historia de los ascensores y, con ella, la de la construcción.

Junto a otros elementos como el acero y el hormigón, los ascensores hicieron posible la construcción (y la habitabilidad) de grandes edificios y rascacielos, cambiando para siempre la forma en que entendemos y nos movemos en las ciudades.

De Roma a Versalles: la historia del ascensor

Las primeras referencias a los antepasados del ascensor (con sistemas similares a los de los montacargas, que se accionaban manualmente con cuerdas) se remontan al mundo antiguo. Nos llevan a las obras y los inventos del griego Arquímedes y del romano Vitruvio, y al diseño de plataformas que servían para alzar objetos, probablemente materiales y herramientas de construcción.

En el Coliseo de Roma, un edificio que cuenta con varios pisos y un complejo entramado de túneles y mazmorras en sus sótanos, los elevadores tenían una importancia fundamental. A menudo eran usados para trasladar a los condenados, a los gladiadores o a los animales (como leones y tigres) de los pisos inferiores a la arena del anfiteatro. 

Siglos más tarde, los arquitectos del palacio de Versalles idearon también un sistema para conectar verticalmente diferentes pisos del edificio. La historia nos cuenta que lo usaba el rey Luis XV para ir de sus aposentos a los de su amante, Madame Châteauroux. 

Imagen del elevador diseñado por el ingeniero Konrad Kyeser en el siglo XV

Imagen del elevador diseñado por el ingeniero Konrad Kyeser en el siglo XV. Gun Powder (Wikimedia Commons)

Se trataba de un mecanismo bastante básico, que se movía gracias a la acción del contrapeso y accionado por los sirvientes del rey. La idea no había evolucionado mucho desde el mundo antiguo: por aquel entonces, las personas no tenían mucho interés en subirse a una pequeña caja que podía ahorrarles subir unas cuantas escaleras, pero también causarles una aparatosa caída.

Los diferentes prototipos que iban surgiendo – basados en sistemas de cuerdas, poleas, de vapor, hidráulicos o similares a los de las grúas, entre otros – se utilizaban para transportar materiales en obras, minas o astilleros, por ejemplo. Los ascensores que permiten a las personas subir varios pisos verticalmente y sin temor a sufrir un accidente no se popularizaron hasta mediados del siglo XIX, tras la aportación de Elisha Graves Otis.

La Otis Elevator Company

Elisha Graves Otis nació en Vermont, Estados Unidos, en 1811. Tras pasar por diferentes empleos y ciudades, comenzó a trabajar en un encargo diferente: crear una nueva fábrica en Yonkers (en el Estado de Nueva York). Fue entonces cuando, entre planos y bocetos, ideó el sistema provisto de un sistema de seguridad.

Este se basaba en un mecanismo dentado que se abría y se enganchaba al eje del ascensor en el caso de que se partiese la cuerda que lo sujetaba. A diferencia de los que existían en el momento, garantizaba que sus usuarios no acabasen cayendo al vacío durante varios metros, hasta acabar chocando contra el suelo. 

Diseño del ascensor de Elisha Graves Otis tal y como figura en su patente

Diseño del ascensor de Elisha Graves Otis tal y como figura en su patente. Pil56 (Wikimedia Commons). 

Convencido del futuro de su idea, Otis abrió una fábrica y fundó su propia empresa, la Otis Elevator Company. Sin embargo, durante los primeros meses, apenas consiguió vender un par. Era necesario demostrar que sus ascensores eran seguros, y su llamativa actuación en la exposición del New York Crystal de 1854 funcionó. 

En unos años, sus ascensores empezaron a ser habituales en muchos edificios de Nueva York y, poco después, de las ciudades del resto del mundo. La empresa ha instalado sus ascensores en edificios tan emblemáticos como la Torre Eiffel, el Empire State, las Torres Petronas o el Burj Khalifa. Aunque su creador no vivió para verlo: Elisha Graves Otis murió a causa de la difteria en 1861, con solo 49 años. 

El ascensor que cambió el mundo

El mecanismo de seguridad de Otis supuso la expansión de los ascensores y dio un giro a la historia de las ciudades. Favoreció, en primer lugar, que se construyesen edificios más altos: subir andando y desplazar objetos pesados ya no suponía un problema, por lo que las ciudades empezaron a crecer no solo en horizontal, sino también en vertical. 

El skyline de Nueva York

El skyline de Nueva York es un ejemplo de cómo los ascensores transformaron las ciudades. Chase Baker (Unsplash)

Con este cambio, empezaron a construirse también grandes superficies comerciales, en las que los ascensores transportaban tanto los bienes como a los trabajadores y a los clientes de una planta a otra de forma sencilla, cómoda y rápida. 

Se transformó, también, la jerarquía de las ciudades y las viviendas. Tal y como explican en el pódcast Lift Going Up, de la BBC, antes de la revolución del ascensor los últimos niveles de cada edificio eran considerados los peores. Había que subir andando hasta ellos, estaban más cerca del tejado y presentaban muchos más problemas que los de las plantas bajas. 

Con el ascensor, esto cambió: se convirtieron en espacios más interesantes, al alcance de unos pocos. Sus desventajas se convirtieron en cosa del pasado y empezaron a valorarse sus aspectos positivos, como sus vistas despejadas o su luminosidad. El ascensor se convirtió durante unos años en un símbolo de estatus. Un artículo de lujo que, al igual que en un edificio, podía elevarte en la sociedad.

Edificio con ascensores

Los ascensores son también parte fundamental del diseño de muchos edificios. Sung Jin Cho (Unsplash).

De hecho, los primeros ascensores fueron un excelente reclamo para hoteles y centros comerciales. En 1858, cuentan desde la BBC, muchos clientes acudían a ellos no solo a comprar, sino también a viajar en este nuevo medio de transporte que permitía subir (eso sí, lentamente) hasta cinco, seis o siete pisos sin esfuerzo. 

Hoy, apenas prestamos atención a los ascensores. Solo lo hacemos cuando están estropeados, cuando presentan alguna novedad técnica o cuando sus creadores nos prometen nuevos servicios, como cabinas sin cables que se moverán tanto en horizontal como en vertical. Sin embargo, echando un vistazo a nuestras ciudades, no podemos evitar preguntarnos: ¿cómo sería hoy nuestro mundo sin el ascensor?

 

Imagen principal: Mahad Aamir (Unsplash)

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