Desarrollo local y rural

Así pueden transformar las infraestructuras las zonas más despobladas

08 de febrero de 2023

La crisis energética en la que actualmente nos encontramos está impulsando a su vez la transformación energética. La necesidad de ruptura con la dependencia del gas ruso junto con las políticas de carbón cero por parte de muchos países, han acelerado la transición hacia las energías renovables.

La construcción de estas nuevas infraestructuras energéticas es una oportunidad para áreas poco pobladas e industrializadas que año a año pierden población en España. Tanto el proceso de construcción como su puesta en funcionamiento generan una transformación demográfica, creando empleo y atrayendo población. El impacto en el desarrollo económico de la región no es sólo directo, sino que, además, implica un aumento en la calidad de vida de la población, con la creación de otras oportunidades laborales o la mejora de las comunicaciones a partir de la construcción de nuevas infraestructuras de transporte.

Un ejemplo con mucha historia

En 1911, la recién inaugurada compañía Unión Eléctrica Madrileña S.A. (posteriormente, Unión Fenosa y hoy, Naturgy) comenzó a construir la central hidroeléctrica de Bolarque. 

La historia de Bolarque es, también, la historia de todos los pueblos de su alrededor. Su construcción transformó y llevó el desarrollo a la zona, demostrando así, como la creación de infraestructuras puede mejorar la situación socioeconómica de lugares despoblados. Tiene la capacidad de atraer trabajadores y de mejorar la calidad de vida de las personas.

La historia de Bolarque es, por otro lado, la de mi familia. La creación de esta central hidroeléctrica y del poblado que creció a su alrededor marcó la vida de mis abuelos y fue el escenario de las historias que he escuchado desde niña, una y otra vez.

La central y el poblado atrajeron a trabajadores y familias de diferentes puntos de España. Además de las personas que trabajarían en la central – que por aquel entonces eran muchas, ya que todavía no se había automatizado el trabajo y la mayoría de las tareas eran manuales – llegaron también muchas otras con otros empleos: médicos, maestros, panaderos, cocineros, Guardia Civil y un largo etcétera.

Antigua foto de Bolarque

 

Esto hizo que toda la zona tuviera un desarrollo económico y social importante e impulsó la creación de infraestructuras básicas. Salto de Bolarque pasó a tener todo lo que no tenían los pueblos de alrededor: desde un hotel hasta luz eléctrica en las casas, pasando por agua potable e incluso cuartos de baño. Además, la evolución de las infraestructuras de transporte fue exponencial, pues de simples caminos de difícil tránsito se construyó la ampliación del ferrocarril del Tajuña, creando también una nueva estación “Sayatón-Bolarque”. 

El impacto que esto causó en la zona quedó retratado en la vida de muchos de los vecinos de los pueblos de alrededor. Yo lo conozco de primera mano por la experiencia de mi abuela, Dori López: cuando tenía solo 13 años, se mudó de Albalate de Zorita, nuestro pueblo, hasta el Poblado de Bolarque para vivir con su tío, el cura Pablo Arias. 

“Cuando llegué, vi que la casa en la que viviría tenía agua corriente, y un cuarto de baño, algo que nunca antes había visto, pues en mi pueblo no había agua corriente en las casas” – Dori López, habitante del Poblado de Bolarque entre 1952 y 1964.

Cuando volvió a Albalate de Zorita, 12 años después, conoció a mi abuelo, que trabajaba en la central nuclear que abrieron en la zona en los años 60. Poco después, fue trasladado a la central hidroeléctrica, por lo que la vida de mi abuela volvió a estar ligada al Salto de Bolarque. Pero las cosas habían cambiado: las infraestructuras de transporte habían mejorado mucho y ya era posible ir y volver a Bolarque en pocos minutos, por lo que continuaron viviendo en nuestro pueblo. 

El poder de las infraestructuras

La red de carreteras que permitió a mi abuelo ir a trabajar a la central hidroeléctrica cada día se construyó prácticamente de cero. Este es solo uno de los muchos ejemplos de cómo la creación de infraestructuras (de comunicaciones, transportes o, en este caso, energéticas) tiene la capacidad de transformar y dar vida a zonas con poca población y poca actividad económica.

A lo largo de las últimas décadas, la central hidroeléctrica de Bolarque ha seguido creciendo y genera cada vez más energía. Sin embargo, la introducción de la tecnología ha ido automatizando muchas tareas, por lo que ya no da empleo a tanta población. La lectura positiva que podemos hacer de esto es que muchos de los puestos de trabajo coincidieron con la vida de una generación, la de mi abuelo. A medida que estos trabajadores se iban jubilando, sus puestos iban desapareciendo, por lo que no supuso un gran impacto.

La zona cuenta con otros ejemplos, como los de la central nuclear José Cabrera, que se ubica en el término municipal de Zorita. La gran cantidad de movimientos de población que generó tanto su creación como su cierre pone de manifiesto cómo la creación de infraestructuras tiene la capacidad de transformar la realidad de las zonas, tanto rurales como urbanas.

Hoy hablamos mucho de la España vaciada, de la despoblación y de cómo los jóvenes se ven obligados a abandonar sus lugares de origen por falta de oportunidades. A su vez, debemos hacer frente a la crisis energética con soluciones responsables con el planeta y que frenen el cambio climático. Quizá una solución a ambos problemas está en la creación de infraestructuras sostenibles, que vuelvan a llenar de vida y de opciones las zonas rurales. 

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