Rompiendo barreras: el camino que he recorrido como mujer en la construcción y el diseño
08 de marzo de 2024
Cuando echo la vista atrás y repaso mi trayectoria hasta ahora, me quedo impresionada al ver lo lineal y lo lógico que puede parecer el camino que he recorrido. Pero, a decir verdad, cuando empecé no tenía ni idea de hasta dónde me llevaría mi carrera profesional.
Esta es una historia de crecimiento y de evolución. De cómo he ido cruzando las puertas que se iban abriendo en el camino. He descubierto que, si estás dispuesta a asumir retos, siempre hay oportunidades para ir avanzando. Lo único que hay que hacer es trabajar duro y, si eres mujer, seguramente tendrás que emplearte un poco más a fondo.
Unos cimientos firmes en arquitectura y diseño
Como la mayoría de adolescentes, yo no tenía claro lo que quería estudiar en la universidad. Me decanté por la arquitectura porque era lo que había visto en casa. Mi madre es arquitecta, vaya. Y siempre ha sido un gran referente para mí. El caso es que siempre se me habían dado muy bien y me habían gustado más todas las asignaturas técnicas, así que la arquitectura me pareció la opción más natural.
Me gradué y después cursé también el máster en Arquitectura en la Universidad de Navarra (España) con matrícula de honor. Durante la carrera tuve la oportunidad de trabajar como arquitecta en prácticas: en primer lugar, en un estudio de arquitectura en Bali (Indonesia) y, posteriormente, en Londres, donde me colegié como arquitecta en el Reino Unido.
A medida que fui cogiendo experiencia en arquitectura y diseño, me di cuenta de que quería centrarme en la gestión del diseño y la construcción. Así, para avanzar en esa dirección, me matriculé en un curso para titularme como gestora de proyectos APM y ampliar mis conocimientos.
Esa experiencia me llevó a aceptar un puesto como coordinadora de diseño en Ferrovial, donde tendría que enfrentarme al mayor obstáculo de mi carrera hasta entonces: pasar de un ambiente de diseño, en el que estaba acostumbrada a trabajar en una oficina donde las cosas iban bien y con tranquilidad y todo estaba perfectamente organizado, a trabajar en una obra de construcción.
La transición a la construcción y las infraestructuras
Cuando me incorporé a Ferrovial, le comenté a algunos de mis superiores directos que quería implicarme más en la estrategia y en el aspecto empresarial. Y me confirmaron que podía hacerlo, pero primero tenía que trabajar sobre el terreno.
Como mujer, la idea de trabajar sobre el terreno en las obras me pareció todo un reto. Sin duda, nuestra industria sigue definitivamente teniendo un mayor número de hombres que de mujeres. Al final disfruté de algunas cosas, pero creo que hay que tener vocación para poder desenvolverse bien del todo.
Llegué a trabajar en dos proyectos de muy alto nivel en Londres: la estación de Crossrail de Farringdon y la ampliación de la línea Northern. Y la verdad es que me siento muy agradecida por haber vivido esas experiencias. Adquirí los conocimientos y las habilidades técnicas que me permitieron dar los siguientes pasos en mi carrera.
El trabajo en la ampliación de la línea Northern de Londres
Como coordinadora de diseño, me encargué de la gestión de los subcontratistas, los proveedores externos y las relaciones con el cliente, por lo que pude participar en todas las fases del ciclo de vida del proyecto.
Parte de mi trabajo consistía en garantizar que lo que se hacía realidad sobre el terreno coincidiera con el diseño inicial del cliente. Cualquier cambio debía pasar por los procedimientos apropiados, como la garantía de seguridad y riesgo, así como recibir la aprobación del cliente, TfL London Underground.
¿Y por qué no siempre es posible seguir el diseño? Bueno, pues porque hay que tener en cuenta que los grandes proyectos como este se diseñan varios años antes de llevarse a cabo y que durante ese tiempo puede pasar de todo.
A veces el diseño original precisa un producto que ya no está en el mercado, o puede que surja un nuevo material de mejor calidad. Todo lo que propusiéramos como parte de la ingeniería de valor para ajustarnos más al presupuesto y a los plazos debía cumplir los requisitos y recibir la aceptación del cliente.
Aunque trabajar sobre el terreno me resultó todo un reto, también fue muy gratificante.
Ahora, cuando viajo en la línea Northern o en Crossrail, me fijo mucho en las estaciones. Son preciosas y es increíble la cantidad de gente que las utiliza cada día. Me siento muy orgullosa de decir que yo trabajé en esas obras. Es supergratificante.
La transición al desarrollo de negocio
Tras más de tres años trabajando en las obras sobre el terreno, pude seguir mi camino hacia el área que de verdad me apasiona: el desarrollo de negocio.
Primero, me incorporé al equipo de licitaciones y trabajé en proyectos de la talla del Lower Thames Crossing y la HS2, la nueva línea ferroviaria de alta velocidad de Gran Bretaña.
Después, llegué a mi puesto actual como responsable de desarrollo de negocio, donde me dedico a entablar relaciones con clientes y socios de empresas conjuntas y a identificar posibles proyectos futuros en el Reino Unido e Irlanda.
Me encanta la parte empresarial porque, al fin y al cabo, te permite comprender mejor por qué surgen los proyectos. Al final, los resultados solo se consiguen si hay un equipo que estudia la viabilidad del proyecto, piensa por qué se necesita esa construcción, analiza cómo se alinea con los objetivos, estrategia y valores.
Mientras que antes me centraba en el diseño físico del proyecto, ahora tengo la oportunidad de ayudar a diseñar el panorama general. Me hace mucha ilusión poder identificar ya proyectos que podrían construirse dentro de 10 o de 20 años y formar parte de un equipo que le va dando forma al futuro de la empresa.
¿Cómo pueden las empresas ayudar a las mujeres a triunfar?
Ser mujer en este sector no es nada fácil. Incluso ahora que me dedico a la estrategia de negocio, sigue pareciéndome normal ser a veces la única mujer de la sala.
No digo que deba haber forzosamente más mujeres. Está claro que nadie puede obligar a una mujer a dedicarse a algo que no quiere.
Pero sí que hay algo que las empresas pueden controlar: cómo tratan a las mujeres en su empresa. Es importante que las empresas ayuden a las mujeres a crecer, a desarrollar sus carreras y también a cuidar de su familia y a tener una vida más allá del trabajo. Tiene que haber un equilibrio entre afrontar retos y, al mismo tiempo, ser feliz y tener flexibilidad.
Es fundamental que haya mujeres trabajando en todos los niveles, desde jóvenes que empiezan su carrera hasta mujeres con altos cargos directivos. Por ejemplo, hace poco se ha incorporado a la División de Desarrollo de Negocio una nueva directora y es una magnífica líder, no solo por sus conocimientos, sino también por su carácter. Le apasiona ayudar a otras personas a crecer y creo que eso es superimportante.
Sentirte parte de la empresa te llena de fuerza y energía. Y que haya otras mujeres en distintos puestos de tu empresa también te ayuda a imaginarte adónde podrías llegar dentro de 5, 10 o 20 años. Sin duda, te hace crecer y trabajar por un objetivo. Hace que sientas que estás donde debes estar.
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