Calles de Florencia
Planificacion urbanistica

De Florencia a Zaragoza: ciudades en las que aún podemos ver cómo se organizaban las urbes romanas

17 de septiembre de 2024


Antes de poner la primera piedra de una nueva ciudad, los romanos consultaban a los animales salvajes si el lugar elegido era el correcto. Numerosos escritos cuentan que, siguiendo la tradición etrusca, diseccionaban un animal – normalmente, un ave – para examinar sus entrañas. Si sus pulmones y sus estómagos estaban sanos, se confirmaba que el aire y el agua de la zona eran saludables, y que la salud de las personas que se asentasen allí igualaría a la de los animales.

A continuación, el augur estaba listo para realizar la primera ceremonia en honor a la futura ciudad. Se rendía homenaje a los dioses y se pedía que el futuro de la urbe fuese exitoso y próspero. Pero detrás de todos estos ritos, había todo un proceso de planificación que iba más allá de lo simbólico. Los romanos elegían la ubicación de las ciudades teniendo en cuenta el acceso al agua, la calidad del suelo, la cercanía a materias primas o la posibilidad de establecer redes de comunicación con el resto de sus territorios.

Una vez elegido el emplazamiento, comenzaba un desarrollo urbanístico que en multitud de ciudades se materializaba en calles perfectamente ordenadas por cuadrículas. En algunas urbes, como Florencia, Mérida o Zaragoza, el trazado que dejaron los romanos hace miles de años todavía puede apreciarse hoy. Solo hace falta saber dónde buscarlo.

 ¿Cómo se organizaban las ciudades romanas?

Las ciudades romanas tenían una planta rectangular en la que dos calles cobraban protagonismo: el cardo y el decumano. La primera cruzaba la ciudad de norte a sur y la segunda lo hacía de este a oeste. El resto de las vías, más estrechas, se sucedían de forma paralela a las dos principales, formando una cuadrícula ordenada.

Restos del cardo en la ciudad romana de Gerasa, en Jordania.

Restos del cardo en la ciudad romana de Gerasa, en Jordania. Edgardo W. Olivera (Flickr)

En el punto en el que se unían el cardo y el decumano estaba el foro, un espacio amplio en el que solían ubicarse los principales edificios públicos – el equivalente a las ágoras griegas y un antepasado de nuestras plazas. A menudo (aunque cada ciudad tenía sus características y singularidades), en las cercanías del foro se ubicaban los mercados y todos los edificios dedicados al ocio, como las termas, los circos o los teatros.

Representación de la ciudad romana de Mediolanum (Milano, en la actualidad).

Representación de la ciudad romana de Mediolanum (Milano, en la actualidad). Wikimedia Commons.

Otra singularidad de las calles romanas era que se construían con una pequeña elevación en el centro, para facilitar la evacuación de las aguas hacia los sistemas de alcantarillado. Normalmente estas calles estaban empedradas, y en algunos casos contaban con sistemas de bloques levantados que tenían una función similar a la de los pasos de cebra y permitían cruzar la calle sin tener que bajar a la calzada.

¿En qué ciudades puedes encontrar una cuadrícula romana?

Este desarrollo urbanístico de las ciudades romanas fue tomando forma con el paso de los siglos. Sobre todo, a medida que los romanos fueron expandiendo su territorio y estableciendo colonias militares y bases en sus nuevas provincias.

Hoy, los registros históricos y los restos arqueológicos permiten determinar cómo eran los trazados realizados por los romanos en muchas ciudades actuales. Un buen ejemplo lo encontramos en Florencia, una ciudad que tuvo un importante crecimiento durante la Edad Media y el Renacimiento, pero que conserva también las huellas de su pasado romano.

Calle en Florencia

Calle en Florencia. Sarah Sheedy (Unsplash)

El casco antiguo tiene una planta rectangular en la que perviven el cardo y el decumano, que se cruzan en la Piazza della Repubblica. La sucesión de calles ordenadas y paralelas en el centro histórico contrasta con la de muchas otras ciudades europeas que crecieron durante la Edad Media, en las que el plano suele ser mucho más desordenado.

Otra ciudad en la que se aprecian los restos de un plano romano es Mérida. Aunque el trazado ha cambiado mucho, el centro histórico todavía se organiza en una sucesión de calles bastante ordenada y dispuestas en cuadrícula. Estas calles van a dar a parar a lugares y monumentos que mantienen su pasado romano, como el puente sobre el Guadiana, el arco de Trajano, el teatro y el anfiteatro.

En la lista de ciudades que mantienen restos del desarrollo urbanístico romano destaca también Zaragoza. La antigua Caesaraugusta ubicaba su cardo en lo que hoy es el área de la calle Don Jaime I, y su decumano en los alrededores de la calle Mayor. De esta forma, las calles cruzaban toda la ciudad de norte a sur y de este a oeste, conectando las puertas de la urbe.

Mapa de la ciudad romana de Caesaraugusta sobre la actual Zaragoza.

Mapa de la ciudad romana de Caesaraugusta sobre la actual Zaragoza. Wikimedia Commons.

¿Y qué sucede con Roma? Lo cierto es que las primeras urbes romanas tenían un crecimiento orgánico, no planificado: encontramos un buen ejemplo en la capital de Italia, que durante sus primeros años de historia fue formándose de forma caótica y desorganizada alrededor de las colinas y el río Tíber.

Y, a medida que el Imperio Romano pasó su época de apogeo y empezó a vivir su declive, las ciudades fueron adaptándose y cambiando para hacer frente a nuevos desafíos. Por ejemplo, la defensa: muchas urbes que habían basado su organización en favorecer el orden tuvieron que levantar murallas y fortalezas. La historia avanzó y se dio paso a la Edad Media, una época en la que las ciudades cambiaron y adoptaron otras formas de expansión – manteniendo, en muchos casos, el legado que los romanos habían dejado en sus suelos y sus calles.

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