¿Te cuesta desconectar después del trabajo? ¿Tienes dificultades para quedarte dormido? ¿Te resulta complicado centrarte en una tarea importante? ¿Pospones tareas complejas con frecuencia? Son síntomas de falta de flexibilidad o resiliencia cerebral. El cerebro se queda atrapado en frecuencias lentas y le resulta difícil cambiar a frecuencias más altas a medida que avanza el día, pero para entender por qué y cómo sucede, sin olvidar lo más importante, qué podemos hacer para tener un cerebro sano y productivo, antes recordaremos algunos conceptos básicos sobre este órgano prodigioso.
¿Cómo funciona el cerebro?
El cerebro es el centro de nuestro sistema nervioso. Es un sofisticado cuadro de mando, responsable de controlar el resto de los sistemas de nuestro cuerpo. Procesa, almacena información y formula las respuestas apropiadas, la mayoría de ellas de forma automática e inconsciente. Todo esto es posible gracias a una compleja y extensa red neuronal, que se comunica a través de señales eléctricas procedentes del cerebro y se miden en ondas cerebrales. Las frecuencias de las ondas cerebrales nos indican el estado del cerebro en un momento puntual.
Fue en 1875, el medico británico Richard Catón quien constató sobre animales que la actividad eléctrica del cerebro estaba ligada a la actividad mental. En los años 20, el neuropsiquiatra alemán Han Berger registró el primer electroencefalograma y, más tarde, descubrió la relación entre ciertas actividades mentales y las variaciones de la señal eléctrica emitida por el cerebro. Ya pensaba entonces que ciertas señales anormales reflejaban desordenes clínicos. En 1958, Joseph Kamiya, profesor en la Universidad de Chicago, entrenó a un voluntario para la emisión de ondas alfa (8-13Hz) y de esta manera confirmó la capacidad del ser humano de controlar sus propias ondas cerebrales.
¿Cómo el estrés puede causar el deterioro del cerebro?
Sin embargo, el estrés, la falta de sueño, una mala alimentación o hábitos poco saludables, pueden contribuir a nuestro deterioro cerebral. La pérdida de memoria, de la plasticidad cerebral y un adelgazamiento general de la corteza pueden afectar negativamente a nuestro bienestar mental, emocional y físico, sobre todo porque perdemos flexibilidad y capacidad de adaptabilidad. Nos volvemos más rígidos en todos los sentidos, consecuencia que no resulta nada favorable en un mundo cada vez más ágil y cambiante. El cerebro necesita gran flexibilidad para poder adaptarse a cada una de las actividades que llevamos a cabo a lo largo del día. Su ausencia puede afectar negativamente al rendimiento o al estado de ánimo, que los cambios se te hagan cuesta arriba y que la creatividad brille por su ausencia.
Entrena al cerebro para que sea más flexible
Como veíamos gracias al profesor Kamiya, ahora sabemos que podemos entrenar al cerebro para que sea más flexible y adquiera un mayor poder de recuperación. Es decir, que este tipo de problemas que tienen que ver con nuestro bienestar personal, pero que afectan a nuestro rendimiento profesional tienen remedio. Por eso, cada vez más, las empresas punteras que están a la cabeza en políticas de gestión de personas se apuntan a esta tendencia que tiene que ver con el wellness, basándose en lo que la neurociencia ha puesto de manifiesto. Pero, esto… ¿Cómo se hace?
Los pasos para entrenar tu cerebro
- Información
Una de las claves principales es ofrecer al cerebro lo que entiende y procesa, con lo que mejor se maneja: información. El cerebro es una máquina anticipatoria, por lo que la ausencia de información genera confusión, estrés y fantasía. Cuando una pieza no encaja, cuando falta información o no se contesta una pregunta, se genera una incertidumbre insostenible para nosotros. Nos quedamos enganchados y perdemos flexibilidad para pasar a otra tarea o a otro tema diferente. La comunicación es una excelente herramienta para calmar la mente. Si tienes equipo, recuerda ofrecer información siempre y a tiempo. Si eres un profesional, atrévete a preguntar cuando no sepas o cuando falte información.
- Entrenar la presencia
Existe una curiosa paradoja en nosotros. Nuestro cerebro funciona constantemente en presente, pero ante la falta de presencia, tendemos a irnos al futuro o a volver al pasado. Entrenar la presencia, o lo que es lo mismo, “haz lo que haces”, es la clave. La multitarea es enemiga de la presencia, nos hace mezclar nuestras ondas y generar cortocircuitos en nuestra cabeza. Errores, confusión, estrés, ansiedad, discusiones innecesarias, etc., son causadas a menudo por una pésima combinación de ondas cerebrales o por incapacidad para variarlas. Pensarás que en ocasiones, te has sentido muy productivo haciendo muchas cosas al tiempo, sin embargo es una actividad superficial donde estás reproduciendo pautas automáticas y mezclando frecuencias a la vez. Es decir, que no hay creatividad y que no estás dando lo mejor de ti mismo. Recuerda que cada tarea requiere ondas cerebrales determinadas. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]Busca espacios que te permitan trabajar con concentración y evita interrumpir a los demás.[/inlinetweet] Trabaja con presencia, y respeta el presente de los demás.
- Dar y recibir Feedback
El cerebro tiene la capacidad natural de re-organizarse, gracias a la neuroplasticidad. Ofrecer feedback o pedir feedback es un ejercicio muy saludable para nuestro cerebro. Le mantiene calmado y le permite modificarse y adaptarse pues tiene la vocación de aprender y mejorar constantemente. El feedback refuerza nuestros comportamientos efectivos y permite minimizar los que no funcionan. Sobre todo nos damos la oportunidad y se la damos a los demás de mejorar.
- Renovación
Incorpora en la agenda momentos de renovación.[inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»] Necesitamos equilibrar y compensar los picos de estrés con valles de tranquilidad,[/inlinetweet] es una buena fórmula para entrenar nuestro autocontrol. Los problemas vienen normalmente cuando una onda cerebral comienza a dominar la mayor parte del tiempo, cuando una es la protagonista de nuestro día a día, y esto es exactamente lo que está provocando la vida moderna. La cultura de estrés obliga a nuestro cerebro a permanecer en el patrón de ondas Beta (estados de alerta) constantemente cuyas consecuencias son nefastas para nuestro bienestar y por tanto para nuestro rendimiento. De aquí la importancia de aprender a provocar otro tipo de ondas, de frecuencias más lentas y bajas que conseguimos cuando estamos realmente relajados. Incluye slots de tiempo para el descanso en tu agenda; aplicar técnicas de relajación o meditar a diario resultan un gran entrenamiento.
- Actividades transitorias
Potenciar la resiliencia cerebral y fomentar la diversidad en nuestras acciones impacta positivamente en el cambio de onda. Puedes realizar actividades transitorias cuando tengas que cambiar de una tarea a otra muy diferente. Así darás tiempo a tu cerebro a adaptar su actividad eléctrica de forma progresiva para ir ganando en flexibilidad, al final conseguirás un alto nivel de resiliencia, ¡seguro! Por ejemplo, preparar una conversación o una reunión, antes de que sucedan, es una actividad transitoria. Hablar con una persona o consultar un tema con un compañero, mentor o superior, es una actividad transitoria cuando tienes que resolver un conflicto o tomar una decisión. Estas son actividades agotadoras para nuestra mente, por lo que ponérnoslo fácil no nos vendrá nada mal.
En síntesis, nuestra habilidad para atender, planificar, contactar o hacer cualquier cosa está íntimamente relacionada con la combinación de las ondas cerebrales que producimos. Y nuestra eficiencia depende de la flexibilidad que tengamos para pasar de una onda a otra. Así, la fluidez, ese momento en el que damos lo mejor de nosotros mismos, sucede cuando las ondas cerebrales están perfectamente alineadas con la tarea que estamos realizando. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]La elasticidad, la capacidad del cerebro para recuperarse de circunstancias negativas, se puede desarrollar.[/inlinetweet] Un cerebro elástico vuelve a su situación original rápidamente, ante una dificultad o una crisis, sin obstaculizarse con pensamientos repetitivos de autocrítica o negativos y esto produce equilibrio y bienestar. Así que trabajar a favor de uno mismo y no en contra, como hacemos cuando no prestamos atención a nuestras necesidades cerebrales, es dar en la diana para ser mucho más productivos en todo lo que emprendamos.
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