Hace hoy un siglo, en Madrid se circulaba por la izquierda y en Barcelona, por la derecha. No existían reglas estatales para regular el sentido de la circulación; y la capital de España no se pondría a conducir por la derecha hasta 1924. Pero el metro ya nunca se tocó. Hace hoy un siglo se inauguraba la primera línea del Ferrocarril Metropolitano de Madrid. Entre Sol y Cuatro Caminos, el tren subterráneo circulaba por la izquierda. Y así se ha quedado.
La inauguración del Metro de Madrid se hizo en diferido y se anticipó décadas al uso de la edición digital de fotografías en prensa. De aquellas primeras obras del Metropolitano saldría también un equipo que acabaría fundando Agroman, hoy la división de construcción de Ferrovial. Una empresa cuyo nombre quedaría ligado para siempre a la historia del Metro de Madrid. Pero empecemos por el principio.
Con los ojos abiertos
La primera inauguración del Metro de Madrid tuvo lugar un 17 de octubre de 1919. Las obras habían empezado algo más de dos años antes, el 17 de julio de 1917, de la mano de la Compañía del Metropolitano Alfonso XIII. Aquella inauguración fue, precisamente, para el monarca y otras autoridades.
Tras recorrer los 3,4 kilómetros de distancia entre Sol y Cuatro Caminos en unos 10 minutos (el tranvía tardaba media hora en superficie), todos se hicieron una foto para el recuerdo. Entonces solo había una oportunidad para captar la imagen; y Alfonso XIII salió con los ojos cerrados. Así que tocó retocarla para que pareciese que los tenía abiertos.
¿Has visto esta foto? Alfonso XIII salió con los ojos cerrados en la inauguración y fue retocado después #metro95años pic.twitter.com/VT2wmCrLYq
— Metro de Madrid (@metro_madrid) October 16, 2014
La segunda inauguración tuvo lugar días más tarde, el 31 de octubre de 1919. En aquella jornada, 56.220 viajeros se subieron al nuevo metro. Y miles de curiosos más quisieron ser testigos del momento histórico. Todos con los ojos abiertos, observando el futuro que se abría paso bajo sus calles. Las crónicas de entonces dan fe de ello.
“Tendrá Madrid, por último, esa cosa industrial que tanto decora y viste tan bien a una gran urbe moderna. Ya se alzan las estaciones en los puntos estratégicos, con su ferretería brillante, al uso de la presente arquitectura mecánica”, señalaba José María Salaverría en La Vanguardia, días antes de la inauguración.
“El metropolitano infundirá a Madrid un aire que ahora no tiene. Hay en Madrid, como generalmente en toda España, muchas cosas lentas. Contra esa lentitud son precisos todos esos sujetos de dinamismo y celeridad. Bancos, sociedades anónimas, empresas de reclamo, vías subterráneas”, continuaba. “El metropolitano será sin duda la cosa más revolucionaria, vivificadora y enérgica que se ha creado en Madrid desde hace muchos años”.
Así, el día de la segunda inauguración, la multitudinaria, Madrid se levantaba “como chiquillo con juguete nuevo”, explicaba el cronista del ABC. “El acontecimiento atraía a curiosos impacientes que formaba cola junto a las estaciones de la Puerta del Sol y de los Cuatro Caminos. Mientras, dentro, por las entrañas de la villa, circulaban cuatro trenes […] Madrid se asoma a Europa, se hombrea con las grandes capitales, se regocija, y nada, ¡ovación y vuelta al ruedo para los Otamendis!”.
Nuevas líneas y el germen de Agroman
Los Otamendis no eran otros que los ingenieros Miguel Otamendi, Carlos Mendoza y Antonio González Echarte, padres del primer proyecto para el Metro de Madrid: cuatro líneas, 35 estaciones y 154 kilómetros de vías subterráneas. Para llegar a lo que es hoy (294 kilómetros, 302 estaciones y más de dos millones de viajes al día) las obras empezaron pronto.
En 1921 se abrió el tramo Sol-Atocha y en 1923, su prolongación hasta Puente de Vallecas. Mientras se ampliaba la línea 1 (conocida entonces como Norte-Sur), las obras de la línea 2 avanzaban a buen ritmo. En 1924 se conectaba Sol con la plaza de Las Ventas y poco después se abría el Ramal, o línea R, entre Ópera y la Estación del Norte, ahora llamada Príncipe Pío.
En aquellas primeras obras, bajo la dirección de la Compañía Metropolitana, participaba un joven ingeniero, recién graduado en Caminos, Canales y Puertos. Tras seis años de trabajo en el metro, José María Aguirre fundaba una nueva compañía con su jefe Alejandro San Román. En 1927 quedaba constituida Agroman, Empresa Constructora. Entre las primeras contratas de la nueva empresa se encontraron el ensanche del dique de Las Arenas en el puerto de Bilbao o el enlace ferroviario bajo la Castellana.
Y la ampliación de la línea 3, entre Embajadores y Argüelles, en 1935. Aquella primera obra del metro que haría Agroman quedó paralizada por la Guerra Civil. Los túneles, que se dejaban abiertos por la noche, sirvieron de refugio durante los bombardeos que sufrió Madrid y las obras no se reanudaron hasta 1940. El 16 de julio de 1941 quedaba abierta definitivamente al público.
El papel de Ferrovial en el Metro de Madrid
En 1944, con lo inauguración de la línea de los Bulevares, la red del metro alcanzaba los 26 kilómetros de longitud (todavía muy lejos de los 154 kilómetros de aquel primer proyecto). Esta vía entre Goya y Argüelles, hoy parte de la línea 4, también fue adjudicada a Agroman por la Compañía del Metropolitano. Después llegaría, ya en 1963, la ampliación de aquella primera línea 3, extendiéndola desde Argüelles hasta Moncloa.
Desde finales de los años 80 del siglo XX, la participación de Agroman, primero, y ya Ferrovial Agroman, después, en el Metro de Madrid fue cada vez más intensa, coincidiendo con un periodo de rápida expansión de la red. La ampliación de la línea 7, entre la estación de Avenida de América y la de Valdezarza y la prolongación de la línea 1 hacia el Ensanche de Vallecas, se encuentran entre las participaciones de mayor envergadura.
Además, ha participado en varias remodelaciones de estaciones (como las de Sol, Opera o Tribunal). En total, casi la mitad de los kilómetros de túneles de metro que ha construido Ferrovial Agroman han sido en Madrid (84.560 metros de 176.000). Y ha participado en las obras de 88 estaciones, de las 158 que ha construido en todo el mundo.
En cuanto al Metro de Madrid, hoy es algo muy diferente a lo que idearon los Otamendis hace más de 100 años. Es la tercera red subterránea más larga de Europa tras Londres y Moscú, con 12 líneas, un ramal entre Ópera y Príncipe Pío y tres líneas de metro ligero. Madrileños y visitantes ya no lo observan con sorpresa, pues se ha convertido en un parte fundamental del esqueleto de la ciudad. Eso sí, la estación más transitada desde aquel octubre de 1919 sigue siendo Sol. Casi 71 millones de viajeros la utilizaron en 2018.
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