Por mi trabajo acostumbro desde hace 11 años a pasar largos períodos embarcado varias veces al año navegando por el océano, llegando a estar hasta un mes sin pisar tierra. Hace menos de una semana he regresado de mi último embarque en la Patagonia Chilena. Como siempre vuelvo a casa feliz para reencontrarme con mi familia, y además disfrutar de lo que supone mi vida en tierra: salir a tomar algo, ir al gimnasio, salir a correr, disfrutar del cine, etc.
Trabajo para National Geographic en el proyecto “Pristine Seas”, y nos dedicamos a viajar a lugares remotos del planeta, a menudo inhabitados, para impulsar la creación de grandes reservas marinas. Colaboro en este proyecto desde que comenzó en el año 2009, y desde entonces he realizado 35 expediciones, la mayoría a destinos de difícil acceso, por todo el mundo incluyendo los océanos Ártico y Antártico.
Pero en esta ocasión en mi vuelta a casa desde Chile me he encontrado con el inesperado panorama del coronavirus. Ha sido llegar y a los dos días “embarcarme” de nuevo, pero ahora a bordo en mi propio hogar. No puedo evitar ver una similitud en esta situación con la que paso mientras estoy embarcado en las expediciones. Por eso me he animado a escribir estas líneas, esperando que puedan servir de ayuda a quien las lea.
Cuando estoy a bordo los días pueden transcurrir lentos, hacerse largos. Ya que hay muchas cosas de tu vida cotidiana que no puedes hacer, como las que he mencionado en las primeras líneas: salir a hacer deporte, tomar algo con los amigos, etc. Además, cuando estas embarcado la comunicación es muy limitada incluso inexistente con el exterior. Por todo esto, aunque me encanta mi trabajo la vida en un barco a veces se me hace larga y sobre todo echo mucho de menos a mi familia. Para sobrellevarlo a lo largo de los años me he diseñado una forma de vida que yo denomino, en tono de broma, “tener mentalidad de astronauta”. Y que ahora veo que coincide con muchas de las recomendaciones que están haciendo los psicólogos a todos los españoles a través de los medios de comunicación.
Lo primero que hago al comenzar una expedición, es concienciarme de lo relativa que es la velocidad con la que pasa el tiempo. Y para ello uso el siguiente truco: Si voy a estar 3 semanas embarcado, me digo a mí mismo, “Manu, ¿Cómo de rápido se te han pasado las últimas tres semanas?”. La respuesta siempre es la misma: “Volando, ni me he dado cuenta”. Bueno pues lo mismo será mirando hacia delante, pienso. Así que, recomiendo, que ahora que tenemos que estar todos en casa al menos por las próximas dos semanas, pensemos: “¿Se nos han pasado rápido las dos últimas semanas?”. Por regla general a la mayoría se nos escapa el tiempo sin darnos cuenta.
Y ¿Cuál es el secreto? Para que transcurran así los días que tenemos por delante, es decir “volando”, hay que mantener el ritmo de ocupación, de actividad. Algo que a menudo nos cuesta ya que todos somos cómodos por naturaleza, y especialmente si nos encontramos con una menor carga de trabajo fruto de disponer de más tiempo, debido a que no hay que desplazarse al trabajo y tenemos menos interrupciones al estar aislados. lo que relaja esa obligación de cumplir con nuestro trabajo.
Por eso, para el día a día, en cada expedición me hago una lista de tareas a realizar. Me ayuda mucho tener esta lista ya que a medida que los voy cumpliendo, me da muy buena sensación ver como los tacho y se reduce la lista según alcanzo mis objetivos. Vamos que da “buen rollo” ver la progresión.
Para mí es muy importante integrar en la rutina mi ejercicio físico. Siempre difícil en un barco porque el espacio es muy reducido. El camarote siempre pequeño y compartido. Las áreas comunes limitadas y aún más compartidas. Y para colmo a menudo el balanceo del mar es muy molesto.
Vamos que casi siempre ponerse en marcha da una pereza terrible y es fácil encontrar mil excusas. Ya que, insisto, somos cómodos por naturaleza. Por eso digo, que lo que más entrenamos al hacer deporte no son los músculos sino la fuerza de voluntad. Y fortalecer la voluntad nos da resistencia para afrontar casi todo en la vida.
Entrenar en el camarote de un barco o en nuestras casas lo podemos hacer aunque dispongamos de muy poco espacio. Yo lo que hago es inspirarme en las muchas aplicaciones y webs que hay con infinitos ejercicios.
Por supuesto que hay días en que se me hace muy cuesta arriba ponerme media hora o veinte minutos a realizar mis rutinas físicas, y lo que hago entonces es lo que bauticé como “entrenamiento invisible”. Así llamo a la realización de los ejercicios salteados a lo largo del día. Por ejemplo, hago una serie de abdominales y luego continuó trabajando en mi ordenador, o leyendo. Al cabo de una hora o de media, complemento con unas flexiones, etc.
De esta forma en diferentes momentos de mi jornada intento hacer el máximo número de ejercicios durante el día, y así siempre logro ir venciendo a la pereza. Es un buen truco con el que consigo hacer 8, 10 o 15 series de ejercicios musculares que me hacen sentirme muy bien.
Desde luego lo que intento es no caer en la tentación de no hacer nada, porque tengo comprobado que repercute negativamente sobre mi ánimo y humor, y generalmente me da la sensación de que el día se me hace más largo.
Para lograr esa “mentalidad de astronauta”, es muy importante la actitud. Por eso me esfuerzo cada día en empezarlo con buen ánimo desde que me levanto disfrutando al máximo con las cosas sencillas empezando por el desayuno: el zumo, el café, la tostada… Y a lo largo de cada jornada no pienso en los días que me quedan, si no lo que hago es pensar sólo en mi día a día, en la siguiente tarea con el objetivo de disfrutarla: si voy a merendar, a ver una película o a darme una ducha. De esta forma los días van cayendo sin darme cuenta uno detrás de otro.
Cuando estoy de expedición sólo abandono el barco cada día 2-3 veces para ir a bucear. Es cierto que me apasiona bucear, pero también lo es que cuando me sumerjo el aislamiento aumenta. Ahí ya ni siquiera puedes hablar y me quedo envuelto en el silencio del océano con mis pensamientos.
Para estas semanas en casa he escogido dos libros: uno dedicado a mí ídolo “Félix, un hombre en la Tierra” dedicado al gran Félix Rodríguez de la Fuente y escrito por su hija. Y “Sapiens” que desde hace tiempo lo quería terminar.
Espero que os ayude.
Mucha suerte a todos e intentar buscar siempre el lado positivo de las situaciones.
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