Con empleados felices y lugares de trabajo saludables y positivos, la seguridad es la configuración por defecto
Mi experiencia y aprendizaje tras un accidente laboral
09 de marzo de 2022
La increíble historia de Jason Anker puede ayudarnos a hacer la conexión entre bienestar y seguridad en el trabajo.
Era el primer día de vuelta tras las vacaciones de Navidad en enero de 1993. En la obra donde trabajaba como techador estaba frío, neblinoso y helado; uno de esos días en los que verdaderamente no quieres ir a trabajar.
Había sido unas Navidades difíciles. Mi matrimonio tenía problemas y recientemente me habían despedido.
A las 2:30 pm, llegó un trabajo urgente. Con malas condiciones de luz, hacia el final del turno, teníamos una hora para hacer un trabajo de dos horas. Alrededor de una hora y media tras empezar a trabajar, me encontraba en una escalera a 3 metros de altura. Perdiendo pie, sin soporte y sin arnés, me caí.
De inmediato dejé de sentir las piernas. Me llevaron al hospital. Tras hacerme unos rayos x iniciales, el médico entró con una gran sonrisa. Pensaban que era un shock medular, un problema que podría durar tan solo unas horas, días o unas pocas semanas. Había sido uno de los afortunados.
Me hicieron una tomografía computarizada para asegurarse. Esta vez, cuando entró en la habitación, ya no estaba sonriendo. Entonces lo supe. Habían encontrado una fractura en mi espalda. Hubo una pausa. Me dijo que nunca volvería a caminar, y después se levantó y salió de la habitación.
Me dejaron allí tumbado en un estado de completa estupefacción. Total incredulidad. Tenía 24 años.
Cómo un accidente puede afectar tu vida
El periodo que siguió fue bastante traumático. Empecé la rehabilitación, acostumbrándome a vivir en una silla de ruedas y sencillamente intentando dar lo mejor de mí. Pero el día en que me dieron el alta en el hospital, mi mujer me dejó. Había perdido mis piernas y mi dignidad, y ahora perdía mi matrimonio y a mis dos hijos pequeños.
Puse al mal tiempo buena cara, riendo, bromeando y fingiendo que estaba bien, pero en realidad tenía problemas. Me refugié en el alcohol y las drogas para poder soportarlo. La gente veía que mi vida se desintegraba, pero no tenían la capacidad de ayudarme.
Una reacción alérgica tras consumir éxtasis en 1995 me dejó en coma durante 17 días. Les recomendaron a mis padres que apagaran la máquina de soporte vital y les dijeron que probablemente necesitaría cuidados las 24 horas durante el resto de mi vida.
Sería de esperar que este fuese un punto de inflexión, pero las cosas se pusieron mucho peor. Me avergonzaba lo que había hecho.
Mis niveles de ansiedad se dispararon. Era tremendamente infeliz, pero intentaba ocultárselo a todo el mundo. Usaba el alcohol como muleta. Estaba en el fondo de un pozo, sobreviviendo día a día. Se trataba simplemente de sobrevivir.
En 2007, 14 años después de la caída, finalmente obtener una compensación. La gente cree que tu vida mejorará totalmente pero, una vez más, solo consiguió empeorar las cosas. Con todo ese dinero en el banco, intenté comprar la felicidad.
Hablar sin tapujos sobre seguridad laboral
Entonces, en una fiesta, llegó la oportunidad de conocer al experto en seguridad conductual Dan Terry. Me pregunto porque estaba en una silla de ruedas. Escuchó mi historia y la forma en que me accidente había afectado a la vida de todo el mundo.
Empecé a trabajar con Dan y tímidamente inicié mi carrera como orador. En lugar de mostrar un vídeo sobre seguridad, Dan me dejaba contar mi historia real.
Empecé a diversificar por mi cuenta, haciendo presentaciones sobre construcción y caídas desde alturas. Fundé una empresa, Proud2bSafe, para ayudar a la gente a hablar sin tapujos sobre seguridad en el trabajo, sus preocupaciones sobre prácticas inseguras y sobre accidentes que casi ocurrieron. Sentía con todo mi ser que esa era la respuesta.
Pero también sabía que había algo más y empecé a esforzarme para profundizar más en mi historia.
Hace tres años se produjo un gran cambio. Empecé a recordar el año anterior al accidente, la forma en que mi vida familiar se había estado desmoronando y toda la presión añadida que se había ido acumulando. Empecé a pensar en el bienestar, en mi salud mental y en mi ánimo y motivación para trabajar bajos.
Me di cuenta de que este había sido el principal factor que contribuyó a mi accidente.
Ese día de 1993, puedo recordar claramente estar de pie en la parte inferior de la escalera. Di un paso atrás, me paré y me di cuenta de que era inseguro. Realmente pensé en ello, pero aun así lo hice.
Si hubiera estado mejor mentalmente en ese preciso momento, habría hecho las cosas de otra manera. Si alguien me hubiera preguntado ‘¿Estás bien? ¿Te encuentras bien hoy?’, hubiera dicho ‘No’. Real y verdaderamente, no debería haber estado en aquella obra aquel día.
Pero no siempre es fácil hablar sin tapujos en el trabajo si estás teniendo un mal día o pasando un mal momento. Sencillamente sueles seguir adelante.
Mi nueva empresa, Anker and Marsh, se centra en que la gente se sienta mejor consigo misma y con sus trabajos. Tenemos un enfoque holístico en cuanto a salud, seguridad y bienestar. En realidad pensamos que debería ser bienestar, salud y seguridad. En ese orden.
Estamos uniendo los puntos entre las mejores prácticas de seguridad y bienestar, no mirándolas como cosas separadas.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, verdaderamente hemos avanzado. Ahora la gente está viendo la conexión entre trabajo y bienestar. Las compañías se están dando cuenta de la necesidad de que su personal se sienta más valorado.
El bienestar afecta a nuestra productividad en el trabajo, a la calidad del trabajo que hacemos, a las tasas de absentismo y al esfuerzo discrecional. Así que hay un beneficio financiero real para las empresas en tomarse esto en serio.
Si la gente puede tener un buen día en el trabajo y sentirse mejor consigo mismos, y si también tienes desplegados todos los sistemas y procedimientos, la seguridad debería ser el resultado por defecto. Es ese el objetivo.
Si lo estás pasando mal en casa, llegar a un entorno laboral positivo es bueno para ti. Debe ser un lugar en el que sientas que puedes dar un paso adelante y decir que estás pasando una mala racha, un lugar donde haya empatía para que la gente comparta sus problemas.
Necesitamos educación sobre cómo deberíamos hablar con la gente y cómo deberíamos escuchar. A veces solo tenemos que escuchar para ver lo que la gente está pensando y lo que está pasando con sus vidas.
Todos nosotros nos enfrentamos a retos todo el tiempo. Se trata de normalizar y desestigmatizar esas conversaciones sobre bienestar mental. Y creo firmemente que podemos encontrar una solución.
No puedo cambiar lo que me ocurrió. Pero espero que compartiendo mi historia pueda cambiar las percepciones que la gente tiene sobre seguridad y su conexión con el bienestar y la salud mental.
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