Tradiciones incas para devolver el agua a las comunidades de los Andes
25 de junio de 2024
Al comenzar a subir las altas montañas de los Andes, enseguida notamos dificultad para respirar. A medida que aumenta la altitud, el aire parece dejar de entrar en nuestros pulmones y necesitamos tomar grandes bocanadas para continuar. Si conseguimos vencer esta dificultad y seguir subiendo, podemos empezar a fijarnos en los cambios del paisaje: la vegetación va desapareciendo, es cada vez más baja y apenas nos encontramos con animales.
En esta difícil subida, hay una excepción: los bosques de polylepis, una especie de árbol de los Andes que sobrevive incluso a 5000 metros de altitud. Estos bosques funcionan como una esponja que atrapa el agua de la lluvia y del suelo, por lo que resultan fundamentales para la vida de los ecosistemas y las comunidades que viven en la cordillera.
En las últimas décadas, la deforestación acabó con un altísimo porcentaje de los bosques de polylepis que crecían desde las montañas de Colombia y Venezuela hasta las de Chile y Argentina. Para ponerle freno y devolver a las comunidades locales los bosques que les garantizan el acceso al agua, el conservacionista peruano Constantino Aucca miró hacia atrás y buscó soluciones en las tradiciones más antiguas de su tierra: las de los incas.
Un plan andino
Constantino Aucca se mueve con ligereza por las altas tierras de montaña por las que a otros (acostumbrados a latitudes más bajas) les cuesta tanto caminar. Sus abuelos, agricultores indígenas quechua, le inculcaron el amor y el respeto por su tierra. Y, hace unos 30 años, cuando realizaba un estudio de campo como estudiante de biología en Cusco (Perú), descubrió que la restauración de ecosistemas podía ser la solución para proteger los bosques de América del Sur y los medios de vida de las comunidades.
Hace ya más de dos décadas, el conservacionista fundó la Asociación Ecosistemas Andinos (ECOAN) con el objetivo de movilizar a las comunidades locales de las cordilleras de los Andes para plantar árboles nativos, capaces de devolver la humedad y de llevar el agua a zonas afectadas por la sequía. ECOAN es una de las propulsoras de Acción Andina, una iniciativa que busca hacer lo mismo a lo largo de toda la cordillera, desde Venezuela hasta Argentina.
Al plantar polylepis en zonas previamente deforestadas y degradadas, se favorece lo que se conoce como restauración de ecosistemas. En los bosques andinos, los beneficios van desde favorecer la seguridad hídrica hasta prevenir la erosión del suelo y las inundaciones. Todo esto permite a las comunidades indígenas realizar labores agrícolas y mantener vivas su forma de vida y sus tradiciones.
El lado más social: las soluciones de los incas
El proyecto de Aucca se basa en cuatro grandes principios. El primero consiste en que los ecosistemas deben restaurarse únicamente con plantas nativas. El segundo, en que las reforestaciones deben realizarse en terrenos comunales, nunca privados. Este principio, de componente social, está muy ligado al tercero: las personas que trabajan las tierras deben tener el liderazgo de los proyectos. Son las propias comunidades las que realizan las labores y también las que se benefician de las ganancias.
Esta idea está inspirada en los sistemas de trabajo de la civilización inca. Entre los siglos XII y XVI y a medida que se expandían por el extremo occidental de América del Sur, los incas basaron su desarrollo en la agricultura. Diseñaron desde terrazas de cultivo para aprovechar las laderas de las montañas hasta complejos sistemas de riego que les permitieron cultivar maíz, algodón, tabaco o patatas, entre otros muchos bienes.
La forma de las terrazas de cultivo permanece en Machu Picchu, Perú. Fabian Moliné (Unsplash)
Su sistema de trabajo era colectivo y se basaba, a su vez, en dos ideas que determinaron en gran medida la vida del pueblo quechua: el ayni y la minka. El término ayni hace referencia a la reciprocidad, al hecho de que todas las personas de una comunidad están conectadas. De este modo, se ayudan unas a otras sabiendo que, en el futuro, la ayuda les será devuelta. Es decir, el actual “hoy por ti, mañana por mí”.
La minka, por otro lado, hace referencia a la colaboración para favorecer a toda la comunidad. Antiguamente, las familias de las comunidades incas participaban en la construcción de infraestructuras comunes como canales de riego o fortalezas de defensa. Esta filosofía, que da valor al trabajo comunitario y voluntario, sigue hoy viva en muchas comunidades andinas y es la base del proyecto de Aucca.
Esto nos lleva al último de los cuatro grandes principios que rigen las bases de ECOAN y de Acción Andina: que el objetivo de las plantaciones de polylepis sea lograr la sostenibilidad y garantizar el acceso al agua. Las organizaciones asesoran también a las comunidades para asegurar la titularidad de sus tierras y ofrecerles protección legal contra la posible explotación por parte de empresas madereras, mineras y petroleras.
La nueva vida de los bosques
El proyecto ECOAN ha hecho posible la plantación de más de tres millones de árboles y la restauración de más de 3.000 hectáreas de tierra solo en Perú. A su vez, Acción Andina ha movilizado a más de 200 comunidades locales de todo el continente para plantar más de seis millones y medio de árboles desde Venezuela hasta Argentina.
Árbol de polylepis en el Parque Nacional de Cajas (en Ecuador), a más de 4400 metros de altitud. Irina Inga (Unsplash)
El objetivo de la organización es proteger y restaurar más de un millón de hectáreas de bosques de polylepis en 2030. Unos árboles que, a miles de metros de altura sobre el nivel del mar, son la base de una forma de vida basada en la agricultura y la colaboración que lleva manteniéndose cientos de años.
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