Han transcurrido ya 3 lustros desde que Michael Hauben publicase su ensayo ‘The Impact the Net has on People’s Lives‘, en el que cuenta cómo en los albores de Internet (allá por mayo de 1968), desde la ARPA Information Processing Techniques Office (IPTO) en Washington, Licklider y Taylor resumieron cómo los ordenadores habrían de contribuir a la comunicación entre humanos:
1) La comunicación se define como un proceso creativo interactivo.
2) Los tiempos de respuesta han de ser cortos para hacer la conversación libre y fácil.
3) Las redes más grandes se compondrán de redes regionales más pequeñas.
4) Las comunidades se formarán por la afinidad y los intereses comunes.
Parece que estas cuatro reglas se cumplen rigurosamente a medida que Internet crece de manera exponencial. Tal como vaticinaron Licklider y Taylor, las nuevas tecnologías no son neutrales. Es imposible que lo sean.
En los últimos años, varios autores han venido escribiendo sobre los paralelismos entre la red de redes y el cerebro humano, como Jeff Stibel (Internet is a Brain), Miguel Pérez Subías (¿Es Internet un cerebro?) o Brian Solis (Social Media is About Sociology Not Technology).
Pero hace apenas unos días, el divulgador científico Eduard Punset, tras insistir en la importancia de Internet como “herramienta para estimular todo tipo de áreas del conocimiento y permitir a los usuarios desarrollarse por nuevas vías,” ha explicado que, de alguna manera, lo que nos hace diferentes como homínidos es, precisamente, Internet: «Somos únicos gracias a las redes sociales».
Resulta interesante que, transcurridos ya casi 50 años desde que Licklider y Taylor esbozaran esas 4 reglas, el debate sobre la Historia de Internet no ha hecho siquiera más que empezar.
6 comentarios
Pablo Melchor
25 de mayo de 2011
Es cierto que se ha cumplido todo, pero lo que no pudieron prever en aquel entonces es Facebook o Tuenti: redes en las que la conexión no es por afinidad de intereses, sino que prolongan en el mundo digital las relaciones privadas ya existentes en el cara a cara. Muy interesante tu post :-)
Alba
25 de mayo de 2011
Las posibilidades de comunicación e intercambio que ofrecen Internet y, sobre todos, las redes sociales han permitido ampliar y acelerar la llegada de nuevas ideas y propuestas y la integración entre culturas y personas. Como explicó Punset, Internet reproduce los procesos que antes se daban en las grandes rutas comerciales, como la ruta de la plata. En consecuencia, hoy tenemos a un click, prácticamente en el instante, lo que antes tardábamos años (incluso siglos) en conocer.
Miguel Pérez Subías
26 de mayo de 2011
Esta claro que nuestro cerebro nace como una red de neuronas que adquiere conocimiento y reglas en función del contexto (de lo que le rodea). Lo bueno y lo malo es subjetivo, cambia en la medida que las sociedades evolucionan. Cuando una persona muere son las demas las que mantienen el contexto, pero luego vino la escritura y los libros alargaron el conocimiento más allá de la vida de una persona y la llevaron a un mayor número de ellas. Internet incorpora, a traves de la iteracción de otras personas, refuerza el contexto global y traslada funciones que antes estaban relevadas de forma exclusiva al cerebro de las personas a la red. La duda que tengo es si nuestro cerebro ira delegando habilidades a la red al no ser necesarias por estar disponibles y accesibles on-line.
Roxana
02 de junio de 2011
Internet es, quizás, la mayor revolución política, socio-económica y tecnológica de todos los tiempos. La podríamos comparar con momentos clave en la historia de los grandes saltos evolutivos del ser humano como pasar de la posición cuadrupeda a la posición erguida, o la imprenta Guttenmberg que cambia por completo la transferencia de conocimientos mediante la posibilidad de impresión de muchas copias del mismo manuscrito o la más reciente, la revolución industrial. Gracias a Internet hemos pasado de las redes centralizadas a las redes distrubuidas, convirtiendo a cada individuo en un nodo de transmisión de conocimientos, información, contactos, negocios etc. Es un cambio ambicioso que trae a más de uno por la calle de la amargura pero finalmente todos deberán adaptarse o desaparecer.
Jesús Valbuena
15 de junio de 2011
Gracias por estos comentarios. Sobre este tema (tan amplio y complejo), muy interesante este vídeo de la entrevista de Punset a James Fowler: El poder de las redes sociales: http://blogzine.blogalia.com/historias/69906
Javier Remón
30 de noviembre de 2011
Muy interesante el post Jesús. También creo que hay una gran similitud entre la forma en la que están creciendo y conectando las redes sociales y nuestro cerebro. Y dado que estamos en los albores de dichas redes, me pregunto si existen aún más similitudes entre éstas y la formación del cerebro en etapas tempranas (incluidas las pruebas de ensayo y error por las que pasó la selección natural). Espero que, al menos, las Redes no hereden aquellas deficiencias cerebrales que nos hacen más egoístas y menos solidarios.