En estos momentos, las condiciones para el desarrollo de proyectos de colaboración publico privada (PPP) podrían parecer óptimas. La creciente preocupación de la mayoría de las administraciones por el control del déficit público hace que estas sean cada vez más prudentes a la hora de definir sus presupuestos y, sobre todo, al decidir el uso de esos fondos escasos. Como consecuencia, los capítulos destinados a inversión en infraestructuras se han visto fuertemente reducidos. Por tanto, las administraciones deben recurrir a soluciones alternativas para el desarrollo de nuevos proyectos. En este sentido, la participación del sector privado aportando eficiencia técnica, en el diseño de soluciones optimizadas, y financiera, contribuyendo con fuentes de financiación alternativas a los fondos públicos, es la solución que debería prevalecer, especialmente en los proyectos de mayor tamaño.
Sin embargo, la realidad es que en los últimos tres o cuatro años, el número de licitaciones de infraestructuras continúa reduciéndose, al menos en los mercados tradicionales. Los datos publicados por la revista Public Works Financing en su edición de octubre de 2012 constatan claramente este hecho: en Europa pasamos de 22 licitaciones de proyectos PPP en 2008 a tan solo 4 en los diez primeros meses de 2012.
En Europa, solo algunos países, como Holanda, Bélgica o Escocia, mantienen una apuesta decidida por los PPP de infraestructuras. En el resto de países, el nivel de actividad es muy bajo como consecuencia de la situación económica, sin olvidar la falta de “voluntad” política de muchos gobiernos europeos. Por ello, en los últimos meses varios proyectos han sido cancelados incluso después de comenzar la licitación. En los próximos años, cabe esperar un incremento de actividad previsiblemente asociado a la transferencia de la gestión de infraestructuras existente al sector privado, en busca de una mayor eficiencia, incluyendo la implantación de algún tipo de canon a los usuarios de esas infraestructuras. Algunos países como Reino Unido o España han barajado este tipo de alternativas aunque no se han llegado a implantar por el momento.
En Norteamérica, se mantiene la dinámica usual tanto en EE UU como en Canadá. EE UU sigue siendo uno de los mercados con mayor potencial, dada la necesidad de invertir en infraestructuras para renovar un inventario que ha permanecido prácticamente inalterado en las últimas cuatro décadas. Sin embargo, solo algunos estados como Texas, Virginia o Florida vienen mostrando consistencia a la hora de sacar proyectos a licitación. De cara al futuro, empezamos a ver cómo algunos estados se decantan por el modelo PPP y esperamos que esta tendencia se consolide en California o Nevada, por ejemplo. En cuanto a Canadá, uno de los países desarrollados que menos ha sufrido las consecuencias de la crisis financiera global, se mantiene el goteo de oportunidades, siendo uno de los países más “fiables” en el mercado de proyectos PPP.
Afortunadamente, la situación descrita para los mercados tradicionales se compensa por las oportunidades que con mayor frecuencia surgen en aquellos países emergentes que más necesitan mejorar sus infraestructuras para sustentar su crecimiento económico. Los ambiciosos planes de inversión anunciados recientemente en Colombia, Brasil y México son un claro ejemplo de ello. En todos estos casos, el uso de los proyectos PPP supone el eje de referencia para lograr desarrollar estos planes con éxito. De otra manera, sería imposible completar semejantes inversiones en los próximos 4-5 años.
Una de las consecuencias de la menor actividad en el sector es el incremento de la competencia en los proyectos que salen al mercado. La mayoría de “developers” internacionales son compañías europeas afectadas por la bajada de la actividad en sus mercados domésticos que buscan compensar esta situación participando muy activamente en nuevos mercados. Además, nos encontramos con la oposición de las empresas locales que tratan de poner barreras para limitar la participación de estas empresas internacionales.
En resumen, la situación actual es claramente diferente a la de la primera década del siglo XXI y debemos afrontar el reto que supone la entrada en nuevos mercados en los que, en muchos casos, no se dan las mismas condiciones de contorno que en los países dónde tradicionalmente se ha centrado nuestra actividad. Por tanto, hoy más que nunca se hace necesario analizar en detalle cada oportunidad y concentrar nuestros esfuerzos en aquellas oportunidades de desarrollo de infraestructuras en las que tengamos alguna ventaja competitiva para maximizar nuestras opciones de éxito.
1 comentario
Vijay
10 de agosto de 2014
Sereda una muy buena idea realizar una campaf1a de cocmincauif3n, pero siempre que antes o al mismo tiempo este1n ya desarrollados los servicios que al ciudadano le pueden interesar me1s y que sea fe1cil de conseguir lectores de tarjetas o que los ordenadores los incluyan de serie.