Dentro de la VII edición de las “Jornadas Derecho Humano al Agua y el Saneamiento” celebradas los días 20 y 21 de noviembre a iniciativa de ONGAWA y con el apoyo de AECID y Compromiso y Desarrollo, se invitó a Ferrovial a reflexionar sobre el papel que tiene la empresa en las alianzas multiactor en agua y saneamiento rural.
En nuestra compañía comenzamos hace cinco años, dentro de nuestras actividades de responsabilidad corporativa, con un proyecto innovador por el tipo de colaboración que establecimos con el tercer sector y las administraciones locales.
Decidimos asumir el reto que planteaba el 8º Objetivo de Desarrollo del Milenio y convertirnos en un actor del desarrollo superando el tradicional rol de donante que se asimila a las empresas. El expertise de nuestra empresa, una compañía especializada en la gestión de infraestructuras y servicios, nos convertía en un socio ideal para este tipo de colaboración.
En un contexto en el que la crisis aún no había hecho su aparición esta iniciativa fue tomada con recelo por muchas organizaciones de desarrollo que la veían como una intrusión de la empresa privada en un ámbito (la cooperación) del que no tenía ningún conocimiento.
Trabajamos durante 3 años con una ONG de mediano tamaño, Amref Flying Doctors, que nos permitió una mayor flexibilidad en la actuación, una comunicación directa con terreno y un trato de igual a igual, como socios, en un proyecto que abasteció de agua segura y servicios de saneamiento a 51.000 personas en Tanzania.
Los buenos resultados obtenidos en estos tres años nos animaron a convertir este proyecto piloto en un programa, Infraestructuras Sociales, con una convocatoria anual de ayudas, y a las organizaciones del tercer sector a demandar el apoyo de nuestros profesionales más allá de la financiación de proyectos.
Actualmente casi 300.000 personas se han beneficiado de este programa en el que voluntarios de nuestra compañía asumen el rol de asesores técnicos y transfieren sus capacidades a poblaciones desfavorecidas de África y América Latina.
Beneficios del trabajo multiactor
Estas alianzas inclusivas multiplican el impacto de la cooperación y aumentan la eficacia de la ayuda. Se generan proyectos más eficientes (recursos mejor gestionados, uso de tecnologías más rentables), sostenibles (infraestructuras más duraderas y responsables de su mantenimiento mejor formados) y fácilmente replicables (administración local capacitada técnicamente para expandir la cobertura del servicio).
La experiencia de Ferrovial en este tipo de colaboración no procede de una iniciativa comercial, lo cual, ejecutado de forma responsable, sería totalmente lícito. No olvidemos que una empresa necesita buscar la rentabilidad para su existencia. Pero en el caso de Ferrovial el retorno se obtiene de otra forma. Para la compañía, la participación de profesionales en estos proyectos da lugar a un refuerzo de su cultura corporativa, de la colaboración entre negocios y departamentos y desarrolla las capacidades y el espíritu innovador de los empleados.
Por otra parte, tener una experiencia de trabajo con comunidades es muy importante para empresas que quieran establecerse en el Sur. En algunos países de América Latina las licitaciones de obras públicas exigen esta experiencia y el compromiso de atender a las poblaciones que de alguna manera sean afectadas por los trabajos. Entrar en estos países proveyendo de servicios básicos a comunidades marginadas que no tienen acceso a ellos es entrar con buen pie. Y el conocimiento que esta experiencia genera en la empresa es provechoso para su actividad comercial.
Retos para avanzar en las alianzas en agua y saneamiento
La búsqueda de la rentabilidad (no necesariamente económica) es esencial para promover la participación del sector privado. La medición del impacto de este tipo de alianzas, tanto en el ámbito social como empresarial, sería un buen comienzo. Aunque parece que se está poniendo de moda y cada vez aparecen más herramientas, la medición de estos intangibles aún está en pañales.
Pero tampoco olvidemos que el agua y el saneamiento son un derecho y no una mercancía. Los estados deberían asumir gran parte de los costos de prestación de estos servicios con el fin de cumplir con uno de los atributos clave del derecho al agua: que sea asequible. En caso de que estos costes no puedan ser asumidos por los estados la cooperación internacional tiene la responsabilidad de asistirlos.
En el caso de las empresas, especialmente las que operan en países del Sur, existe una responsabilidad con aquellos usuarios que quedan fuera del sistema por falta de rentabilidad. Es el caso de los proyectos en los que estamos trabajando en Perú y Colombia: poblaciones alejadas de los núcleos urbanos y de difícil acceso, poblaciones rurales con pocos usuarios y altos costes de operación y mantenimiento de las infraestructuras de abastecimiento. Allí donde la gestión privada no es rentable, la empresa debería hacer una transferencia de sus capacidades a la población local y servir de apoyo técnico para que el servicio pueda ser gestionado por los propios usuarios.
Sería interesante facilitar la participación de los profesionales del sector privado mediante una comunicación directa con los equipos locales aprovechando las nuevas tecnologías, con lo que se conseguiría que la transferencia de know-how fuera inmediata y sin apenas costes.
En cualquier caso, para promover la participación de la empresa, se necesitan espacios de entendimiento y conversación entre todos los actores implicados en la provisión de servicios de agua y saneamiento en el ámbito rural. Un primer paso son jornadas como la que ha suscitado la reflexión que alimenta este post, cuyas conclusiones esperamos que sean compartidas y asumidas por todas las partes.
Resumiendo las claves de nuestra apuesta
Claves para la participación del sector privado en proyectos de desarrollo:
– Activación del rol de la empresa en la cooperación: inclusión en los proyectos como asesor técnico.
– Alineación con la estrategia y el expertise de la compañía.
– Transferencia de los conocimientos de la empresa a las administraciones locales y a los beneficiarios.
Distribución de responsabilidades en las alianzas multiactor para el acceso al agua y saneamiento en el ámbito rural:
– Provisión de medios materiales y financiación: estados y cooperación internacional en caso de que los anteriores no lo pudieran asumir.
– Transferencia de capacidades: sector privado.
– Gestión del servicio: gobiernos locales y beneficiarios asistidos por los anteriores.
– Sensibilización y organización comunitaria: tercer sector.
Todavía no hay comentarios