Crecimiento profesional: La magia de buscar una mejor versión de ti mismo

Demasiado a menudo la formación es lo que sucede con suerte a veces en el año cuando uno “es convocado” a un curso. Esas veces en las que uno deja de hacer lo habitual, se junta con otras personas y escucha atentamente unos planteamientos acerca de la materia que sea. Puede que el tema incluso llegue a interesar y hasta pueda aplicarlo luego.

Claramente cuando digo crecer profesionalmente no me refiero a esto. Tampoco necesariamente crecer es sólo ser promocionado, aunque las probabilidades de que eso suceda aumentan al expandir tus capacidades.

Me refiero a la necesidad que tenemos los seres humanos de lograr una versión cada vez mejor de nosotros mismos. Ese motor que hace a la humanidad realizar cosas que oficialmente eran imposibles. Me refiero a una actitud vital de mejora, de hacer las cosas mejor y hacer mejores cosas.

Para ello me apoyaré en esta famosa imagen que probablemente hayamos visto muchas veces.

Parece que todos entendemos qué es la magia, pero ¿qué es la zona de confort?

Es la cueva o el hogar al que volver desde la intemperie, ese sitio cómodo y familiar en el que nos sentimos protegidos. No estoy diciendo que sea un sitio tranquilo, ese sitio para algunas personas es un sitio complicado y tenso en el que probablemente se quejen por estar allí…pero en el que se sienten ellos mismos, el que de alguna manera no quieren abandonar.

Ese sitio en los que muchos están a gusto, pero otros no lo están pero…ya sabéis, ¿no? Prefieren lo malo conocido.

Esto es debido a muchos factores entre los que claramente no ha ayudado una situación económica de una dureza sin precedentes que ha multiplicado nuestra aversión al riesgo. No es la única razón, aunque en muchos casos refuerza nuestra preferencia a seguir como estamos, sin darnos siquiera la opción a nosotros mismos de explorar progresivamente nuevos territorios.

Como cuando el sitio seguro era una cueva, yo propongo simplemente plantearse si no habrá nuevos campos que investigar, situaciones nuevas a las que exponerse, tratar de ver cómo son en realidad las cosas cuando las vives en directo. Es experimentar y entrar en el terreno de lo nuevo, lo que nos hace tener más adrenalina y estar más atentos, lo que nos hace sudar y esforzarnos más. Lo que hace que realmente aprendamos y sentimos progreso.

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No es hacerlo a destiempo, ni de manera descontrolada. Se trata de expandir los límites de nuestra zona de confort, y eso sólo se logra …saliendo de ella de vez en cuando.

Y claro, a estas alturas te estas preguntando qué tiene que ver con el crecimiento profesional todo esto. Pues tiene todo que ver. Nuestras vidas arrastran un increíble número de inercias, y da igual el ámbito que mires: profesional o personal. Un día lleva a otro, una semana a la siguiente y antes de darte cuenta han pasado meses y años. Es increíblemente fácil estar continuamente atareado y no avanzar mucho en casi nada.

Allá van una serie de consejos para animarte a salir de la rutina:

Todo el mundo tiene un gran potencial, lo que sucede es que unos son conscientes y otros no. Busca las cosas que te hacen feliz, aquellas en las que eres bueno y puedes brillar, camina firmemente en esa dirección sin miedo a lo que puedes dejar atrás.

Para, piensa y visualiza. Has de ser intencional en lo que haces. En ocasiones es bueno simplemente probar a hacer las cosas de manera diferente, pero en general es mejor analizar lo que hacemos bien y lo que no tanto e invertir tiempo en ver en qué enfocarnos. De esta manera podrás dirigir mejor tu desarrollo y como poco harás que las probabilidades aumenten.

Visualiza cómo una versión mejorada de ti mismo haría las cosas. En realidad cuando nos miramos muy dentro sin miedo, somos capaces de entender nuestras capacidades y barreras. ¿Honestamente? Creo que sabemos bien lo que realmente podríamos hacer mucho mejor.

Aprende cada día una cosa, no te conformes con lo que te venga, ve a buscarlo. Observa a tu alrededor, mira lo que hacen los que tú admiras, estudia, lee, mira videos, habla con personas que sean buenas en lo que hacen, pregunta, arriésgate a responder si piensas que lo sabes. Haz cursos pagando o gratis, da clases de lo que sepas, enseña a otros.

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Poder aprender depende de otros menos de lo que pensamos. Si queremos ponernos límites siempre habrá excusas disponibles, pero hay demasiadas cosas en mi mano como para responsabilizar a un tercero, sea “mi jefe” o “la empresa” o “los de Recursos Humanos”. Afortunadamente hoy todos tenemos una infinidad de recursos disponibles para aprender de lo que sea.

Pide ayuda a otros. La mejor prueba de fortaleza es saber pedir ayuda. No te conformes con los que alrededor tuyo ven el mundo de manera sólo conformista. Busca a aquellos que te revuelvan un poco y te hagan realmente pensar. Esa gente que tiene un pie en la zona de confort y otro en el epicentro de la magia.

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No te dejes llevar por la rutina. Crea espacios y momentos para pensar, al menos 15 minutos a la semana. Puede ser haciendo deporte, meditando, en el autobús o el coche, sólo o con alguien que te inspire, andando o tumbado, cuando te va bien o aunque sea mal momento…pero hazlo. De otra manera no superarás la poderosa inercia del día a día.

No tengas miedo a fallar. Nunca fue fácil ser explorador: cometen errores, a veces reciben burlas y el miedo al ridículo es profundamente humano. Es otro de los factores de permanencia en la cueva del confort. Es más seguro no hacer nada…para no llegar a ningún lado. Escucha con atención, pon en práctica lo que te parezca interesante sin miedo a fallar.

No sé cuál es el mejor amigo del hombre, pero sé que el peor enemigo es el piloto automático.

Desactívalo, hazte con las riendas de tu futuro y haz crecer ese increíble potencial que tienes.