Diego Marín de Aguilera era un campesino hijo de campesinos de la Ribera del Duero. Hace más de 200 años, su empeño y curiosidad le convirtieron en inventor y su tesón, en el primer hombre en volar en España. O eso cuentan las buenas lenguas. Como él, cientos de personas han querido imitar a los pájaros y alzar el vuelo, aun a riesgo de que los tachasen de locos.
El inventor castellano creó una estructura de madera y plumas que le permitió planear por encima de un río. Recorrió una distancia total de 431 varas (o 360 metros) sobrevolando la tierra más de un siglo antes de que los hermanos Wright cambiasen el mundo. 200 años después, 11.000 aviones recorren el planeta cada minuto del día y más de 3.000 millones de pasajeros se suben a un avión cada año, según la asociación Air Transport Action Group. Y casi todos utilizan un aeropuerto.
Hoy, mientras llevamos los billetes electrónicos en el móvil, nos dejamos arrastrar por las cintas de las terminales o pasamos un escáner en 3D, no solemos pensar que todo empezó con un sueño, una obsesión con un río que cruzar, un campo de tierra del que despegar para no volver a poner los pies en el suelo. Y no hace tanto tiempo de ello.
El lado aire
En una isla arenosa de la costa de Carolina del Norte, en Estados Unidos, los hermanos Wright remontaron el primer vuelo de la historia en un aeroplano. Aquella explanada, sin embargo, se parecía más a un campo sin arar que a uno de nuestros aeropuertos. Eran los últimos días de 1903 y Orville y Wilburg Wright saltaban a la fama.
Habría que esperar unos años para que los mismos protagonistas impulsasen el proyecto de lo que se ha decidido nombrar como primer aeropuerto de la historia. El College Park Airport, en Maryland, cerca de Washington, era poco más que un par de hangares con depósitos de combustible, una pista de tierra marcada con cal y una primitiva plataforma (la zona donde se produce el embarque). Corría el año 1909 y la fiebre de la aviación ya había contagiado medio mundo.
Con el College Park —que, por cierto, sigue operativo— nacía así lo que se conoce como el lado aire, la zona del aeropuerto que se centra en los aviones y que hoy en día sigue estando formada por las pistas de despegue y aterrizaje, los hangares y la plataforma, aunque algunas cosas han cambiado con los años.
Lo que más se ha modificado con respecto a los albores de la aviación es, sin duda, la pista. Al principio, cualquier área despejada y más o menos lisa servía, pero con las mejoras en los aviones y su aumento de peso enseguida se hizo necesario algo más que tierra bajo el tren de aterrizaje.
En los años 20 ya se probaban diferentes mezclas de alquitranes, cal o cemento, hasta llegar al hormigón y al asfalto que se usan en la actualidad. También cambió su configuración, ya que el mayor tamaño de las aeronaves las hacía más vulnerables al viento. Primero se optó por construir una pista circular, después varias pistas en abanico y, al final, se optó por estudiar bien la zona y construirlas como en la actualidad, rectas, pero orientadas para que no sufran vientos laterales (o cruzados).
El lado tierra
Al mismo tiempo que mejoraban las aeronaves, empezaron los primeros vuelos comerciales. En 1913 se inauguraba la primera ruta en Estados Unidos, en 1919 nacía KLM con vuelos comerciales desde Schiphol (Ámsterdam) y en 1920 abría sus puertas el primer aeropuerto exclusivamente comercial en Sidney, el primero con una terminal en el sentido en que la conocemos hoy, más o menos. Nacía así el lado de tierra. Y las infraestructuras para albergar el creciente número de pasajeros se multiplicaron alrededor del globo.
Estas primeras terminales permitían el acceso directo a la plataforma o zona de embarque, casi como si se tratase de una estación de autobús. Al principio, los pasajeros caminaban hacia las aeronaves o cogían un pequeño autobús y subían a pie por las escaleras del avión, algo impensable hoy en los grandes aeropuertos internacionales, pero muy común todavía en aeródromos más pequeños.
Además, estéticamente, muchos de los nuevos edificios se convirtieron en un referente del art decó imperante en aquellos años, el mismo que dio forma al Empire State Building en Nueva York. Aun así, estas primeras terminales albergaban a un número reducido de pasajeros que no pasaba controles de seguridad y arrastraba su propia maleta hasta el aeroplano.
De hecho, hasta la década de los 70 la seguridad era prácticamente nula: no existían controles de documentación (más allá de las aduanas si se cruzaba una frontera) y la inspección de seguridad la llevaba a cabo el propio personal de la compañía (en la mayoría de los casos, consistía solo en identificar posibles comportamientos extraños).
Los primeros controles de seguridad para acceder a la zona de embarque y a los aviones se establecieron en los primeros 70, después de varios años en los que se producía casi un intento de secuestro al día, como refleja el libro de Brendan I. Koerner, The Skies Belong to Us. No fue, sin embargo, hasta después de los atentados del 11 de septiembre (2001) que los controles de seguridad se convirtieron en un elemento central de los aeropuertos.
Tres inventos que cambiaron las terminales
A mayores de la evolución natural de los aeropuertos impulsada, sobre todo, por el aumento del número de pasajeros, tres elementos modificaron para siempre la estructura de las terminales para convertirlas en lo que hoy conocemos.
- El finger. Aunque suene a inglés, esta pasarela móvil o fija de acceso a las aeronaves recibe un nombre muy distinto en los países angloparlantes (jetbridge o jetway). Esta especie de puente evita, desde los primeros años de la década de los 60, que los pasajeros pisen la plataforma. Y, de paso, elimina el factor aventura.
“Aisló a los pasajeros del misterio y de la emoción, en parte porque evitó que los pasajeros percibiesen el avión en el que estaban embarcando”, explicaba Bob Van der Linden, del museo Smithsonian del aire y el espacio, en una reciente entrevista. “La idea era proteger al pasajero y agilizar las cosas”.
La primera de estas pasarelas fue diseñada por la compañía Delta y se instaló en el aeropuerto de Atlanta en julio de 1959. En pocos años, sus réplicas se multiplicaban en los principales aeropuertos del mundo.
- El duty-free. En los años 40, los vuelos comerciales transatlánticos eran ya una realidad. Y todos los que salían de las ciudades europeas paraban a repostar en Irlanda, en el aeropuerto de Shannon, antes de enfrentarse a la travesía oceánica. Fue allí donde, en 1947, Brendan O’Regan se preguntó cuál era la situación de los pasajeros una vez que habían pasado la aduana irlandesa. Desde luego, no estaban ya en el país, legalmente hablando.
Así nació el primer duty-free, elemento inseparable hoy de la mayoría de los aeropuertos, especialmente del aeropuerto de Heathrow en el que cada día los más de 205.000 pasajeros que recorren sus terminales aprovechan para ir de tiendas y adquirir más de 20.000 toblerones o más de 3.000 botellas de whiskey, entre muchos otros productos. En realidad, la tienda de O’Regan, que vendía productos sin impuestos, había llevado a los aeropuertos un modelo comercial que hacía siglos que existía para los marineros. Su éxito fue total y 10 años más tarde tiendas similares habían abierto sus puertas en la mayoría de los aeropuertos internacionales.
Observando el pasado, no tan lejano, de los primeros aeropuertos, quizá podamos hacernos una idea de lo que nos depara el futuro. El 17 de noviembre de 1962, el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, inauguró el primer aeropuerto del futuro en Washington. El diseño del Dulles International Airport acertó en algunas cosas, como la carretera a dos niveles para separar el tráfico de llegadas del de salidas o las plataformas preparadas para los novedosos aviones jet.
Sin embargo, hubo una novedad que, de momento, no hemos visto en el futuro. El aeropuerto de Dulles es uno de los pocos del mundo que tiene salas de embarque móviles, diseñadas para llevar a los pasajeros a las naves espaciales en un futuro cercano en que ser astronauta sería un trabajo más. La invención se copió en algún otro aeropuerto, como en el Charles de Gaulle en París o en Ciudad de México, pero ha caído en desuso.
Quién sabe si, en poco tiempo, se volverán necesarias, o tendremos que habituarnos a los denominados “aeropuertos verticales”, en los que gracias a aviones Tiltrotor que permiten despegar de forma vertical, ya no serían necesarias las actuales pistas de despegue Hace dos siglos, los vecinos de Marín de Aguilera lo tomaron por loco e irrumpieron en su casa para romper y quemar su invento del diablo. Hoy, casi ocho millones de pasajeros se suben a un avión en cualquier rincón del planeta.
1 comentario
¿Cómo eran los primeros aeropuert...
04 de marzo de 2017
[…] Unos 11.000 aviones cruzan el planeta cada minuto, con 3.000 millones de pasajeros. Exploramos los primeros aeropuertos del mundo y cómo su influencia hoy. […]