Cómo los robots pueden lograr que la terminal T4 de Madrid sea la más limpia de España
22 de mayo de 2017
Admirada por sus techos y su particular diseño, la T4 del aeropuerto internacional de Madrid Barajas tiene capacidad para dar servicio a 70 millones de pasajeros al año, quienes agradecen que los 1.150.000 metros cuadrados de sus dos edificios estén siempre en el mejor estado posible.
Lograrlo no es tarea fácil. A las 400 personas que se dedican a la limpieza de la terminal hay que sumar el empleo de varios robots, que están ayudando no solo a que el trabajo sea más eficiente, sino también más seguro.
Plan de limpieza coordinado con vuelos
Los aeropuertos son entes que apenas duermen y su ritmo suele ser frenético. Por eso, hay que mantener el espacio limpio sin molestar a los pasajeros y sin impactar en el normal desarrollo de la actividad del aeropuerto. Para lograrlo, la labor de las limpiezas especiales (como columnas, techos, cristales) se cruza en la programación con las de vuelos y las distintas tareas que se llevan a cabo en sus instalaciones.
La mayoría se suelen realizar durante la noche o en periodos de tiempo durante el día donde baja la intensidad de vuelos. No obstante, una parte importante de la limpieza se hace con pasajeros en la terminal, aunque el objetivo es que estos trabajadores pasen desapercibidos mientras desempeñan sus funciones.
En el caso de los robots que ayudan a las labores de limpieza, este último aspecto no siempre se cumple, puesto que, a veces, estas máquinas llaman la atención de los propios pasajeros, quienes incluso se paran junto a ellos incluso para fotografiarlos o grabar algún vídeo.
Baja tolerancia al fallo
La limpieza en la T4 debe ser impecable y el nivel de servicio que se demanda es muy exigente. De hecho, parte de los ingresos de AENA se estipulan en función de la valoración que los pasajeros realizan de los distintos servicios del Aeropuerto.
Además, los inspectores del aeropuerto auditan también de manera continua el servicio de limpieza. Por hacernos una idea, basta señalar que, [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]cada mes, se revisan 1.800 puntos de la terminal y que solo se permite un 2% máximo de fallo en ellos[/inlinetweet].
Para lograr que esta limpieza sea eficiente y que se mejore la seguridad de los trabajadores, los robots y la mecanización de procesos son partes fundamentales de este engranaje. Estos aparatos pueden aumentar los rendimientos y permiten interactuar con seguridad con el tráfico de pasajeros. No en vano, están equipados con sistemas de detección de obstáculos.
Haciendo de la limpieza una tarea más segura
Aseos, fingers (la T4 tiene 104 pasarelas de embarque directo), columnas, techos, ascensores, escaleras mecánicas, pasillos rodantes, cristales interiores y exteriores…
Son muchos y muy diferentes los elementos que hay que limpiar en una terminal. Los robots limpiacristales son la máquina que más ha contribuido a mejorar el flujo de pasajeros. Antes de su llegada, se limpiaban de forma manual, empleando medios de elevación.
Estos sistemas, como las plataformas elevadoras, obligaban necesariamente a cortar la zona de actuación y balizarla como medida de seguridad, mientras que los robots limpiacristales quedan adheridos al cristal y no precisan de la intervención humana salvo al inicio y finalización de los trabajos.
Evitando subir a las alturas
Es cierto que el rendimiento de estos robots limpiacristales no es muy alto, pero a su favor tiene que el tiempo de preparación es muy inferior al que se tiene que dedicar cuando se opta por trabajo manual.
Uno de sus mayores ventajas es que los operarios no tienen que subir alturas, lo que mejora también la seguridad de los operarios. Lo mismo puede decirse de los robots encargados de limpiar las columnas.
También se emplean otro tipo de máquinas, como el robot barredora-fregadora, que está especialmente diseñado para las grandes áreas diáfanas y poco transitadas. Esto se debe a que cuando se encuentra obstáculos debe frenar y cambiar su trayectoria. Por eso, lo normal es que se emplee en zonas como recogida de maletas o pasarelas de acceso al aparcamiento.
En nombre de la eficiencia
Podemos decir que el aumento de la seguridad de los trabajos que antiguamente se realizaban en altura es, sin duda, el principal beneficio que aportan los robots en la limpieza de un espacio como la terminal del aeropuerto.
Pero estas máquinas también aumentan la eficiencia de las operaciones, mejorando rendimientos y, sobre todo, disponibilidad y costes.
Por ejemplo, los robots que limpian cristales suponen más de un 50% de ahorro económico y un aumento del 33% en la frecuencia del servicio. Y las máquinas que friegan el suelo emplean un 60% menos de tiempo en hacer el mismo trabajo y permiten alargar la vida útil de las superficies que limpian.
Pese a todo, estas máquinas siguen teniendo campo de mejora, sobre todo en lo que al rendimiento y la accesibilidad de los robots a espacios reducidos o de difícil acceso se refiere. Por eso hay zonas, como los aseos o asientos, cuya limpieza es completamente manual.
Otro problema de estas máquinas es su autonomía o ligereza. Aunque disponen de grandes baterías, si tuvieran mayor autonomía o fuesen más ligeras se optimizarían sus tiempos de cambio.
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