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Mantenimiento

Los misterios arqueológicos de la Iglesia de Santa Catalina de Badajoz

14 de septiembre de 2017

A mediados de mayo, iniciamos el proyecto de las obras de rehabilitación de la iglesia de Santa Catalina, en la ciudad de Badajoz.  En el desarrollo de los trabajos supervisados por el propio Ayuntamiento de Badajoz y por la Junta de Extremadura, hemos tenido la “tétrica y terrorífica” sorpresa de vernos introducidos en el mismísimo vídeoclip de Thriller de Michael Jackson o si prefieres una referencia más actual,  en la serie WALKING DEAD. Te preguntarás por qué… y es que en las excavaciones han aparecido una serie de tumbas y los que en ellas descansaban, que sinceramente, no esperábamos. Por suerte, no salieron andando ni bailando la coreografía de THRILLER, sino que se ha excavado con seguimiento arqueológico.

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La restauración de la Iglesia de Santa Catalina de Badajoz

Ahora que ya he captado tu atención, paso de la broma a la parte seria. Esta obra consiste en la restauración de la antigua iglesia de Santa Catalina, en la plaza de Santa María. El objetivo es convertir el edificio en un espacio cultural, dada su singular ubicación, aportará secuencias históricas de la ciudad con todos los cambios que el edificio ha ido sufriendo en sus siglos de existencia. Ya solo con las primeras excavaciones son perceptibles los enterramientos en criptas, subestructuras abovedadas, de los siglos XVII y XVIII, así como otras tumbas más humildes, fosas señalizadas con piedras, en la tierra.

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El encuentro con las criptas

Se han encontrado 7 criptas, de estas, según Pedro Castellanos, estudioso de la historia de Badajoz, algunos de los enterrados podrían ser importantes personajes, entre ellos Guillermo Tutavila, sobrino del duque de San Germán, napolitano de nacimiento. Tras su muerte en la batalla de Arronchez (Portugal), su cuerpo llegó en la noche del 13 de diciembre de 1653 y fue depositado en un sepulcro debajo del hueco del altar mayor de la iglesia. Allí fue sepultada además Damiana de León y Silva, que dio nombre a la calle Montesinos en el siglo XVIII y que donó a los jesuitas 400 ducados para construir un retablo para el altar mayor en 1698. También se enterró en este templo el famoso canónigo Juan Solano de Figueroa, autor de la Historia Eclesiástica de Badajoz. Actualmente estos restos encontrados están investigándose y puede que un futuro podamos saber más de todos ellos.

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¿De qué se trata una excavación con seguimiento arqueológico?

Una excavación “normal”, se puede efectuar por medios manuales o mecánicos (según exija la obra por condicionantes de espacio o por tipología de unidad). Habitualmente es por medios mecánicos, es decir, máquinas excavadoras y no se revisa si hay restos arqueológicos o cualquier otro tipo de restos.

Una excavación con seguimiento arqueológico, previamente, por indicios, se elabora un informe de la situación, antecedentes y posibles restos que pudiesen aparecer para determinar si puede haber riesgo arqueológico o no. Una vez que se determina el seguimiento, la excavación es a mano, en un proceso lento para cualquier vestigio o resto, y después poder analizarlo e identificarlo. Todo ello supervisado a tiempo completo o a tiempo parcial por un arqueólogo y en este caso por el propio ayuntamiento y el servicio de Patrimonio de la Junta de Extremadura.

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La historia de la Iglesia de Santa Catalina de Badajoz

La iglesia de Santa Catalina en su origen formaba parte del Convento de Monjas Agustinas de Santa Catalina, fundado en 1515 y ocupado por las monjas hasta 1623. Años después, hacia 1633, después del desalojo de las monjas por razones desconocidas, se instala en él la compañía de Jesús, que adquiere diversos edificios anexos, hasta su expulsión con Carlos III en 1.767. A continuación se instala en la iglesia la Parroquia de Santa María la Real hasta su traslado a la actual Iglesia de San Agustín con la desamortización de Mendizabal.

Desde entonces la iglesia ha sido una propiedad privada, llegando a albergar en la segunda mitad del siglo XX una fábrica de ladrillos y baldosas hidráulicas, incluso hay un foso para cambio de aceite de vehículos.

En el año 2013 el Ayuntamiento de Badajoz adquirió la iglesia con el objeto de incorporarla al patrimonio histórico de la ciudad de propiedad pública, así como para impulsar su rehabilitación y puesta en valor.

La Iglesia de Santa Catalina reúne una serie de valores históricos, se trata de uno de los monumentos religiosos más antiguos de tiempos de la expansión de la ciudad, extramuros del recinto de la Alcazaba y luego en tiempos de la conquista cristiana de la ciudad. Además, forma un correlato con los avatares históricos que se sucedieron en España tan significativos como: la creación de la Compañía de Jesús y la contrarreforma, las guerras de Portugal, la expulsión por la cédula real emitida en el siglo XVIII por Carlos III, por el periodo de desamortización, la privatización del patrimonio religioso, su abandono, las repercusiones de la Guerra Civil y la recuperación en el último periodo democrático. Es por ello que reúne los valores suficientes no solo históricos sino sociológicos que afectaron de lleno a la ciudad de Badajoz para su declaración como bien de interés cultural en la categoría de monumento.

Desde el punto de vista artístico, el edificio supuso la introducción en la provincia de Badajoz de la arquitectura jesuítica tras su remodelación, y suponiendo la expansión de este tipo de plantas en Portugal.

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La iglesia presenta planta de cruz latina, la nave principal está cubierta con bóveda de cañón, con seis arcos fajones de medio punto. En el brazo derecho del crucero tenemos acceso a una sala de techo bajo que da entrada a un patio y a un espacio de dos alturas que se situarían tras el altar.

El acceso a la iglesia se realiza por dos puertas, una de ellas, la principal, en la actualidad asimétrica con el eje del edificio, y otra más pequeña a la derecha de la primera, producto del proceso de segregación de los 60 donde había una cochera y el resto de la iglesia se utilizaba como almacén de materiales de construcción y fábrica de baldosas hidráulicas.

En la entrada nos encontramos con el coro, dividido por un muro que crea dos habitaciones, los techos de las dos alturas presentan decoración de esgrafiados, en algunas zonas se ven a simple vista, y en otras se aprecia el relieve a través de la capa de pintura, en el centro hay un tondo con círculos concéntricos, y en las paredes tenemos encintados. Posiblemente realizados en la construcción del convento en el siglo XVI.

Esta misma decoración la vemos a través de la capa pictórica de toda la bóveda, aunque en el último tramo, junto al crucero, se ven restos de color; los arcos están decorados con encintado de cal, aunque perdido en diversas zonas, este encintado lo vemos por distintas partes de los paramentos.

Toda esta evolución, es el resultado de lo que la iglesia es hoy y lo que nos hemos encontrado en esta obra de reconstrucción. Este tipo de trabajos destacan en la memoria por las sorpresas que nos encontramos, pero además tenemos la suerte de participar en alargar la vida a edificios icónicos. En  2018 todos los ciudadanos podrán disfrutar del edificio en todo su esplendor.

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