Ingeniería-ficción. Así dibujó Blade Runner la ciudad de Los Ángeles hacia 2019
06 de octubre de 2017
Una ciudad de hormigón sin límites siempre oculta bajo la penumbra garantizada por la nube de gases de efecto invernadero que parece contenerla bajo su peso. Una extensión continua de grises en la que el verde de las hojas o los colores de los pájaros no tienen cabida, porque ni lo uno ni lo otro existen ya.
Es improbable que ninguno de los presentes quiera vivir en la ciudad de Los Ángeles 2019 que planteaba Blade Runner, la adaptación cinematográfica de Ridley Scott. La ciudad es oscura, siniestra, e incluso posee una atmósfera repleta de explosiones de pozos petrolíferos localizados en mitad de la urbe.
Numerosos artículos han analizado la vida bajo esta ciudad, el ritmo de sus gentes, su relación con las máquinas e incluso los sentimientos de los robots. Desde un punto filosófico y social, poco más se puede añadir. Pero, ¿y sobre su arquitectura? ¿Cómo eran los edificios de LA en el 2019 de Blade Runner?
La ciudad sin límites de Blade Runner marcó precedente
Los replicantes, robots orgánicos humanoides con un nombre realmente inapropiado (a diferencia de los replicantes de Stargate, los de Blade Runner no se copian a sí mismos como máquinas de Von Neumann) son el núcleo tanto del libro como de la película. Pero en este artículo hablaremos de la ciudad en la que tratan de colarse estos replicantes mientras huyen de las colonias de fuera de la Tierra.
Cuando en 1968 Philip K. Dick intentó asomarse al futuro con su obra maestra ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, trató de llevar al límite lo que veía a su alrededor para modelar la ciudad de Los Ángeles del futuro. Viendo cómo crecían las ciudades y cómo los vehículos se multiplicaban en ellas, diseñó ciudades sin límites que se extendían hasta el horizonte de un modo similar a las barriadas de favelas actuales. A diferencia de estas, les añadió cientos de pisos en previsión de la superpoblación y, después, les arrojó una guerra mundial que la diezmó. Ahí arranca la historia, al final de una gran guerra.
Mientras que en el libro las ciudades infinitas aparecen prácticamente vacías, en la película estas se encuentran atestadas de gente salvo en contados edificios abandonados. En ambos casos, parte de la población ha emigrado a las mencionadas colonias.
No era la primera vez que veíamos este tipo de megaestructuras en la ciencia ficción, que se popularizaron en el ideario colectivo de varios autores a lo largo del siglo XIX. La película de 1982, como Metrópolis en 1927, marcó un antes y un después, y fue la semilla de la ciudad de Nueva York de El quinto elemento (Luc Besson, 1997), la Nueva Nueva York de Futurama (1999) o los planetas-ciudad Coruscant y Tau Ceti 2 (TC2) de Star Wars: La Amenaza Fantasma (Ep. I, 2001) e Hyperion (Vol.1, 1989) de Dan Simmons, respectivamente.
Al igual que las favelas, estas ciudades resultarían, para nuestra tecnología actual, insostenibles para la alimentación de la población. Tanto el film de Ridley Scott como el libro de Philip K. Dick nos aportan un par de pinceladas sobre la inestabilidad del sistema de alimentación. Simplemente, no hay nada verde, tampoco se ve un solo parque, y el único bioma que se nos muestra además de la ciudad es el desierto.
Los rascacielos que arañan el smog de Blade Runner
Bienvenidos al amanecer en Los Ángeles de 2019. Si sabemos que amanece porque el enfoque de la imagen superior es mostrado en varias ocasiones en la película (noche, amanecer, mediodía y anochecer) casi sin cambios. Incluso si retiramos la densa capa de contaminación resultaría bastante complicado determinar la hora del día por el Sol: este astro permanece constantemente escondido tras filas y filas de rascacielos.
La ciudad cuenta con enormes torres de pisos muy similares a los que podemos encontrar en ciudades densamente pobladas del planeta como la Nueva York o el Dubai modernos, pero con un horror vacui barroco tan extendido que apenas hay espacio para las calles. A diferencia de otras ciudades de ciencia ficción como la NY de El quinto elemento, no hay trenes verticales corriendo por sus fachadas, y estas son más corrientes de lo que esperaríamos de un modelo futurista de ciudad. (Probablemente debido al presupuesto de la película).
No obstante, hay discrepancias interesantes. Por ejemplo, los edificios se apelotonan unos junto a otros con tal densidad que incluso tiene sentido el transporte mediante aerovehículos, lo que condiciona a gran parte de las edificaciones, que se ven obligadas a albergar helipuertos en ellas.
En la #BladeRunner de 1982 podían verse edificios adaptados para ser «helipuertos» de coches voladores (?+?). pic.twitter.com/wsu6BGmUtZ
— Marcos Martínez ? (@euklidiadas) 5 de octubre de 2017
Para cualquiera que conozca los principios del voladizo que da lugar a terrazas como la de la fotografía, y los esfuerzos que aparecen tanto en la base como en la fachada que los soporta, comprenderán la dificultad que tienen estas edificaciones. Aunque visualmente los edificios de la película parezcan normales, su interior debe estar reforzado para aguantar las fuerzas sobre ellos.
Rascacielos con fachadas inclinadas, cúpulas, conos y objetos truncados
No son muchas las escenas en las que podemos observar en detenimiento los edificios porque estos permanecen ocultos tras la contaminación o son solo visibles en parte. No obstante, de vez en cuando la vista se nos llena con escenas como la que sigue, en la que podemos identificar bastantes formas diferentes:
Los contornos de los edificios de #BladeRunner disponían de varios niveles, con la base más amplia que la cúspide?. Algunos ejemplos: pic.twitter.com/TmZCtVkAmO
— Marcos Martínez ? (@euklidiadas) 5 de octubre de 2017
Si nos fijamos en el edificio que aparece en la sección superior izquierda, podemos visualizar cómo los niveles superiores disponen de un área más pequeña que los superiores. Y lo mismo podríamos hacer con el que aparece en el centro, arriba, el de base circular de arriba a la derecha y el edificio con el cartel luminoso (en bombillas incandescentes, por cierto) de la derecha.
Este modo de construcción en escalones es una constante en la ciudad, y en la escena que hemos visto en la sección anterior (en la que se puede leer «Enjoy» en letras blancas sobre rojo) podemos ver formas cortadas en forma de cono o incluso con lo que parece una cubierta a dos aguas. Aproximándonos de noche a este último tejado, y fijándonos en las luces, descubrimos que no se trata de un tejado, sino del escalonamiento de decenas o quizá cientos de pisos:
Es coherente, en una ciudad en la que falta el espacio, que los edificios tomen estas formas. Se intenta que el área construida sea la mayor, pero el límite parece encontrarse en la resistencia a compresión del edificio. Cuando ya no es posible seguir cargando el piso con plantas completas, estas ven reducido su tamaño nivel tras nivel.
El suelo de la ciudad de Blade Runner
Antes hemos comentado que casi no hay espacio para las calles, y formalmente esto sigue siendo cierto porque los edificios ocupan toda la ciudad extendiéndose hacia arriba. Dicho esto, sigue habiendo calles en la superficie, a lo que parecen cientos de metros por debajo de las formas que hemos visto hasta ahora.
Algunas de las calles que vemos en Los Ángeles de Blade Runner son angostas, meros conductos con forma de túnel en la que los vehículos futuristicamente ochenteros (y, recordemos, también voladores) se arrastran bajo la ciudad:
Y cuando decimos bajo la ciudad queremos decir exactamente eso, dado que varias escenas nos hacen pensar que, como en la Nueva Nueva York de Futurama, la urbe de Los Ángeles tiene varios niveles. Estos niveles podrían dividirse entre:
- Bajo el nivel del suelo, como el túnel de la escena superior.
- A nivel del suelo, pero por debajo de los edificios que tapan el cielo.
- El nivel de los rascacielos que hemos visto antes.
Si en el nivel superior observábamos formas que iban perdiendo área con la altura, en el inferior vemos justo lo contrario. Los edificios parecen estar construidos en el área clásica de una edificación moderna, pero ir ganando superficie útil planta tras planta, probablemente por la falta de espacio para construir.
En una visual a la altura del piso 97 del detective Deckard, el protagonista del film, podemos ver lo que parece una gran avenida rodeada de edificios que sirven a sí mismo de columnas para edificios que se encuentran sobre ellos. En una ciudad en la que el espacio es un recurso escaso es coherente construir de este modo.
Se puede apreciar un personaje asomado al balcón. Es Deckard, interpretado por Harrison Ford.
El lujo también existe en los edificios, pero solo para los ricos
Varias veces en la película, así como en el libro, aparece el edificio de la Tyrell Corporation. Bajo el lema «Más humanos que los humanos», esta empresa es la encargada de manufacturar los androides llamados replicantes, así como animales de compañía electrónicos. Es una corporación fuerte y con mucho poder en el planeta, y su edificio lo demuestra con creces.
Mientras que la mayoría de las edificaciones del film responden a motivos estructurales, el zigurat que posee la Tyrell Corporation parece albergar detrás de su estructura motivos estéticos. Sus dueños se permiten el lujo de derrochar el espacio en todos los niveles como muestra de ostentación.
El edificio podría considerarse como una ciudad en sí misma, ya que todos esos rascacielos de los que hemos estado hablando antes apenas sí le llegan a la falda a este enorme zigurat del tamaño de una montaña que recuerda al de las construcciones sumerias y asirias.
A lo largo de la película hay muchos interiores, pero estos responden en general a tres tendencias artísticas.
- La primera que se nos muestra ocurre en un espacio oscuro y lleno de humo de la mano de un blade runner que interroga a un replicante. La habitación responde a la ambientación de las novelas negras de detectives del siglo pasado.
- Una segunda estética, rodeada de contaminación, ruido, gente, neón y comida take-away asiática la encontramos en el nivel más bajo de la ciudad. La visual lleva al límite el ciberpunk que precisamente popularizó Blade Runner.
- La tercera ambientación interior corresponde a los interiores del edificio de la Tyrell Corporation (abajo) y del piso del protagonista (recursos constantes a la arquitectura maya). Busca de un modo casi forzado los paralelismos con las culturas antiguas y la nobleza. Un modo de separar la sociedad corriente de la importante.
Se puede observar una curiosa analogía arquitectónica entre las columnas del interior de una de las salas de la Tyrell Corporation y la vista desde el balcón desdes el que Deckard se asoma. ¡Los edificios tienen la misma forma que las columnas! Es importante, ya que ayuda a posicionar a los propietarios de la corporación por encima del resto de la ciudadanía, un guiño hacia la capacidad de la arquitectura de denotar el nivel económico y el clasismo de la sociedad.
La arquitectura es a menudo infravalorada en las películas o libros, como si la ficción no necesitase un entorno físico sobre el que desarrollarse. No obstante, las buenas construcciones nacen de un entorno sólido y realista como es la ciudad de Blade Runner, ucronía que, por fortuna, hemos conseguido evitar.
Todavía no hay comentarios