¿Quién es el perro Puppy, la estatua de flores que custodia el Guggenheim de Bilbao?
20 de octubre de 2017
Desde que fue instalado en 1997, un perro guardián conocido como Puppy custodia las puertas del Museo Guggenheim de Bilbao con un manto cambiante de decenas de miles de flores. Siempre alerta, este West Highland white terrier, un pequeño perro escocés de pelo blanco de 12,4 metros de altura y cerca de 16 toneladas de peso, recibe a los visitantes desde hace casi dos décadas.
No importa que llueva o haga sol, o que el invierno dé paso a su capa de pensamientos (la flor, no la facultad de razonar); o que no haya nadie de madrugada para hacerle fotos. Él espera paciente a las puertas de la cultura a que alguien se acerque para sacarse una fotografía a su lado. Los turistas de la ciudad y del museo no lo dudan, y corren hacia la estatua –que en su origen fue confundido con un gato– para sacarse un selfie. Este tipo de fotografía es más fácil que tratar de capturar su envergadura completa, aunque a menudo se observa cómo los turistas retroceden varios pasos para buscar el encuadre perfecto.
Otros se acercan a su base y tocan su pelo cubierto de pétalos de flores, ya que Puppy no tiene ningún cerco que le proteja del cariño de los visitantes, que es enorme. Te lo contamos todo sobre Puppy, la estatua de Jeff Koons, y su mantenimiento.
¿Quién diseñó la estatua de Puppy, el perro del Guggenheim de Bilbao?
El perro diseñado por Jeff Koons, no representa a ningún perro real, pero podría ser el espejo de cualquiera de nuestros amigos caninos. Cabeza alta, mirada al frente, siempre sentado a la espera de algo de atención, quizá aguardando la siguiente orden…
Pero desde que Puppy fue plantado (literalmente) en el espacio que hoy ocupa de la plaza Txema Aguirre, no se ha movido del lugar. Siempre atento a cómo la sociedad vasca daba el salto de un Bilbao de acero a uno basado en servicios.
Puppy no nació en esta plaza, que tardó un tiempo (y una desgracia) en llamarse de manera cariñosa Txema, sino unos años antes en el patio del castillo barroco del pequeño pueblo de alemán de Waldeck, cerca de la ciudad de Bad Arolsen, y en la falda del lago que forma el río Eder a su paso por la región.
En aquel momento de 1992 se estaba celebrando la Documenta IX, y 195 artistas pululaban por la zona. Jeff Koons, en aquel momento un artista un tanto conflictivo con sus ideas, no podía faltar en el cuadro. Talló una primera versión de Puppy en “tan solo” 11 metros de madera, pero esta obra de arte temporal fue destruida in situ tras el final del proyecto. Se dice que esta versión tenía flores más grandes que el actual Puppy, construido en acero.
La gente tiende a asociar el acero con que Puppy está fabricado a los astilleros bilbaínos que acabó desbancando el terrier, pero lo cierto es que Koons presentó a esta mascota definitiva del Guggenheim en el Museo de Arte Contemporáneo de Sidney, al otro lado del planeta, en 1997. El hecho de que las flores creciesen «de un modo desigual y anárquico» gustaba tanto a Koons como a la Fundación Guggenheim, desde la que no se dudó en adquirir la escultura ese mismo año por 1,2 millones de dólares, y la dejó vigilando la entrada de su museo de Bilbao, justo donde sigue a fecha actual. Pero hay una diferencia: hoy esa misma estatua florada está valorada en 54 millones de dólares (un 4.500% de valor en dos décadas). Parece que fue una buena inversión, aunque solo sea por las sonrisas de los turistas.
Este Puppy sidneyés, además de su desaparecido alemán de madera, tiene dos hermanos más. Uno, algo más mayor, es la prueba de artista del Puppy de Bilbao, y después de varios años siendo expuesto en el Rockefeller Center (NY) y en el Museo Hermitage de San Petersburgo, fue adquirido por Peter M. Brant y finalmente expuesta (fuera de los ojos del público) en su finca de Connecticut. Este empresario y filántropo americano tiene una historia con las obras de Koons, y por eso compró también el Balloon Dog hace unos años.
El segundo hermano de Puppy es mucho más pequeño (¿Y quizá por eso más adorable?), mide 106,7 cm de altura y es básicamente una litografía nacida en 1999 que hoy se vende por 7.500 o 10.000 dólares. Nada que ver con el perro de flores del Guggenheim cuyos cuidadores han tenido la amabilidad de responder a unas cuantas preguntas.
¿Cómo se realiza el mantenimiento de Puppy?
Al igual que ocurre con el interior del museo y con el cuidado de sus fachadas curvas, el mantenimiento de Puppy está a cargo de un equipo específico de profesionales que se desviven para darle la atención que merece. Es un perro vivo solo por fuera, pero requiere de cierta atención.
Hablamos con Koldo Nieto, Gerente de Infraestructuras de Ferrovial Servicios y Responsable del Museo Guggenheim, que nos ayuda a comprender el porqué de una estatua viva frente a otras estatuas que rodean el museo como Mamá, la araña de acero que encontramos al otro lado del edificio, o el árbol de burbujas. «Las diversas exposiciones con que se ha ido dotando el Museo Guggenheim desde sus comienzos en Bilbao han querido abarcar las múltiples disciplinas del arte contemporáneo, y esta escultura es una muestra más de la diversidad en el arte». Koldo nos confirma que la Fundación Solomon R. Guggenheim la adquirió en 1997 y la instaló en el lugar que ahora ocupa para darnos la bienvenida, y que es competencia de Ferrovial la elección de las variedades de las plantas. No así el color, que fue elegido por Koons hace décadas para emular los jardines clásicos del siglo XVIII. Estas plantas tienen «dos etapas: por un lado el otoño-invierno y por otro el primavera-verano».
En función de la época del año podemos encontrar una composición diferente de plantas. Por ejemplo, «de octubre a mayo se cubre con […] pensamientos y prímulas, pero para los meses de primavera y verano la variedad es mucho más amplia: begonias, ageratos, tagetes, petunias, lobelias, alegrías, iberis… combinando colores cálidos como el rojo, naranja, blanco o rosa».
Cuando preguntamos cuántas flores hay, Koldo nos responde que «la cobertura completa está compuesta por 37.000 plantas que se cambian dos veces al año». Su reposición ha de funcionar como un reloj, ya que «estas plantas se preparan de manera específica para esta ubicación […]. Una vez colocadas las nuevas plantas se comienza en el vivero la preparación y crecimiento del siguiente pedido para su implantación en seis meses». Una pregunta que muchos visitantes se hacen es si hay un interior de Puppy, y la respuesta es que sí. Dentro se encuentra «un complicado sistema de bombeo y dosificación de abonos gestionados a través de programadores que, en función de las condiciones climatológicas se van modificando y adaptando».
Las plantas están vivas, y han de mantenerse sanas y cuidadas durante seis meses. Estas plantas se sostienen sobre una turba de la que se alimentan sujeta por una malla metálica, todo ello tapado con geotextil. ¿Su peso? «Entorno a las 16 toneladas», confirma Koldo. Puppy tiene unos cuidados excelentes, ya que «se hacen revisiones semanales y analíticas periódicas, tanto del estado del sustrato (composición y nutrientes), como el estado de las plantas por posibles enfermedades o carencias». Esto hace que cada semana «se le dediquen varias jornadas» en exclusiva, y durante los cambios de flor «se emplean hasta 30 jardineros simultáneamente». Esta muda de pétalos no es fácil, ya que se tarda una semana entera, de lunes a domingo, desde que se montan los andamios hasta que la estatua queda liberada de nuevo con su nuevo traje. Incluso el cambio de sustrato, que se realiza cada varios años, conlleva dos semanas enteras de trabajo.
Por fortuna, Puppy es una mascota querida y los actos de vandalismo son contados. Al principio había quien se llevaba flores, «pero últimamente el mayor foco de problemas lo tenemos con los perros que se acercan a dejar su regalo», una cuestión del civismo de sus dueños.
¿Qué significado tiene la estatua floreada de Puppy, el perro que protege el Guggenheim?
Koons diseñó esta escultura pública con la finalidad de atraer, suscitar e infundir, en sus propias palabras, «optimismo, confianza y seguridad». Después de todo, es un perro de casi 13 metros de altura cubierto de flores. Perro y flores son dos conceptos que dificilmente nos evocarán valores diferentes.
Claro, que para los turistas la percepción cambia mucho, como demuestran las reseñas que hacen los visitantes. Unos se quedan con las flores, otros llaman la atención sobre el cuidado del animal (enhorabuena, Koldo , Kepa Sutil Llona -el encargado de jardinería – y la Jefa de servicios Arantza Gorraiz Etayo), otros introducen iconos «??????» para dar peso a su visita, y hay quien simplemente lo considera cuqui, mono, y corre a hacerse fotos.
Imágenes | ChatridelSevilla, Carlos Cunha (CC BY-SA 3.0)
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