El documental que recuerda a Antonio Lamela, el arquitecto que construyó las Torres de Colón de “arriba a abajo”
20 de noviembre de 2017
La obra “de más avanzada tecnología en construcción edilicia hasta el momento.” Así se referían en 1975 a las Torres de Colón de Madrid durante el Congreso Mundial de Arquitectura y Obra Pública que se celebró aquel año en Nueva York. Conocidas originalmente como Torres de Jerez, las Torres de Colón son dos rascacielos situados en la plaza de Colón de Madrid que tienen la particularidad de que se levantaron al revés, de arriba hacia abajo. Empezando “la casa por el tejado”.
Las torres fueran construidas por el arquitecto Antonio Lamela (Madrid, 1926-2017) entre los años 1967 y 1976 y su estructura suspendida o colgante fue entonces una innovación técnica, y es uno de los trabajos más simbólicos del arquitecto. El documental Torres Colón: La arquitectura suspendida de Antonio Lamela, de Héctor Gómez Rioja, repasa la historia y la repercusión que tuvo la obra del arquitecto, que falleció el pasado 6 de abril.
Además como homenaje tras su fallecimiento el Colegio de Arquitectos de Madrid presentó el libro “Antonio Lamela y Torres Colón: Historia de unas de las realizaciones más relevantes de la Arquitectura y de la Ingeniería estructural del siglo XX” en el que Concha Esteban hace un recorrido por la vida y obra del arquitecto, desde sus primeros encargos a sus trabajos más destacados dentro y fuera de España.
La construcción de las Torres de Colón
La casa por el tejado explica de forma visual cómo fue el proceso de construcción de la torres, que comenzó con la construcción del núcleo del cual después se suspenderían las plantas. En esa fase de la construcción “la gente no entendía todavía nada de lo que podían ser las torres. ‘¿A quién se le ocurre hacer unos edificios tan estrechos?’, decían.” El modelo de estructura colgante era entonces demasiado nuevo y sólo se había aplicado en menos de una veintena de edificios en todo el mundo.
Sin embargo, tras la construcción de las Torres de Colón, “la arquitectura española adoptó y desarrolló el modelo colgante”, según decía la publicación Informes de la construcción en 1977. La misma publicación explica algunos de los motivos por las que Antonio Lamela optó por este tipo de estructura, “la única solución funcional posible dada la naturaleza del solar, reducido de dimensiones e irregular, y el carácter de las torres proyectadas, de gran altura y escasa superficie en la planta tipo. La estructura colgante, apoyada en tierra exclusivamente por medio de un núcleo central de hormigón, permitió la instalación de rampas y plazas de aparcamiento en los sótanos, prácticamente imposibles de realizar en el caso de una construcción tradicional, y liberó a las plantas tipo de condicionamientos estructurales en la distribución interior, otorgándoles la diafanidad necesaria para la realización de un esquema de distribución flexible y variado, como el requerido por el funcionamiento de las oficinas para las que fue previsto.”
En el documental se relatan algunos de los desafíos a los que se enfrentaron los constructores, como el relacionado con la congelación del hormigón. Se hormigonaba por turnos las 24 horas del día, “sin parar”. Conforme se iba levantando el encofrado deslizante el hormigón se subía por un ascensor que había por el interior del núcleo donde debido a la altura las corrientes de aire alcanzaban más de 100 km/h. “De modo que el hormigón se congelaba según lo metíamos en el hueco del núcleo, y para cuando llegaba arriba ya no había forma de que fraguara. Había que calentar el hormigón antes de enviarlo subirlo para que llegara arriba templado y se pudiera aplicar,” explica en el documental Amador Lamela.
El uso del hormigón suponía un desafío mayor respecto al uso de una estructura de acero, pero Lamela lo prefirió porque otorgaba al edificio una mayor resistencia en caso de incendio. Además de la mayor complejidad que suponía el uso del hormigón, la estructura colgante encareció el precio de la construcción entre un 10 y un 15 por ciento; el coste de las Torres de Colón fue de 1700 millones de pesetas, más de 10 millones de euros de la época.
Hace algunos años Antonio Lamela explicaba en una entrevista el porqué de levantar dos torres, en lugar de una: “Empezamos a pensar en una torre, pero nos salía con tal altura, más de 40 plantas, que era romper por completo con el paisaje. Así que propuse a mis clientes que en vez de ser una torre fueran dos para no romper tanto la silueta urbana de la ciudad. Tuve muchas dificultades, porque el arquitecto municipal decía que no podía ser. ‘Estás planteando algo que va contra la norma, porque en lugar de una unidad me traes dos torres’. Entonces le dije: ‘No, perdona, te traigo una pareja de torres. Una pareja es una unidad compuesta por dos individuos.’”
Antonio Lamela y Ferrovial
A lo largo de su carrera Antonio Lamela colaboró con Ferrovial en diversos proyectos, como la ampliación del aeropuerto de Varsovia. La construcción de la Terminal 2 y el dique norte “marcó un antes y un después en la historia de la construcción de grandes proyectos en Polonia” que hasta entonces habían estado muy influenciados por el estilo de construcción de la época post comunista.
Lamela también trabajó con Ferrovial en la construcción de la Terminal 4 del aeropuerto de Madrid Barajas (2000-2005), que destaca por su espectacular techo, y en el edificio propiedad de la Promotora Ebrosa situado en Sanchinarro, en Madrid. El Edificio Ebrosa destaca porque toda su fachada de cristal se ilumina de diferentes colores por la noche, y porque la construcción hace uso de las zonas ajardinadas a su alrededor para regular de forma más eficiente la temperatura y la humedad del edificio.
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