Expresiones como “los datos son la nueva revolución industrial”, “los datos son el oro del siglo XXI”, “los datos, el nuevo petróleo de la economía del futuro” han sido el denominador común asociado al termino BIG DATA. En su momento, se pudieron considerar afirmaciones osadas o sentencias inocuas y propias de eslóganes publicitarios. Pero nada más lejos de la realidad. Hoy en día, y gracias a la perspectiva del tiempo, se puede decir que la revolución en la analítica de datos ha llegado para quedarse y transformar nuestras vidas, con un impacto probado en todos los ámbitos de la sociedad, y por supuesto en el mundo empresarial.
Por ejemplo, se puede entender su impacto en el mundo empresarial con el estudio publicado por la consultora PWC (basado en datos de Bloomberg), que presenta el ranking a las compañías mundiales con mayor aumento de capitalización bursátil. En el top 10 de esta clasificación están 5 compañías (lideradas por Apple y Amazon) que consideran el dato como un activo estratégico, y construyen su modelo de negocio alrededor de este, con el propósito de ofrecer productos y servicios de alto valor añadido.
¿Qué es el BIG DATA?
Recibo constantes preguntas de compañeros y amigos que no están familiarizados con la analítica de datos, y la pregunta natural es ¿Qué es el BIG DATA? La respuesta, más o menos elaborada, suele ir encaminada a explicar que ahora es posible procesar y recolectar grandes cantidades de datos, y realizar su inmediato análisis para encontrar información oculta, nuevos patrones y relaciones antes imposibles. Esto permite preparar la siguiente pregunta, continuación de la primera ¿Qué ha cambiado con la llegada del BIG DATA? La respuesta directa y sencilla es que nada ha cambiado. El objetivo sigue siendo el mismo; tomar las mejores decisiones posibles y reducir incertidumbre en las respuestas a preguntas inciertas. Pero al mismo tiempo, todo ha cambiado, gracias a la nueva perspectiva que ofrece esta tecnología, las decisiones que se toman tienen consecuencias distintas, consecuencias que afectan a nuestra vida, la manera en que vivimos y trabajamos.
Las empresas no son ajenas al BIG DATA, más aún, su naturaleza competitiva y de supervivencia ha provocado su llegada y está consolidando su implantación en todos los ámbitos de negocio. Si utilizamos el símil del petróleo, las empresas están descubriendo que poseen yacimientos de datos, y quieran o no, tendrán que convertirse en refinerías de estos. Esto está provocando una revolución de tal magnitud, que se produce la paradoja de que aquello que aparentemente parece una oportunidad, al mismo tiempo, si no se aprovecha, es una amenaza que ataca su línea de flotación, y en particular la de aquellas que consideramos tradicionales.
La clave para afrontar este colosal reto es considerar el dato como un activo estratégico, pues es un recurso que se posee, y es susceptible de convertirse en beneficios o aportar un rendimiento económico. Pero además, brinda una ventaja competitiva duradera. Muchas empresas de nueva creación lo tiene en su ADN, otras se tendrán que adaptar, una adaptación que tendrá el hándicap de que el tiempo juega en su contra.
El reto
El reto, para una empresa cuya concepción original no estaba pensada entorno al dato como activo estratégico, es aplicar una gestión del cambio eficiente, compatible con la inercia del pasado, de forma progresiva, al mismo tiempo que se mantiene plenamente operativa. Para afrontar este cambio, será necesario enfrentar desafíos tales como:
- La existencia previa de proyectos de analítica de datos descentralizados y desconectados. Proyectos que en cada caso, de forma individual, tenían sentido, pero que de forma conjunta no atienden a una planificación estrategia global con el consiguiente riesgo de pérdida de eficacia, y en algunos casos, confusión interna.
- Incorporación y gestión del talento: la oferta de directivos, ingenieros de datos y científicos capacitados queda muy por debajo de la demanda actual.
- Calidad y disponibilidad de datos: cuando no existe una política de gobernanza del dato, existen datos, que en muchos casos, no soportan las necesidades de los proyectos de analítica de datos.
- Una incorrecta implantación de plataformas tecnológicas Big Data que podría haber generado un ecosistema complejo, fruto del cortoplacismo de proyectos no coordinados y a la larga ineficientes.
- La resistencia al cambio derivada de una nueva forma de hacer las cosas que trasforma los esquemas tradicionales de operación. Si no se tiene en cuenta la gestión del cambio, la probabilidad de fracaso es alta.
El punto de partida
El punto de partida, es identificar iniciativas, orientadas a conseguir resultados, que sean rentables, incrementales y sostenibles. Estas iniciativas deben obedecer a una visión de trasformación del negocio basada en el dato. Existen tres áreas fundamentales a tener en cuenta en esta transformación:
- La mejora en la toma de decisiones
- La eficiencia operativa
- La monetización del dato
Para lograr este propósito, es necesaria la implantación de una estrategia de datos corporativa que incorpore una política de gobernanza del dato como condición necesaria y soporte de la visión de este como activo estratégico de la compañía. Esta estrategia tiene que tener como base la identificación de roles y responsabilidades en áreas clave como:
- Visión, cuyo objetivo final es alinear la transformación basada en datos con las necesidades de negocio y las nuevas oportunidades de mercado.
- Gobernanza del dato, tiene como principal misión asegurar la visión estratégica del dato en toda la empresa, garantizando la calidad e integridad de estos a través de rigurosas reglas, y una estructura propia de gobierno.
- Analítica de datos: el área operativa de la transformación, llega para quedarse. Entre sus principales cometidos, aparte del principal: “la generación de valor a través del análisis del dato para la toma de decisiones estratégicas”, está la administración plataformas de análisis y de activos de información.
- Áreas de tecnología de la información, desde el punto de vista de analítica de datos, son las encargadas de asegurar la disponibilidad y calidad del dato en los sistemas operacionales o de producción de una empresa.
Durante todo esto es proceso, es necesario crear una cultura del dato, con el objetivo de conseguir su implantación eficiente en toda la organización. Al final del proceso, en grandes compañías, emerge la figura del Chief Data Officer (CDO), encargado de asumir la responsabilidad de la estrategia de datos, su gobernanza, su control y desarrollo. El CDO se convierte en representante del dato, y es el máximo responsable de posicionarlo como un activo empresarial estratégico en la mesa ejecutiva.
El estudio “The 2016 Chief Digital Officer” elaborado por Strategy & (la consultora estratégica de PwC) es concluyente, en dos años se ha triplicado el número de CDO de las 2.500 mayores empresas cotizadas del mundo, lo que supone un 19% del total. Si tomamos la implantación del CDO en las empresas como indicador de la importancia estratégica que estas están otorgando al dato, podemos deducir que la mayoría de las grandes compañías, tarde o temprano, llegarán a la misma conclusión: es necesario integrar este activo de forma explícita en la estrategia de la compañía.
Aquellas empresas que consideren el dato como un activo estratégico, serán las que prosperen en los próximos años, pues este será un factor clave en su ventaja competitiva.
En definitiva, en la mayoría de las industrias y sectores empresariales, se plantea una nueva partida, se abre el mercado, y nuevos jugadores entran en juego. Es una cuestión de supervivencia que vendrá determinada para la capacidad que tengan las empresas para adaptarse a un entorno radicalmente diferente que reconfigurara sectores y negocios.
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