“Vinimos a la limpieza cuando esto era solo maleza y basura, no se veía nada, parece que la naturaleza se hubiera tragado al pueblo. Me siento orgulloso de haber estado ahí, recuperando lo que nos pertenecía. Hoy vivo feliz aquí con mi familia». Carmelo de Jesús Arias L.
Postales desde El Salado, la historia de un pueblo que se reconstruyó a si mismo. Fundación Semana, noviembre 2017.
Frente a El Salado es abundante la información que existe, tristemente una simple búsqueda en Google devuelve tal vez sólo una nota buena por cada 10 malas. Sobre esta comunidad los principales referentes pertenecen a la masacre en el año 2000 de 60 personas. Uno de los sucesos más tristes y vergonzosos que ha dejado el largo conflicto en Colombia y que ha afectado a una porción tan significativa de personas, que llegamos a ser el segundo país en el mundo en magnitud de desplazamientos forzados.
Un dato que permite una dimensión de este flagelo es el hecho de que a la fecha Colombia cuenta con un total de 6.983.372 personas reconocidas como víctimas sujeto de asistencia y reparación; casi 2 veces la población de Madrid (España) y un 14% del total de la población colombiana.
El salado, empezando de nuevo hacia el futuro
Antes del lamentable suceso, si bien esta era una población con una dinámica económica unida a la actividad agropecuaria, no estaba exenta de las problemáticas comunes al sector rural colombiano; entre otras: falta de vías de comunicación con los centros poblados, baja presencia del estado y sus servicios básicos como agua potable, salud y educación de calidad.
Un buen día algunos pobladores héroes silenciosos, que seguían unidos al recuerdo de sus parcelas y su estilo de vida en la tranquilidad del campo, decidieron iniciar por su propia cuenta el retorno, para encontrarse con los recuerdos de los días más amargos de sus vidas, pero con la firme decisión de afrontar la titánica labor de empezar de nuevo con los ojos puestos en el futuro. Poco a poco y producto de cambios en el país, incluyendo la desmovilización de los grupos paramilitares (autores materiales de la masacre), la promulgación de la ley de víctimas y una disminución en la intensidad del conflicto, entre otros, estos pobladores fueron encontrando apoyo de organizaciones privadas, no gubernamentales y gubernamentales, nacionales y extranjeras.
En 2009, la alianza promovida por la Fundación Semana y la suma de esfuerzos se convierte en una intervención decidida por la reconstrucción de El Salado, que ahora no solo tenía que reconstruir sus casas, calles, escuela, sino lo más importante, tenía que reconstruir su esperanza. Los hijos de quienes debieron huir y decidieron regresar, de quienes dejaron su vida en este conflicto fratricida merecían también la oportunidad de ver la paz. La mejor forma de reparación es brindar una oportunidad de futuro, educar para que la violencia no sea una salida, brindar oportunidades para una vida productiva, acercar al Estado y su oferta a las comunidades y ayudar en el tránsito de un duelo que solo quienes vivieron pueden decidir cómo llevar, pero en lo que es necesario acompañarlos.
Hoy en El Salado siguen faltando muchas cosas por hacer, pero el agua corre por el acueducto y llega a cada una de las casas, hay biblioteca, hay centros de educación, hay una vía pavimentada que redujo a 40 minutos un recorrido que tomaba hasta 6 horas en el mejor de los casos, hay escenarios para que los niños y jóvenes hagan deporte, casa de la cultura, hay capacidad en la comunidad para seguir construyendo su visión de futuro, para interactuar con las institucionalidad, para resistir y creer. Hay Capital Social y mucha, mucha esperanza en que el tiempo y su esfuerzo los hará más fuertes que nunca.
La Fundación Ayuda, mejorando las condiciones de vida
La Fundación Ayuda en Acción llegó a la alianza por El Salado hace cerca de 5 años, hoy permanece, siendo consecuente con su modelo de promoción del desarrollo en el cual consideramos que un periodo de cambio se logra después de 10 o 12 años, actualmente trabajamos también en el sector rural de El Salado, nuestra prioridad sigue estando en el agua, los derechos de las mujeres y la niñez, la educación y por supuesto la necesidad de acompañar a la comunidades en la identificación, gestión y desarrollo de alternativas productivas que les permitan mejorar sus condiciones de vida, hemos contado para ello con el aporte significativo de 2.000 colombianos que mensualmente realizan un aporte de dinero, pero además con el apoyo de empresas privadas como FERROVIAL, que han hecho posibles trasformaciones tan significativas como el acueducto que hoy brinda agua potable a todos los habitantes del casco urbano. Seguiremos trabajando, se ha logrado mucho, pero queda mucho por hacer para lograr que esta novela de inicio trágico tenga un final feliz.
No podemos devolver la historia, no podemos olvidarla, podemos y debemos, entre todos: comunidad, empresa, institucionalidad, organizaciones no gubernamentales, TODOS. Hacer que no se repita.
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