Cómo se construyó el metro de Londres hace más de 150 años y cómo se construye ahora
01 de octubre de 2018
¿Cuándo se inauguró el metro de Londres?
La de Londres es la red de Metro más antigua del mundo: se abrió al público en 1863 después de tres años de durísimos trabajos, toda una proeza para la época. Cuando el primer día subieron las primeras 38.000 personas en aquellos vagones —algunos sin techo siquiera– todavía iban tirados por locomotoras de vapor. Eso suponía muchas veces insoportables humos, al tiempo que la iluminación de los pasillos y estaciones era todavía de lámparas de gas.
Este vídeo didáctico Christian Wolmar para TED-Ed cuenta cómo se construyó el primer Metro del mundo, además de incluir algunas curiosas perlas como que la gente de la época protestaba ante la idea de ver perforada la ciudad y un alto cargo acusó a la compañía de «intentar llegar al infierno».
En su apertura se inauguraron unas pocas estaciones a lo largo de 4 millas; hoy son 270 estaciones en más de 400 kilómetros. El popular tubo lo usan 5 millones de personas al día. Y no para de seguir creciendo.
¿Qué es el método cavar y cubrir usado para construir el metro de Londres?
El método de construcción durante muchos años fue el llamado «cut-and-cover» (cavar y cubrir). Esa más fácil cavar un gran hueco en la calzada a cielo abierto, construir con ladrillos el arco del falso túnel y finalmente cubrir el resto con el material previamente excavado. Esto hizo que las primeras líneas no fueran demasiado profundas – algo que sucede en las líneas más antiguas de las principales ciudades.
Una de las compañías de la época, la C&SLR, estrenó las locomotoras eléctricas y también un nuevo método de excavado de túneles circulares mediante una técnica llamada «tuneladora de escudos», que originalmente era manual. La parte delantera se utilizaba para ir excavando una sección circular y tuneladora se llamó Greathead Shield («Escudo de Gran Cabeza»). Más adelante el escudo pasaría a ser mecánico y la máquina podría avanzar mucho más rápidamente y a través de todo tipo de materiales.
Hoy en día las llamamos TBM (Tunnel Boring Machines). Tal y como explica el vídeo las tuneladoras permitieron atravesar la ciudad a mayor profundidad y crear nuevas líneas a otro nivel: podían excavar por debajo de los cimientos de los edificios y lejos de las líneas eléctricas, alcantarillas y demás infraestructuras – incluso por debajo del río Támesis.
¿Cómo se construyen hoy las nuevas líneas ferroviarias que atraviesan el subsuelo de Londres?
Hace unas semanas tuve la suerte de poder visitar las obras y tuneladoras del proyecto Crossrail: una colosal construcción ferroviaria de más de 100 km, más de 40 de los cuales transcurren en tramos subterráneos bajo las calles de Londres, conectando en algunos puntos con la red de Metro.
La llamada Elizabeth Line tiene diez nuevas estaciones y se están renovando otras treinta ya existentes. En Farringdon (que curiosamente era una de las primeras estaciones de 1863) lo que más impresiona es su profundidad: 30 metros bajo tierra en seis niveles, a los que se añaden otros tres por encima, donde va un edificio. (Aquí los planos y detalles técnicos.) Hay estaciones más profundas –en Madrid llegamos a los 45 metros en Cuatro Caminos– pero bajar allí en plena construcción impresiona.
Las dos plataformas de la estación son interminables y poco tienen que ver con una estación de metro a las que estamos acostumbrados: tienen más de 200 metros de longitud, el tamaño de los nuevos trenes que transportarán hasta 1.500 pasajeros a la vez (ya están circulando en pruebas cerradas).
Las dos plataformas están completamente acristaladas con puertas corredizas y se conectan a través de un pasillo central hacia las salidas y taquillas, situadas en ambos extremos. Los túneles para los trenes tienen 6,2 metros de diámetro y fueron excavados por diversas máquinas TBM.
El diseño de las estaciones –incluso estando todavía en obras– es bastante llamativo: límpidos y bien iluminados techos blancos con suaves curvas, además de espaciosos halls a la entrada sobre gigantescas escaleras mecánicas – que estaban todavía en pleno ensamblaje. Una oportunidad única de ver una obra arquitectónica sin cartelería ni publicidad, en toda su esencia. La sensación era un poco como la de entrar en una pirámide a la que nadie ha podido entrar antes que tú.
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