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Tiempo de oportunidades

07 de septiembre de 2020

En estos momentos la única certeza que tenemos es que nos encontramos en la encrucijada de una posible nueva época dorada de nuestra evolución como especie. Las crisis vividas recientemente, tras otra etapa, justo anterior, de penetración en nuestra sociedad de nuevas tecnologías disruptivas en el ámbito de la información y la comunicación, nos ubican en el cambio de rasante de una transición global de estilo de vida. Está en nuestras manos aprovecharla o seguir en la etapa de incertidumbres, desigualdades, conflictos y aprovechamiento, por parte de unos pocos, de todo este contexto incierto.

¿Qué nos pasa?

Desde hace una década estamos viviendo a nivel económico, social y político algunos fenómenos, tanto en España como en Occidente, que no acertamos a dar explicaciones convincentes. La actividad financiera, convertida en un auténtico casino, manejó a principios de siglo los mercados de bienes y servicios de la economía productiva y provocó decisiones de austeridad y conservadurismo en la esfera política.

Este “gobierno del mercado de capitales”, generador de burbujas, tiene como consecuencia que la economía, el valor añadido y la industria se supeditan a una voluntad de crecimiento rápido para unos pocos que genera deflación, desempleo, ingreso polarizado dentro de los países y entre países, desigualdad creciente y persistente, migraciones económicas y, al final, desasosiego social, xenofobia y aparición de líderes mesiánicos. Las crisis que estamos viviendo últimamente, en especial la actual por COVID19, son señal de fin de época y de inicio de la nueva.

Las revoluciones tecnológicas en la historia

La reconocida experta Carlota Pérez relata que estamos en el mismo momento histórico de los años 30 del siglo pasado. Era entonces y es ahora un momento similar de gran oportunidad para nuestra sociedad, nuestra economía y nuestro planeta. Los últimos años están siendo de crisis intensa, generada en su base por una revolución tecnológica e industrial que nos ha llevado una serie de nuevos conocimientos y tecnologías con el denominador común de las tecnologías llamadas TIC, Tecnologías de la Información y la Comunicación.

Esta digitalización transforma a la larga la manera en la que vivimos, consumimos y producimos bienes y servicios. Pero hasta la fecha esta revolución ha sido desordenada, desigual y forzada, como siempre hacen al principio las llamadas revoluciones tecnológicas. Y esto es porqué la nueva tecnología y sus aplicaciones han corrido sobre un mundo y una cultura construidos por la anterior revolución, en nuestro caso, la analógica.

Las revoluciones tecnológicas Cuadro de Carlota Pérez, 2016

Cada vez que ha habido este desencuentro entre una nueva tecnología y un viejo mundo sobre la que penetra, el proceso ha acabado, recurrentemente, en una burbuja financiera y una crisis global, que nos ha llevado, a la mayoría, a tocar fondo como personas, organizaciones, sectores y sociedad.

La buena noticia a la que me refería al principio es que, también históricamente, hemos salido de estas crisis con una segunda época de la revolución tecnológica, llamada “época dorada”, en la que colectivamente somos capaces de extender los beneficios asociados a las nuevas tecnologías a la mayoría de la sociedad, de manera ordenada, ahora sí, reduciendo las desigualdades e involucrando a todos los agentes sociales y económicos en esta transformación.

registro histórico Cuadro de Carlota Pérez, 2016

En los años 30, mirado en perspectiva, la revolución tecnológica fue esencialmente eléctrica, química, constructiva, aeroespacial y automovilística. Su época dorada, que va terminando con las crisis de nuestro siglo, se basó en la producción y el consumo masivo de productos industriales, liderados por el coche utilitario y los electrodomésticos para un hogar significativamente más moderno y de mayor confort para una mayoría de EUA y, después, Occidente. Tuvo como consecuencia la mejora de la calidad de vida de mucha gente, especialmente de una numerosa clase media que podía y debía comprar su coche, su nevera, su lavavajillas, etc., para su nueva casa lejos del centro de la ciudad. A la vez, este cambio de “estilo de vida” supuso un impulso brutal de la economía basada en la producción y venta en masa de estos nuevos productos estrella, imprescindibles de esa época dorada.

nuevos hábitos de movilidad

Un ejemplo de la última transición efectiva, durante el siglo pasado, se muestra representada en estas imágenes del recambio absoluto del coche de caballos por parte del coche de combustión y los nuevos hábitos de movilidad provocados en parte por la sub urbanización de nuestras ciudades.

Las palancas de oportunidad

Hoy estamos en una nueva oportunidad, como aquella, de empezar nuestra época dorada. En este caso, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación están llamadas, junto a la urgencia del cambio climático y algunas nuevas realidades sociales (como la pandemia que vivimos), a cambiar nuestra vida, nuestro consumo y nuestra producción de bienes, servicios y experiencias. El nuevo estilo de vida es radicalmente más conectado, más colaborativo, saludable y consume menos energía y recursos naturales. La estrategia, una vez más, pasa por desarrollar, de manera ordenada, inclusiva y participada, una transición hacia las nuevas nociones de sociedad y economía. La nueva vida digital nos debe aportar incrementos en la calidad de vida y la salud de la mayoría, un mucho menor impacto sobre el clima y el planeta y, también, un crecimiento económico transversal a muchos sectores, que genere ocupación digna para toda nuestra población activa.

Esta nueva versión de actividad económica será necesariamente compartida entre humanos y robots (co-botización) y priorizará los servicios intangibles por encima de la producción de bienes tangibles. Veremos cómo se alarga la vida útil de los productos industriales, cómo crecen los sectores y las profesiones hacia actividades de mantenimiento y de personalización y mejora de la experiencia de cliente. Esta es la gran oportunidad de nuestra generación, después de nuestra gran crisis.

Estamos en el fin de un intervalo de relevo, materializado en una serie de síntomas evidentes de transformación de nuestros hábitos durante la crisis COVID19. Esto representa una ventana de oportunidad para el país, de poner dirección hacia la nueva “buena vida” que supone la sociedad digital y verde, el sistema de valores, estilos de vida y tecnologías que nos han de traer mejor calidad de nuestra existencia y nuevos mercados competitivos para nuestros sectores productivos. El hecho de ver multiplicadas, en ENISA, las solicitudes de préstamos participativos respecto el año pasado, me hace pensar que hay ganas de aprovechar esta oportunidad.

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