Cuando las excavaciones en Irak en los años 20 y 30 sacaron a la luz el palacio y el complejo de templos de Ur, la repercusión en los museos de todo el mundo fue increíble. No solo por la riqueza de objetos, que beneficiaría a los museos durante décadas, sino también porque posiblemente se había descubierto el primer museo del mundo.
Este museo de 2500 años de antigüedad, que actualmente lleva el nombre de su conservadora inicial, la princesa neobabilónica Ennigaldi, albergaba objetos de cientos de años. Cada objeto iba acompañado de cilindros de arcilla grabados en múltiples idiomas, que algunos creen que son la primera evidencia de los paneles informativos de los museos.
Mientras que antiguamente los museos probablemente estaban reservados a la élite adinerada, la mayoría de los museos actuales son públicos. El primero en autoproclamarse “el primer museo público” fue el Museo Ashmolean, fundado en el siglo XVII en Oxford, Inglaterra. Elias Ashmole, fundador del museo, declaró que el conocimiento del mundo natural y las maravillas que contiene es “muy necesario para la vida humana”.
Por lo tanto, ¿cómo nos aseguramos de que los museos, su historia, su arte y su cultura sean accesibles a todo el público y no sólo a unos pocos privilegiados? Este es un tema que ha preocupado a los museólogos durante décadas, y UNESDOC siempre ha advertido del riesgo de que los individuos discapacitados “puedan ser condenados a la exclusión de la sociedad” al no poder asistir a lugares, eventos, festivales y muchas cosas más de la misma forma que el resto de la sociedad.
¿Qué es lo que hace que un museo sea accesible?
Una de las primeras palabras que busco en las páginas web de los museos cuando quiero visitarlos es “Accesibilidad”. A veces apenas encuentro nada, lo que me hace pensar que no soy bienvenida allí o, si decido ir de todos modos, tendré que repetirme el temido mantra: “Todo está bien”. Sin embargo, ¿“bien” es suficiente cuando estamos invirtiendo en nuestra cultura, nuestro patrimonio, arte e historia? También hay casos en los que me sorprende el esfuerzo que se hace para presentar la accesibilidad, no solo como un extra difícil de alcanzar que hay que rescatar de las profundidades del sitio web del museo, sino como una parte integral de los valores del museo.
Accesibilidad es el término colectivo empleado para describir los métodos que hacen que los lugares, productos, servicios y mucho más, estén al alcance de todos. Para que un lugar se considere accesible desde el punto de vista de la movilidad, es necesario que se puedan desplazar por él las personas que no pueden caminar. A lo mejor van con muletas o tal vez con silla de ruedas. Por parte del museo, el desafío es tratar de atender a todo el público, cuyas necesidades y diversidad son enormes. La accesibilidad abarca una amplia gama de funcionalidades y servicios que hacen que todas las personas, con o sin discapacidades, puedan recorrer fácilmente las diferentes áreas. Algunos ejemplos de tipos de discapacidades que los museos deberían atender para ser más accesibles son:
Discapacidades visuales – ¿Se puede recorrer el museo utilizando un perro guía o un bastón? ¿Hay indicaciones y etiquetas disponibles en Braille?
Discapacidades físicas – ¿Las personas que usan muletas o andadores tienen suficiente espacio para desplazarse por las exposiciones?
Discapacidades auditivas – ¿Se han instalado sistemas de bucle de inducción en los mostradores de ayuda para que las personas con audífonos puedan entender al personal?
Discapacidades cognitivas – ¿Cuentan los elementos de vídeo y audio de las exposiciones con un estándar que no agrave determinadas enfermedades como la epilepsia o los trastornos vestibulares?
Discapacidades del habla – ¿Está el personal del museo debidamente capacitado para ayudar a las personas que tienen dificultades para comunicarse verbalmente?
Esta es una visión muy simplificada de lo que significa la accesibilidad en un entorno museológico. Hay muchas otras consideraciones a tener en cuenta. Afortunadamente, ya existen muchos museos en todo el mundo que han hecho de la accesibilidad una parte vital y valiosa, no solo de su funcionamiento diario, sino de su propia infraestructura. ¿Pero de qué forma puede ser accesible un museo?
Galerías táctiles
Siempre ha existido el inconveniente de la distancia entre los objetos, piezas y objetos del museo y cómo los percibe el público. La preservación del arte histórico es de suma importancia y la idea de dejar que los visitantes del museo toquen las piezas expuestas molestaría a cualquier museólogo. Teniendo esto en cuenta, es fácil entender por qué la distancia, e incluso a veces las barreras protectoras, son aspectos clave para garantizar que los objetos expuestos puedan estar protegidos para disfrutarlos durante años. Entonces, ¿cómo hacemos que la inaccesibilidad del arte sea más accesible? Algunos museos, como el Louvre, han introducido las galerías táctiles. Las galerías táctiles son zonas de los museos en las que se anima activamente a los visitantes a tocar las esculturas. Esta experiencia para los ciegos y discapacitados visuales es vital para garantizar que el arte esté disponible, sin excepción, para el público en general. Las galerías táctiles son solo uno de los sistemas empleados por el museo para garantizar que todas las personas, independientemente de su capacidad, puedan disfrutar del arte y la historia del Louvre. En cuanto a la inclusión e interacción, las galerías táctiles son también una excelente forma de hacer que el público “se reúna” con el arte que conoce y ama, y son sorprendentemente entretenidas para los visitantes de todas las capacidades.
El museo más accesible del mundo
El compromiso permanente del Wellcome Collection de Londres le ha dado la reputación de ser uno de los museos más accesibles del mundo. El Wellcome Collection ofrece todos los servicios y elementos de accesibilidad habituales que la mayoría de nosotros esperamos de los museos, pero con algunas novedades sorprendentes. Al oír la palabra “accesibilidad” la mayoría de nosotros pensamos en primer lugar en los accesos para sillas de ruedas y scooters de movilidad y es habitual que se olviden otras limitaciones sensoriales. Por ejemplo, las personas sordas y con problemas de audición a menudo se buscan sus propias mañas para seguir adelante y explorar cuando visitan lugares nuevos, y dependen literalmente de sus propios dispositivos, como los audífonos (si los usan). En el Wellcome Collection las limitaciones audiológicas están bien atendidas y hay disponibles bucles de inducción fijos en varios puntos del museo. El museo ofrece bucles de inducción portátiles a aquellos que los reservan con antelación. También existe la opción de hacer visitas en las que se utiliza el lenguaje de signos británico (BSL) o la tecnología de voz a texto, lo que permite una inmersión completa en las exposiciones por parte de los visitantes sordos y con problemas de audición. Esta integración de tecnología y compasión humana en espacios históricos como los museos los hace mucho más accesibles.
Accesibilidad digital
De cara al futuro, a los museos más consolidados y apreciados de todo el mundo les preocupa la idea de tener que adaptar elementos de accesibilidad poco estéticos o poco funcionales a sus bellas infraestructuras. Aunque todos sabemos y aceptamos que se necesitan rampas para sillas de ruedas, con frecuencia también nos enfrentamos a soluciones improvisadas para eliminar barreras arquitectónicas como las escaleras. Esto no siempre tiene que ser así. El Museo Guggenheim de Bilbao es un icono arquitectónico reconocible al instante, pero lo que quizás pasa desapercibido es que además es uno de los museos más accesibles. Cada planta, cafetería y restaurante, cada baño y exposición es accesible en silla de ruedas y dispone de sistemas de bucle de inducción para personas con problemas de audición en múltiples lugares. Además de la accesibilidad arquitectónica del Guggenheim, está la accesibilidad digital. Los visitantes del museo pueden descargarse la audioguía directamente en sus teléfonos inteligentes antes de su visita, lo que hace posible que el Guggenheim se pueda visitar de forma totalmente independiente y sin la ayuda de personal (a menos, claro está, que la necesites, en cuyo caso estará a tu disposición). Esta libertad para muchas personas discapacitadas era casi inimaginable no hace mucho tiempo. En lo que respecta a la arquitectura, no se pueden encontrar ejemplos mucho más sorprendentes que la obra maestra de Gehry en Bilbao, y los elementos de accesibilidad perfectamente integrados sirven para demostrar que la accesibilidad puede ser hermosa.
El futuro de la accesibilidad en la cultura, la historia y la museología
La comunicación es clave para entender las necesidades de cualquier tipo de público Y la accesibilidad no es una excepción. Si todos los museos escucharan a sus visitantes como lo han hecho algunos pioneros, la historia, la cultura, el arte y muchas otras cosas estarían más disponibles para el público que nunca.
Cuando la arquitectura y el espacio físico se diseñan teniendo en mente todas las necesidades y capacidades concebibles de los ciudadanos, tanto los museos como los visitantes progresan. Los museos que ofrecen múltiples métodos de interacción e interpretación permiten al público experimentar la historia, el arte, la cultura y, lo más importante, la inclusión, de formas novedosas y fantásticas.
El diseño innovador e inclusivo a nivel arquitectónico y de exposición a menudo puede pasar desapercibido para aquellos que no se benefician directamente de él, pero para estos y tantos otros museos de todo el mundo significa que sus museos son verdaderamente para todos.
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