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¡A bordo! Una breve historia de los viajes en el tiempo

03 de febrero de 2021

Naves espaciales, coches de carreras y hasta máquinas extrañas parecidas al arca de Noé. El ser humano ha imaginado la posibilidad de moverse hacia el pasado y el futuro desde hace miles de años. Sin embargo, no ha sido hasta los últimos dos siglos que los protagonistas de los viajes en el tiempo han empezado a hacerlo a bordo de máquinas y vehículos capaces de desafiar las limitaciones de la naturaleza.

Te invitamos a que nos acompañes en un breve viaje. Repasamos las máquinas con las que escritores, cineastas y también científicos e ingenieros han imaginado los viajes en el tiempo.

La primera nave del tiempo de la literatura: el Anacronópete

En la segunda mitad del siglo XIX, el mundo estaba cambiando a toda velocidad. La ciencia y la tecnología prometían un presente y un futuro lleno de nuevas soluciones, desarrollos e innovación. El ferrocarril había conseguido unir puntos lejanos en trayectos de pocas horas y el teléfono permitía escuchar la voz de personas que se encontraban a kilómetros de distancia. Y esto era solo el principio.

En este contexto de cambio vertiginoso, las máquinas eran las claras protagonistas, algo que se dejaba ver en la literatura. Las novelas de Julio Verne, con cohetes espaciales y submarinos capaces de recorrer miles de kilómetros bajo el agua, daban la vuelta al mundo. Fuese cual fuese el desafío, era fácil pensar que podría solventarse con la tecnología. Fue en este contexto en el que el español Enrique Gaspar y Rimabu escribió ‘El Anacronópete’, la primera obra literaria en describir un aparato capaz de retroceder en el tiempo.

El Anacronópete es una nave que, impulsada por la electricidad, es capaz de girar en el sentido contrario a la tierra y a mucha más velocidad. Como resultado, desanda lo avanzado por el planeta, de forma que puede volver a situarse en el pasado. “El globo emplea veinticuatro horas en cada revolución sobre su eje; mi aparato navega con una velocidad ciento setenta y cinco mil doscientas veces mayor; de lo cual resulta que en el tiempo que la Tierra tarda en producir un día en el porvenir, yo puedo desandar cuatrocientos ochenta años en el pasado”, explican en las páginas de la novela.

De ahí el propio nombre de la máquina, formado por tres voces griegas: ana, que significa hacia atrás, crono, que significa tiempo, y petas, que hace relación al vuelo. La máquina capaz de volar hacia atrás en el tiempo.

Ilustración de ‘El Anacronópete’ Ilustración de ‘El Anacronópete’, una máquina que según su autor tiene la forma del arca de Noé. British Library

Los viajes al pasado de Sindulfo García

La novela de Enrique Gaspar y Rimbau nos cuenta la historia de Sindulfo García, un inventor y científico zaragozano que da forma al Anacronópete tras descubrir el secreto de los viajes en el tiempo. Junto a su sobrina Clara, su ayudante Benjamín y otros miembros de la tripulación sube al bordo de su nave del tiempo para vivir curiosas aventuras.

El grupo viaja a la batalla de Tetúan de 1860, la Granada de 1492 y la China del siglo III. Después de realizar estos viajes siguen retrocediendo en el tiempo, hasta la Pompeya del año 79 y los tiempos de Noé. Y es que, como describe Gaspar y Rimbau en las páginas de ‘El Anacronópete’, “merced a él puede uno desayunarse a las siete en París, en el siglo XIX; almorzar a las doce en Rusia con Pedro el Grande; comer a las cinco en Madrid con Miguel de Cervantes Saavedra -si tiene con qué aquel día- y, haciendo noche en el camino, desembarcar con Colón al amanecer en las playas de la virgen América”.

El autor intentó representar su obra en los teatros de zarzuela, aunque sin éxito. Terminó publicándola en forma de novela en 1887 en Barcelona. De esta forma, se adelantó ocho años a la publicación de ‘La máquina del tiempo’ de H. G. Wells, durante mucho tiempo considerada la primera obra de ciencia ficción en describir una máquina del tiempo.

La revolución de la relatividad

Apenas unas décadas después de que se imprimiesen los primeros ejemplares de ‘El Anacronópete’ en Barcelona, las teorías de un científico alemán revolucionaron todo lo que se sabía hasta el momento de las leyes del espacio-tiempo. Nos referimos a Albert Einstein y sus teorías de la relatividad espacial y la relatividad general.

A grandes rasgos, podemos decir que Einstein dejó atrás las leyes de Newton, que determinaban que el tiempo es inmutable en el universo. El alemán sentó las bases para considerarlo algo relativo, que depende (entre otros factores) del campo gravitatorio en el que se mide. Por ejemplo, transcurre con mayor lentitud para aquellos objetos que están en movimiento que para aquellos que están en reposo. Por ello, las naves espaciales que se mueven por el espacio a velocidad diferente a la de la tierra pueden experimentar un paso del tiempo distinto.

Las teorías de Einstein señalan que el tiempo es algo relativo en el universo. Mitchel Hollander (Unsplash)

Las teorías de Einstein explicaron (en la teoría) la posibilidad de realizar viajes en el tiempo. Y esto, como no podía ser de otro modo, revolucionó el mundo de la ciencia ficción. Las naves espaciales pasaron a ser un vehículo en el que avanzar o retroceder en el tiempo, entrar en bucles temporales o investigar la relación entre el espacio y el tiempo.

En la película ‘Interestelar’ de Christopher Nolan, por ejemplo, los astronautas que salen en busca de nuevos mundos en los que asentar a la humanidad sufren las consecuencias de la relatividad del tiempo. Para ellos las horas se dilatan, mientras que los días pasan más rápido para sus familiares y amigos en la Tierra.

Las paradojas de la ciencia, también en el cine

Cuando Marty McFly viaja accidentalmente de 1985 a 1955, descubre que ha alterado la forma en la que se conocieron sus padres. Las consecuencias pueden ser terribles: se da la posibilidad de que él nunca llegue a nacer.

‘Regreso al futuro’ presenta así una de las paradojas más conocidas que han planteado los viajes en el tiempo: ¿qué puede suceder si evitas tu propio nacimiento en un viaje al pasado? Durante las últimas décadas, científicos y filósofos han hecho frente a esta y otras preguntas, que siguen dejando muchas incógnitas abiertas.

En la película, Marty consigue que sus padres se conozcan y enamoren, antes de volver a subirse al DeLorean para regresar a los años 80. Y es que, en este caso, la máquina elegida para viajar en el tiempo es un coche con puertas de ala de gaviota, capaz de volar e impulsado por combustible ecológico. Algo que hoy en día suena un poquito menos a ciencia ficción.

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