Las vidas de la Ruta del Cacao ¿Qué oportunidades da un proyecto a la gente que vive a su alrededor?
17 de marzo de 2021
Isolina Acosta se dedicaba hasta hace poco a la venta de frutas en los márgenes de una carretera del Departamento de Santander, en el este de Colombia. Durante 25 años este ha sido su medio de vida. Cuando montó su negocio lo hizo de manera informal, guiándose por su instinto y entusiasmo. Sus jornadas de trabajo las compartía con otros vendedores ligados al medio rural que, al igual que ella, ofrecían sus productos y servicios en los márgenes de esta vía. Es también el caso de Josefina Pinto González y del matrimonio formado por Robledo Charry y Flor Ángela Pico.
Todos vieron cómo su vida daba un giro cuando se inició la construcción de la Ruta del Cacao, la única concesión que Ferrovial tiene en Colombia. Con una longitud aproximada de 153 kilómetros de doble carril por sentido, el objetivo del proyecto es remodelar parte de la vía existente y la construcción de una nueva para mejorar las condiciones de tráfico en la región. Una infraestructura que fortalecerá las oportunidades de desarrollo económico, y potenciará el empleo y la cadena de suministros al este de Colombia. Actualmente el primer tramo de la nueva carretera ya está en trámite de entrega ante la Agencia Nacional de Infraestructura, mientras que el tercer tramo en el que se están realizando los trabajos está previsto para julio de 2022.
Proyecto de Desarrollo de Unidades Productivas
Cuando se iniciaron los trabajos en 2016, el temor se instaló entre quienes veían peligrar la única forma de vida que conocían, con sus negocios apostados a orillas de la carretera. Sin embargo, al mismo tiempo que comenzaba su remodelación, se puso en marcha el Proyecto de Desarrollo de Unidades Productivas. Una iniciativa fruto del trabajo conjunto entre el gobierno, las administraciones locales, y la concesión.
El objetivo de este programa, que a día de hoy continúa vigente, es acompañar a las personas afectadas por la construcción de la Ruta de Cacao en la búsqueda y creación de nuevas oportunidades económicas. Y hacerlo sin que tengan que verse obligadas a desvincularse ni de su forma de vida ni de su comunidad.
El Proyecto, con impacto directo en cinco municipios de esta región de Colombia, comprende varias etapas. La primera de ellas consiste en la caracterización de todas las unidades productivas y registrar las actividades no formales generadas a lo largo de esta vía. El siguiente paso es crear una red de sensibilización para informar a los afectados de los cambios que se van a producir con la ampliación de la calzada e invitarles a compartir sus propuestas.
Durante la ejecución del programa se fortalecen sus habilidades y capacidades en diversas jornadas de formación. Son ellos mismos los que proponen sus proyectos y reciben asesoramiento. Por último, con los activos fijos y capital de trabajo, implementan sus ideas de negocio formales y se convierten en proveedores de servicios para su comunidad, contribuyendo también a su desarrollo económico.
Una ruta llena de historias
En el caso de Isolina Acosta, remodeló su casa para convertirlo en un salón de belleza, ya que previamente se dedicaba a vender frutas y verduras cerca de la carretera. Junto a su hija y su yerno, realizaron una importante inversión para diferenciarse del resto y ha conseguido consolidar un negocio familiar con ingresos permanentes.
Isolina Acosta junto con una responsable del Proyecto de Desarrollo de Unidades Productivas.
Josefina Pinto, también vendedora de frutas, se sumó al programa y decidió diversificar su oferta con la compra de gallinas ponedoras y pollos de engorde. El resultado ha sido un trabajo digno y la mejora de su calidad de vida.
Josefina Pinto en el espacio dedicado a la cría de gallinas.
Por su parte, el matrimonio de Robledo Cherry y Flor Ángela Pico dejó su puesto de venta ambulante y formaron una empresa con la que él ofrece servicios de transporte de carga menor, mientras ella se dedica a la venta de pescado. En los tres casos, todos ellos aprendieron a manejar herramientas administrativas, gestionar un negocio y tener un trabajo formal.
Flor Ángela Pico y Robledo Cherry posan junto a su moto de transporte.
A día de hoy, el programa ha ayudado a desarrollar 46 nuevas microempresas que contribuyen al fortalecimiento del tejido social en sus territorios y han generado dos empleos directos. La mayoría de los negocios están dedicados al abastecimiento y venta de productos y servicios. La inversión total ha sido de 103.400€, de los que 42.900€ corresponden a donaciones.
Con la primera fase finalizada, ya está en marcha la segunda fase en la que calculamos que se beneficiarán alrededor de 40 familias. Los negocios, también ubicados en las cercanías de la Ruta del Cacao, esta vez estarán orientados a propuestas dedicadas al ocio y convertirse en un lugar de encuentro para toda la comunidad.
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