hotel Puerta América
Corporativo

Un edificio con 18 miradas: las mentes detrás del hotel Puerta América

21 de abril de 2021

Coronadas por un ático desde el que observar el frenesí Madrid, las 12 plantas del hotel Puerta América podrían haber sido sacadas de cualquier rincón del mundo. El edificio conjuga las miradas de 18 arquitectos y diseñadores que formaron un único equipo internacional, pero que fueron quien de llevar su concepción del confort y del lujo a cada una de las habitaciones. Entre los límites de sus paredes, la libertad del arte se materializa.

El hotel, construido por Ferrovial, persigue el concepto de edificio multicultural. Cada planta, incluyendo la recepción y el parking, lleva el sello de un equipo de arquitectos, la firma de un gran nombre. La fachada, obra del francés Jean Nouvel, está salpicada de pasajes del poema Libertad, de Paul Eluard. Detrás de esos versos, la arquitectura de todo el planeta toma forma en los rincones del Puerta de América.

Jean Nouvel y la transparencia

“La arquitectura es música congelada”, decía el artista alemán Goethe. Al aproximarse al Puerta América, la primera partitura que salta a la vista es la de Jean Nouvel. Pero más allá de la fachada del hotel, el sello del arquitecto francés está también en la planta 12. Allí diseñó 12 suites junto a los fotógrafos Araki y Fleischer, cuyos trabajos sobre el cuerpo humano y la tradición japonesa de las geishas ocupan las paredes.

Nouvel, que huye de los convencionalismos e intenta concebir cada proyecto sin ideas ni estilos previos, juega en la planta 12, como en toda su obra, con la luz, las sombras y la transparencia. El diseño del premiado arquitecto (premio Pritzker en 2008) dispone un sistema de paneles deslizantes en cada habitación, para que cada huésped pueda reorganizar el espacio a su gusto.

Mariscal y los colores de la planta 11

Una planta más abajo, nada más salir del ascensor, un cactus recibe a los visitantes. La escultura, uno de los diseños que ha hecho famoso al estudio multidisciplinar de Javier Mariscal, es blanca, pero está salpicada de rojos, amarillos, azules y naranjas. Es un anticipo de lo que viene, una planta alegre, pensada para despertar la imaginación, en la que los colores son protagonistas.

Los pasillos hacia las habitaciones están decorados con otros objetos de Mariscal para que la experiencia no pierda fuerza. En cada una de las suites, el artista valenciano, junto a Fernando Salas, otorga protagonismo a la luz y los estampados. Además, cada habitación tiene uno de sus lados cubierto por un enrejado de madera retroiluminado que quiere dar la sensación de que el espacio no termina, de que el huésped está al aire libre.

Isozaki y la calma japonesa

Las obras de Arata Isozaki parece que te siguieran con la mirada. Pero, en realidad, el arquitecto japonés incorpora efectos visuales para que las formas cambien según el punto en que se encuentre el observador. Además, la fusión de elementos occidentales y orientales junto con estructuras modernas plagadas de formas geométricas marcan su estilo.

Sin embargo, en el interior de la planta 10 del Puerta América, la influencia japonesa toma los mandos. Isozaki, premio Pritzker 2019, diseñó un interior relajante, en equilibrio y calma, con elementos de la cultura en la que creció como artista. Los paneles de madera, el suelo de mármol blanco y muchos otros detalles sutiles nos transportan a Japón sin abandonar Madrid.

Gluckman Tang y el toque industrial

Bajo el equilibrio oriental, en la planta nueve, el minimalismo industrial de Gluckman Tang toma la palabra. El estudio, fundado por Richard Gluckman, al que después se incorporó Dana Tang, apuesta por estructuras sencillas, vacías de elementos superfluos, inspiradas por el entorno industrial de la ciudad que lo vio nacer: Buffalo, al pie de las cataratas del Niágara.

En el interior de la planta nueve, el estudio juega con el concepto de una caja dentro de una caja a la hora de organizar el espacio. En los pasillos, los materiales industriales, como el aluminio, el cemento y el vidrio son protagonistas, pero sin olvidar el confort que otorga la lana de la alfombra que cubre el suelo. En las habitaciones, todo se dispone en cajas, desde el baño hasta el teléfono.

David Chipperfield y la simplicidad del lujo

De las alturas bajamos hasta la planta tres, donde el minimalismo vuelve a ser protagonista, esta vez de la mano de David Chipperfield. El arquitecto británico no renuncia a las influencias que le llegan de otros rincones del mundo. Así que no es de extrañar que, en esta planta del Puerta América todo empiece alrededor de una inmensa lámpara de cristal de Murano. De ella parte el oscuro y profundo pasillo, que absorbe a los visitantes hasta que el mundo se abre en las habitaciones.

El orden, el equilibrio y la simplicidad son protagonistas en cada uno de los espacios, pero el lujo lo impregna todo. El suelo de las habitaciones es de piezas de terracota; el banco y el cabezal de la cama, de piel. Los colores, la simetría geométrica y la sencillez de los elementos invitan solo al descanso.

Norman Foster y la paz urbana

Esta breve selección no podía cerrarse sin Norman Foster, premio Pritzker en 1999​ y Príncipe de Asturias de las Artes en 2009. En la planta dos del Puerta América, el arquitecto de Manchester, representante del estilo industrial high-tech, busca alejarse del ajetreo de Madrid, pero sin abandonar su esencia urbana.

Más allá del hall, presidido por una estatua de Zhan Wang, las paredes de vidrio con luz propia dominan el espacio, recubriendo los pasillos e internándose en las habitaciones. Dentro, la piel, la madera de roble y la sencillez buscan, como en buena parte de la obra de Foster, la sostenibilidad y la tranquilidad de los espacios.

Más allá de este puñado de referentes arquitectónicos, otros muchos grandes nombres se dieron cita en la construcción del hotel Puerta América. Kathryn Findlay (planta ocho), Marc Newson (planta siete y bar), Ron Arad (planta seis), Victorio & Luchino (planta cinco), Eva Castro & Hoger Kehne (planta cuatro) o Zaha Hadid (planta uno) contribuyeron a dar forma a uno de los edificios más multiculturales de Madrid.

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