Soy Mikel Sajeras, tengo 27 años y hace siete meses que comencé mi trabajo como cooperante en la ciudad de Bogotá, Colombia. Mi organización de acogida es Acción contra el Hambre, organización humanitaria internacional que lucha contra las causas y los efectos del hambre. En nuestro día a día trabajamos con las comunidades antes, durante y después de cualquier emergencia con el objetivo de ayudarles a ser autosuficientes y a poder prosperar paulatinamente.
Trabajamos en diversos proyectos por Colombia, cada uno con un fin y con un impacto diferente en la sociedad. Una de las dificultades más frecuentes a las que se enfrenta todo el país y sus habitantes es la carencia de agua potable. Y es que, Colombia es el tercer país más rico del mundo en agua e, irónicamente, aunque esté lleno de ríos, arroyos y páramos, miles de personas no tienen acceso a agua segura. En ocasiones ni siquiera tienen acueductos.
Unos de mis primeros contactos que tuve en terreno fue en Bucaramanga. Donde 20.900 personas han recibido el apoyo de la organización en el nororiente del país para acceder a agua segura mediante la entrega y distribución de sistemas de filtros de agua a nivel domiciliario, construcción de pozos, redes de agua, letrinas e infraestructuras de saneamiento e higiene.
¿Cómo colaboramos con empresas y comunidad?
Las veredas de san Nicolás alto y bajo son algunas de las comunidades donde se han realizado estos proyectos con la colaboración y apoyo financiero de Ferrovial. Allí la gran mayoría vive de las producciones agropecuarias, siendo su principal fuente de ingresos el cultivo de frutas tropicales y subtropicales como la piña. Hay espacios fértiles y acceso a agua como para que la tierra de sus frutos, pero sus habitantes llevan toda una vida sin poder beberla.
El sistema de almacenamiento para distribución que tenían anteriormente era de 34.000 litros, y no era suficiente para el abastecimiento de toda la población, es decir, con esa cantidad de agua no alcanzaba para garantizar el mínimo de agua para cada persona al día. Con el proyecto se aumenta esa capacidad a 70.000 litros adicionales que comprenden un tanque subterráneo de 50.000 litros y uno elevado de 20.000 litros.
Conocer de primera mano el proyecto y poder visitarlo me hizo comprender el trabajo que realizábamos desde las oficinas. Pude estructurar a donde iban depositados cada material que creaba desde la base. Y es que ponerles cara y cuerpo a las comunidades es muy enriquecedor. Por lo que la llegada de esta obra no solo tuvo un impacto en más de 200 familias, esta también tuvo un impacto sobre mi y mi perspectiva a la hora de trabajar.
Ser cooperante en tiempos de COVID
Como en todo trabajo, la llegada de la pandemia no ha dejado a ningún sector indiferente. En cooperación, la COVID-19 también tuvo repercusiones. En mi experiencia personal, llegué al país en un momento donde la propagación de la enfermedad ya no estaba en su momento más álgido, pero seguía habiendo restricciones y limitaciones en el movimiento. Esto ha dado lugar a que no pueda vivir la experiencia plenamente, pero que la vea desde otro punto de vista.
Estar lejos de tu país en un momento tan delicado no es sencillo, sobre todo cuando tienes familiares y amigos que se pueden ver afectados por la circunstancia. Pero superando la barrera de la distancia, vivir la situación en un país con menos facilidades del que perteneces, es cuanto menos una experiencia interesante. Y es que, vivirlo desde aquí te hace reflexionar y aprender sobre las formas que cada país tiene de sobrellevar y enfrentarse a situaciones límite.
En cuestiones laborales, mi trabajo en terreno se vio afectado, ya que muchas fronteras se cerraron, vuelos se cancelaron, hubo confinamientos y toques de queda. Básicamente, tuve que teletrabajar como casi todo el mundo durante un tiempo. Lo que dio paso a la creatividad. Tuvimos que hacer un trabajo lo más parecido posible al que había antes de que todo esto pasase. Dando formaciones didácticas en su formato Online, haciendo reuniones virtuales y haciéndonos PCR cada vez que pisábamos la calle. La pandemia está siendo dura para todo el mundo, pero estamos aprendiendo a seguir adelante con distintas alternativas y remando todos en una misma dirección.
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