¿Te atreverías a entrar en la habitación más silenciosa del mundo?
04 de agosto de 2022
En 1883, la erupción del volcán Krakatoa provocó el sonido más alto jamás registrado por el hombre. Fue tan fuerte que rompió los tímpanos de marineros que se encontraban a más de 60 kilómetros de distancia y dio la vuelta al mundo tres veces y media.
Su intensidad fue de 170 decibelios a 160 kilómetros de distancia del lugar de la erupción. La misma que la que emite el despegue de un cohete de la NASA a 100 metros, y similar a la del despegue de un avión a solo 25 metros.
A menudo prestamos atención a los sonidos fuertes, aquellos que baten récords y pueden dejar huella. Pero, ¿qué pasa con los más sensibles? Existen construcciones destinadas a estudiar qué sucede cuando el sonido va más allá del silencio. Espacios donde el ruido ambiental es tan bajo que los decibelios bajan de cero.
Un espacio sin eco
Las habitaciones anecoicas son espacios que, como su propio nombre indica, carecen de eco. Se trata de salas diseñadas específicamente para absorber todas las reflexiones producidas por las ondas sonoras y evitar que estas se propaguen. Estas estancias están, además, aisladas del exterior.
Cámara anecoica de la NASA. NASA.
El resultado es un espacio en el que no hay sonido ambiental. Al entrar dentro de una de ellas, lo más probable es empezar a escuchar únicamente sonidos en los que no solemos reparar: nuestra propia respiración (que, en un estado de calma y reposo, apenas alcanza los 10 decibelios), los zumbidos de los oídos o el ruido que hace nuestro cuerpo simplemente al moverse.
Las cámaras anecoicas generan un ambiente único. Al otro extremo están las cámaras reverberantes, aquellas en las que todas las superficies están recubiertas de materiales reflectantes y en las que no se absorbe ningún sonido. Dentro, todo es eco.
Hasta el momento, el récord de la habitación más silenciosa del mundo lo tiene la cámara Audio Lab de Microsoft. En esta sala, ubicada en sus estudios Building 87, en Washington, la ausencia de sonido es tal que el nivel de ruido es de -20 decibelios. Es decir, se encuentra por debajo del umbral de audición del oído humano.
“No puedes conseguir algo más silencioso, porque este es simplemente el sonido de las partículas moviéndose en el aire”, señala Gopal Gopal, ingeniero jefe del área Human Factors de Microsoft. “Se trata de los límites de la física”.
La infraestructura del silencio
Lo primero que llama la atención de la cámara anecoica de Microsoft son las estructuras que cubren sus paredes y su techo. Estas se diseñaron específicamente para crear un ambiente controlado a nivel acústico. Están fabricadas con fibra de vidrio y otros materiales que amortiguan el sonido, y favorecen que las ondas sonoras se rompan antes de que puedan rebotar y crear eco.
El suelo sobre el que pisan los técnicos del laboratorio lo forma una rejilla, bajo la cual hay un amplio espacio con materiales que también amortiguan el sonido. Pero la capacidad de favorecer el silencio va más allá del interior de la cámara: el laboratorio fue diseñado como una estructura aislada del resto del Building 87. Cuenta con sus propios cimientos y sus muros tienen varias capas de hormigón y acero.
Además, una cámara de aire separa el laboratorio del resto del edificio. Todo esto favorece que no entren ruidos del exterior, como los que producen no solo las actividades humanas, sino también los conductos de ventilación, las tuberías o los sistemas de alarma, por ejemplo.
En 2015, el Audio Lab de Microsoft se hizo con el premio Guiness de los récords por ser la infraestructura más silenciosa del mundo. Un premio que ya había conseguido previamente la sala anecoica de Orfield Labs (fue reconocida como la más silenciosa del mundo en 2004 y 2012, antes de perder el título ante Microsoft).
Esta cámara anecoica cuenta también con paredes anchas, con varias capas de cemento y hormigón. Para absorber el máximo ruido posible, sus paredes y su techo están cubiertos por cuñas de fibra de vidrio, y su suelo lo forma una malla.
Los usos de las habitaciones anecoicas
Las habitaciones más silenciosas del mundo tienen gran variedad de usos. Tal y como señalan desde Microsoft, en ellas puede encontrarse el sonido más bajo jamás registrado y, por lo tanto, el ambiente más favorable para realizar pruebas de sonido.
La empresa tecnológica las usa para testar su tecnología. Por ejemplo, para medir el ruido que hacen los auriculares al conectarse a un dispositivo, los clics de los teclados o el deslizamiento de los ratones. También sirve, por ejemplo, para analizar la calidad del sonido de su asistente virtual.
La cámara de Orfield Labs tiene usos más amplios, y sirve para probar todo tipo de dispositivos electrónicos, aparatos destinados a usos médicos o vehículos, por ejemplo. A diferencia de la de Microsoft, esta habitación está abierta a los visitantes. Hoy en día, supone uno de los atractivos más importantes de este mítico estudio, en el que grabaron sus discos artistas como Prince o Bob Dylan.
La cámara anecoica de Orfield Labs está abierta al público. Orfield Loboratories Inc.
Las visitas, eso sí, no suelen alargarse: lo más habitual es que, al cabo de unos minutos, las personas comiencen a sentir malestar e incluso a perder el equilibrio. Las cámaras anecoicas, de hecho, han sido usadas también para entrenar a astronautas de la NASA, que deben acostumbrarse a las sensaciones, los sonidos y el vacío del espacio. Es muy probable que, en un futuro cercano, permitan estudiar escenarios que todavía no alcanzamos a imaginar.
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