Infraestructuras sociales

La ciudad en la que mandan los niños

17 de octubre de 2022

Érase una vez un pueblo en el que los niños se reunieron para tomar decisiones. Se convirtieron en alcaldes y concejales, ocuparon los lugares que normalmente están reservados a los adultos y tuvieron en su mano la oportunidad de decidir. Para ellos, aquello seguía siendo un juego. Es decir, algo muy importante.

De aquella experiencia nació La ciudad de los niños, un proyecto que apuesta por poner a los niños y las niñas en el centro de la ciudad e incluirlos a la hora de pensar soluciones para los entornos urbanos. El resultado son lugares más verdes e inclusivos, en los que hay menos coches y mucho más espacio para disfrutar.

Escuchar a los niños

En mayo de 1991, la ciudad de Fano, en la costa adriática italiana, celebró una semana dedicada a los niños y las niñas. Para organizarla, el ayuntamiento contó con la colaboración de su vecino Francesco Tonucci, un dibujante y psicopedagogo conocido en Italia por su defensa de los valores de la infancia.

A lo largo de aquella semana, los niños tuvieron la oportunidad de participar en la vida política de la ciudad. Asistieron a congresos y dieron su opinión sobre temas sobre los que, normalmente, nadie les preguntaba. El último día se cortó el tráfico en varias calles para que niños (y adultos) pudiesen jugar sin que los coches les robasen espacio.

Los resultados fueron tan interesantes que el ayuntamiento de Fano decidió repetir el evento. Sin embargo, Francesco Tonucci puso una condición: aquello no debía quedarse en algo puntual, sino pasar a ser parte del día a día de Fano. La iniciativa fue creciendo y acabó convirtiéndose en el movimiento conocido como La ciudad de los niños.

31 años después de aquella primera experiencia en Fano, más de 200 ciudades de Europa, América Latina y Asia (como Pontevedra y Huesca en España, San Giorgio a Cremano en Italia o Lima en Perú) han adoptado algunos de los principios de la Ciudad de los niños.

 Niños jugando en Roma (Italia).

Niños jugando en Roma (Italia). Eleonora (Unsplash).

Uno de los ejes principales de la filosofía del proyecto se basa en el derecho de los niños y las niñas a participar en el gobierno de su ciudad y de su entorno. ¿Qué les gusta de lo que ven? ¿Qué tienen y qué les falta? Escuchar a los niños favorece que la toma de decisiones se base en diferentes puntos de vista.

El segundo de los ejes se relaciona con el derecho de los niños a tener sus propios espacios. Algo que tiene mucho que ver con la ordenación de las ciudades y su organización.

Menos coches y más aceras

De acuerdo con Francesco Tonucci, tras la Segunda Guerra Mundial una gran cantidad de ciudades europeas se reconstruyeron teniendo en cuenta únicamente las necesidades de un tipo de ciudadano: el adulto trabajador. Es decir, una persona que sale con su coche por la mañana y regresa por la tarde o, incluso, por la noche. Un perfil para el que resulta más útil tener espacio para los vehículos privados que para caminar.

“Nosotros, adultos, hemos pensado una ciudad para nosotros”, señala Tonucci. La ciudad de los niños da una vuelta a este modelo pensado para los conductores y plantea el derecho de los más pequeños a moverse con autonomía y a tener sus propios espacios (más allá de los parques infantiles).

Niño en bicicleta por una vía urbana

Niño en bicicleta por una vía urbana. Davyn Ben (Unsplash)

Para conseguir que los niños puedan moverse solos y sin peligro, es necesario cambiar las prioridades y restar importancia a los vehículos privados. Por ejemplo, ampliando mucho las aceras y reduciendo las calzadas y el número de plazas de aparcamiento en las calles. Otra solución se basa en crear pasos de cebras elevados, para que sean los vehículos los que tengan que adaptarse a los niveles de los peatones, y no al revés.

Además de conseguir ciudades más inclusivas y libres de tráfico, estos cambios pueden influir de forma importante en el desarrollo de los niños. Tal y como señala con el psicopedagogo italiano, si los niños siempre tienen que estar vigilados por los adultos, su autonomía personal se reduce.

Al darles la posibilidad de moverse por sí mismos y disfrutar de su espacio, recuperan la oportunidad de experimentar su entorno por ellos mismos y, por lo tanto, de jugar y de aprender. Jugar es, de acuerdo con Tonucci, una de las actividades más importantes para el desarrollo de los niños.

El camino a la escuela

“En nuestras ciudades se ha aceptado cambiar el orden de las prioridades en muchas ocasiones, y privilegiar a los peatones frente a los automóviles, los barrios frente a las ciudades, los niños frente a los adultos, el juego frente al trabajo”, señala Francesco Tonucci en su libro ‘La ciudad de los niños’.

En el momento en que se editó este libro, en 2015, numerosas localidades de todo el mundo se habían unido ya a la red del proyecto. Una de las que más se transformó para devolver espacio al peatón y, con él, a los niños y las niñas, es Pontevedra. Esta ciudad gallega cerró gran parte de las calles del centro urbano a los vehículos privados y limitó muchas otras a un solo carril unidireccional. Además, amplió las aceras para dejar más espacio al mobiliario urbano y a los peatones.

El resultado es una reducción drástica de los atropellos y la creación de numerosas iniciativas sociales. Por ejemplo, la que favorece que los niños puedan ir andando (solos o acompañados) hasta sus escuelas. El conocido como Camiño escolar se basa en la colaboración de padres y madres, voluntarios, profesores, vecinos y la policía para que los más pequeños puedan caminar sin peligro y con confianza.

Imagen de Pontevedra

Imagen de Pontevedra. LBM1948 (Wikimedia Commons)

https://unsplash.com/es/fotos/CYlPykF-qAM

Esto tiene innumerables ventajas. “Los niños y las niñas que van al colegio solos andando están generalmente más sanos desde el punto de vista físico, muestran una capacidad mayor de concentración durante las clases, desarrollan su orientación, reducen el riesgo de soledad y aislamiento y adquieren un mayor sentido de la responsabilidad y seguridad”, explican desde el equipo de La ciudad de los niños. Y la lista sigue: estos son solo algunos de los muchos beneficios de devolver a los niños la parte de la ciudad que también les corresponde.

 

Imagen principal: Unsplash/Maksym Kaharklytskyi

Todavía no hay comentarios