¿Cómo podríamos crear el refugio climático perfecto?
25 de enero de 2024
En las latitudes más septentrionales del planeta, en donde los inviernos duran largos meses y apenas se disfruta del calor del sol, los inuit tardan unas pocas horas en construir un iglú. En estas construcciones, el viento se detiene y las temperaturas se estabilizan: los bloques de hielo pueden mantener el aire por encima de los 0 °C, aunque en el exterior los termómetros marquen límites mucho más bajos.
Para los inuit, los iglús funcionan como espacios en los que protegerse durante las épocas de caza, cuando se alejan de sus hogares y se ven expuestos a las tormentas y las bajas temperaturas. Sin embargo, no hace falta viajar hasta el Ártico para necesitar lugares en donde escapar del frío (o del calor). En los últimos años, las consecuencias del cambio climático están propiciando que algunas ciudades y pueblos llenen sus calles de los conocidos como refugios climáticos.
¿Qué es un refugio climático?
Los refugios climáticos son lugares de acceso libre que tienen las condiciones adecuadas para protegernos de las temperaturas extremas, ya sea por exceso de frío o por exceso de calor. Un buen ejemplo de refugio climático en el que escapar del calor es un parque o un bosque: entre la sombra de los árboles y gracias a la acción de la vegetación, las temperaturas bajan considerablemente. Se calcula que, en el Jardín Botánico Carlos Thays de Buenos Aires, por ejemplo, la temperatura es una media de 4,8 °C más baja que en los barrios que lo rodean.
Fuente en el jardín botánico de Buenos Aires. Edi Libedinsky (Unsplash)
Los refugios climáticos toman también la forma de construcciones. De hecho, cada vez se presta más atención a refugios climáticos urbanos ubicados en interiores, que sirven para protegerse tanto del frío del invierno como del calor del verano. Numerosas ciudades, como Barcelona o Bilbao, han incluido la creación (o la señalización) de estos refugios climáticos en sus planes urbanísticos durante los últimos años.
Aunque en alguna ocasión se plantea la posibilidad de construir infraestructuras nuevas, la idea que rodea al concepto de refugio climático está más relacionada con utilizar espacios que ya existen. Por ejemplo, bibliotecas, colegios, museos, centros cívicos o estaciones de transporte. Estos edificios (a menudo públicos) pueden dedicar parte de sus instalaciones a dar la bienvenida a aquellos que necesitan refugiarse, de manera puntual o recurrente, del calor o del frío.
Las claves de un buen refugio climático
Podríamos pensar que un refugio climático es simplemente un lugar de acceso libre en el que las temperaturas son agradables. Sin embargo, el concepto va más allá. Diferentes iniciativas que combinan el trabajo de arquitectos, urbanistas y climatólogos y la colaboración ciudadana han ido definiendo qué es lo que verdaderamente se necesita de estos espacios y dando forma, al menos teóricamente, al refugio climático ideal.
Estas son las características que debe tener un buen refugio climático de acuerdo con las guías que ofrecen Barcelona por el Clima o el Barcelona Laboratory for Urban Environmental Justice and Sustainability, entre otras entidades:
Interiores climatizados o exteriores sombreados. La Red de refugios climáticos de Barcelona recomienda que los espacios interiores puedan mantenerse a una temperatura máxima de 27 °C en verano y a una temperatura mínima de 19 °C en invierno. De esta manera se garantiza el confort térmico limitando el gasto energético. Si el refugio es exterior, es importante contar con sombras, mucha vegetación y fuentes de agua, para que la temperatura se regule de forma natural.
Refugio climático con sombra y vegetación. Barcelona por el clima.
Combinación de tecnología y naturaleza. En la medida de lo posible, es importante combinar y optimizar las opciones de control de temperatura que nos ofrecen las máquinas y la propia naturaleza. Las tecnologías ligadas a las energías renovables, como las placas solares, y las soluciones basadas en la naturaleza, como las fachadas verdes, ayudan a limitar el uso de combustibles fósiles y evitar así que los gases de efecto invernadero sigan haciendo más extremo nuestro clima.
Abiertos los 365 días del año. Los refugios climáticos deben estar disponibles durante todo el año, en espacial durante los meses de más frío y de más calor. Es habitual que los espacios públicos, como las bibliotecas o los colegios, cierren o tengan un horario reducido durante los días festivos o los meses de verano. Esto puede suponer un problema para las personas más vulnerables, que no tienen otras opciones para escapar del frío o del calor.
Gratuitos, accesibles y cómodos. Los refugios climáticos no solo deben estar disponibles para cualquier persona sin ningún coste, sino que además deben tratar de involucrar a toda la sociedad, superando posibles barreras lingüísticas y culturales. Además, deben ser accesibles para las personas con poca movilidad (como los ancianos, que sufren especialmente las consecuencias de las temperaturas extremas) y contar con áreas de descanso cómodas, equipadas con sofás, sillas y bancos.
Espacio de descanso en una biblioteca. Barcelona por el clima.
No debe faltar el agua. Uno de los objetivos de los refugios climáticos es alejarse de otras soluciones que nos permiten escapar de las temperaturas extremas, como los comercios, los bares o las cafeterías. Todos estos tienen un denominador común: el gasto. Los refugios climáticos buscan dar la bienvenida sin pedir nada a cambio, por lo que ofrecen siempre agua de forma gratuita. Sobre todo, en verano, cuando mantenerse hidratado es fundamental para aguantar las altas temperaturas.
Localizados de forma equitativa. Los parques y los refugios climáticos interiores deben distribuirse por todos los barrios de las ciudades, prestando especial atención a aquellos en los que viven las personas más vulnerables. Se considera que una red de refugios climáticos está completa cuando todos los vecinos de la ciudad tienen uno a pocos minutos andando de sus hogares y lugares de trabajo. Además, estos refugios deben estar señalizados, para que tanto vecinos como turistas puedan identificarlos de forma sencilla.
Señal de refugio climático en Barcelona. Barcelona por el clima.
Lugares atractivos y activos. El Barcelona Laboratory for Urban Environmental Justice and Sustainability sugiere que un buen refugio climático debe ofrecer actividades de ocio, sociales y culturales que puedan disfrutarse tanto de forma individual como en familia y con amigos. Y, (¿por qué no?) también espacios para acudir con mascotas.
Espacios multifuncionales y flexibles. Una de las bases de los refugios climáticos es que sus espacios puedan utilizarse para diferentes fines a la vez. Por ejemplo, un centro cultural puede ubicar sofás y sillas en una sala de exposiciones, y un parque puede funcionar tanto como refugio climático como espacio en el que organizar conciertos al aire libre. Esto contribuye a que estos lugares sean vistos como espacios atractivos y dinámicos.
Por último, pero no por ello menos importante, los refugios climáticos deben estar integrados en la estrategia de la ciudad. En España, la pionera en la creación de una red de refugios climáticos fue Barcelona. En 2022, la ciudad contaba ya con más de 200 refugios climáticos y el número ha seguido creciendo. Le siguen en la lista otras como Bilbao, que también ha iniciado un plan para ayudar a vecinos y turistas a protegerse de los días más fríos y cálidos del año.
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