¿Tendremos un futuro con edificios nómadas de plástico y aire?
19 de marzo de 2024
En febrero de 2020, una famosa firma de ropa organizó un desfile de moda bastante peculiar. No por sus diseños, ni por sus modelos, sino porque tuvo lugar en un edificio nómada, adaptable y reutilizable: The Pipeline. Una gran estructura hinchable de PVC que nació con el objetivo de llevar las infraestructuras a aquellos lugares (y momentos) en que se necesitan.
En las últimas décadas, la arquitectura ha reflexionado sobre un elemento que ha estado siempre presente en la historia de la humanidad: el nomadismo. Los nuevos estilos de vida, la flexibilización del concepto de familia o simplemente la opción de trabajar desde cualquier punto del mundo (y no siempre el mismo) han creado nuevas necesidades – o, quizá, han vuelto a plantear las que se habían olvidado.
Durante este tiempo, la ingeniería y la arquitectura han presentado nuevas ideas y soluciones que parten, en muchos casos, de las construcciones nómadas más tradicionales, como las jaimas del desierto del Sáhara o las yurtas de las infinitas llanuras de Asia central.
Las viviendas nómadas del presente y del pasado
Nuestros antepasados se organizaban en pequeños grupos itinerantes que se desplazaban siguiendo los ritmos de las estaciones y de la naturaleza hasta que comenzaron a cultivar sus propios alimentos y, poco a poco, a asentarse de forma permanente. Aunque la historia no ha sido así para todos los pueblos. Muchos mantienen una tradición basada en el movimiento: se calcula que hay, al menos, unos 30 millones de personas nómadas en el mundo.
Una familia sami en Noruega a principios del siglo XX. United States Library of Congress (Wikimedia Commons)
A lo largo de la historia, las diferentes tribus nómadas han ido perfeccionando sistemas arquitectónicos muy determinados por el clima de su región, pero con características comunes: sus construcciones son temporales, de elaboración sencilla (con técnicas que se transmiten de generación en generación) y basadas en materiales locales y ligeros, que pueden trasladarse con facilidad.
Es decir, características que se persiguen también hoy en algunos ámbitos de la arquitectura y la construcción, como la modular o la basada en elementos prefabricados. Transportabilidad, flexibilidad, sencillez constructiva, rapidez y sostenibilidad son términos a los que estamos, hoy, muy acostumbrados.
Entre las muchas construcciones tradicionales que se levantan en diferentes regiones del mundo, y cuyas características se persiguen hoy, están las yurtas, los tipis, las jaimas o las wigwam.
Las yurtas de las estepas de Asia central
Mujer a la puerta de una yurta en 1911. Sergei Mikhailovich Prokudin-Gorskii Collection; Gorgo (Wikimedia Commons)
Las yurtas (también conocidas por el término mongol ger) son las viviendas nómadas tradicionales de países como Mongolia, Kirguistán, Kazajistán, Turquía o Rusia (concretamente, de Siberia). Las yurtas se han utilizado a lo largo de miles de años. Las más tradicionales cuentan con una planta circular y una cubierta realizada con entramados de madera y paja y, a veces, lonas de lana (que se transportan con facilidad). Este recubrimiento se refuerza en invierno y es más ligero en los meses de calor.
El armazón de una yurta tradicional se basa únicamente en un entramado de madera que soporta todas las cargas, sin necesidad de cuerdas u otros elementos. La parte superior cuenta con una pequeña abertura circular que deja escapar el humo del fuego y permite entrar la luz al interior. Su construcción es sencilla y puede realizarse por dos o tres personas en pocas horas.
Montaje de una yurta en Mongolia. Hardscarf (Wikimedia Commons).
Muchas yurtas actuales conservan la misma forma, pero se construyen con otros materiales más resistentes y ligeros. Hoy, las yurtas son un símbolo cultural en muchas regiones de Asia Central.
Los tipis de América del Norte
Tipis a principios del siglo XX. Fotografía de Arthur Rafton Canning; Amqui (Wikimedia Commons)
Los tipis son las viviendas tradicionales de algunos pueblos nativos de América del Norte, como los siux. Estos tenían un estilo de vida nómada (algunos aún la mantienen) y estas construcciones satisfacían sus necesidades: podían armarse, desarmarse y guardarse de forma sencilla y rápida y, además, les protegían del frío del invierno y del calor del verano.
Estas viviendas se basan en varias vigas verticales de madera que se colocan en círculo, de forma que convergen en el extremo superior. Los laterales se cubren de telas o pieles de animales, dependiendo del clima y de la época del año. La planta suele tener unos tres o cuatro metros de diámetro, por lo que puede acoger a varias personas.
Pueblos de diferentes regiones del norte de Europa y Asia han levantado construcciones muy similares, como los chum en los Urales o los lavvu y los goahti en Laponia. Otros ejemplos de arquitectura nómada muy diferentes son las jaimas, propias del norte de África y adecuadas a un clima seco y desértico, o los wigwam, viviendas tradicionales de pueblos norteamericanos que tienen forma de cúpula.
Personas que se desplazan y ciudades que se transforman
Hoy, a la actividad de los pueblos itinerantes se suma la de otras personas que se desplazan por motivos muy diferentes: los llamados nómadas digitales, profesionales que pueden trabajar desde cualquier punto del mundo y aprovechan esta posibilidad para viajar y vivir nuevas experiencias. Esta filosofía, que no es nueva (aunque la tecnología que lo favorece sí lo es) ha coincidido en el tiempo con tendencias que buscan repensar la idea de las ciudades.
Una de estas tendencias se centra en la posibilidad de crear edificios errantes, que puedan desplazarse al lugar en donde son necesarios en el momento en que son necesarios. Esta idea permite contar con espacios que se adecúan exactamente a lo que se necesita y que pueden tener infinitos usos.
Pipeline, la estructura neumática que sirvió para albergar el peculiar desfile de moda en febrero de 2020, es una iniciativa del estudio de arquitectura español DOSIS. Se instaló en un parque del distrito V de París, el mismo lugar “donde se asentaron los romanos, René Descartes alternaba pensamientos de geometría y filosofía, Pierre y Marie Curie paseaban mientras compartían sus puntos de vista sobre la radiactividad o los situacionistas practicaban la dérive [la deriva, un paseo o caminata sin un destino específico que lleva a vivir diferentes situaciones sociales])”, señalan en la web de DOSIS.
The Pipeline instalado en París en 2020. ImagenSubliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero).
Esta estructura de plástico PVC tiene una superficie total de 1500 metros cuadrados que se puede configurar de diferentes modos. En París, su forma se sucedía en largos pasillos para servir de base al desfile de moda. La misma empresa cuenta con otros proyectos hinchables, que se pueden trasladar y usar en todo tipo de espacios.
Uno de ellos es Second Dome, un espacio reconfigurable que puede transformarse de una única burbuja de 65 metros cuadrados a una estructura con varios espacios y más de 400 metros cuadrados en cuestión de minutos. Se infló en 2016 en el este de Londres para albergar eventos comunitarios para familias y niños, pero podría desplazarse a cualquier otro punto de Reino Unido o del resto del planeta.
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