Pintura de Charles Henry Seaforth con el faro de John Smeaton al fondo
Ingeniería civil

Las mil obras de John Smeaton, el “primer” ingeniero civil

06 de junio de 2024

A unos 14 kilómetros de la costa inglesa de Cornualles, frente a la ciudad de Plymouth y en pleno Canal de la Mancha, las Eddystone Rocks se elevan sobre el mar. Su nombre no engaña: más que islas, se trata de un grupo de peñascos que durante siglos han dificultado la navegación por estas costas y que han sido protagonistas de un gran número de naufragios.

La historia de las Eddystone Rocks la cuentan también sus faros. El primero, de madera, se vino abajo durante una tormenta que acabó con la vida de su diseñador. El segundo, de roble y hierro, fue arrasado por un incendio. El tercero fue creado enteramente de piedra, con un diseño que revolucionó la construcción de este tipo de torres y estuvo en pie más de un siglo, hasta que la roca que lo sostenía empezó a desquebrajarse.

Detrás de esta estructura de piedra estaba John Smeaton, considerado por muchos el creador de la profesión de ingeniero civil. Aunque el faro de Eddystone Rocks es una de sus obras más relevantes, no fue la única que marcó la historia: dejó tras de sí una gran cantidad de construcciones y soluciones que cambiaron para siempre la trayectoria de la ingeniería civil.

¿Qué es la ingeniería civil?

La ingeniería civil es la disciplina que se encarga del diseño, la construcción y el mantenimiento de infraestructuras como carreteras, líneas de ferrocarril, puentes, puertos, aeropuertos, hospitales o colegios, entre muchos otros ejemplos. Infraestructuras que ofrecen vías de comunicación, espacios de trabajo y lugares donde vivir, para mejorar así la calidad de vida de las personas.

La historia nos ha dejado ejemplos de ingeniería civil como las calzadas romanas, los molinos medievales o los puentes que se perfeccionaron tras la Revolución Industrial. Sin embargo, el término no fue acuñado hasta el siglo XVIII, y se creó para diferenciar estas obras de las de ingeniería militar, que tienen fines muy diferentes.

Calzada romana

Las calzadas romanas se consideran un ejemplo de ingeniería civil en la antigüedad. Esta se encuentra cerca de Roma, en Italia. Adriano Pucciarelli (Unsplash).

En 1747, se creó la que se considera la primera escuela de ingeniería civil de la historia: La Ecole Nationale des ponts et Chaussées, que todavía está en funcionamiento hoy en París. Sin embargo, la primera persona en autodenominarse ingeniero civil fue John Smeaton, quien comenzó a construir el faro de Eddystone Rocks apenas nueve años después de la creación de esta escuela francesa.

En 1771, Smeaton y algunos de sus compañeros de profesión formaron la Smeatonian Society of Civil Engineers. Esta buscaba reunir a los profesionales de la ingeniería civil de Gran Bretaña y dio pie a los encuentros profesionales de ingenieros que se siguen celebrando hoy en día.

La huella de John Smeaton

Pintura de John Smeaton

John Smeaton en una pintura que del Science Museum / Science and Society Picture Library. The Smeatonian Society of Civil Engineers.

John Smeaton nació en Leeds, Inglaterra, en 1724. Su padre fue un abogado que le permitió dedicar su infancia y su juventud a lo que más le gustaba: entender cómo funcionaban los aparatos, experimentar con herramientas y construir sus propios proyectos mecánicos. Ya de niño, creó una bomba de agua que drenaba los estanques de peces de su casa.

Más adelante, se mudó a Londres, donde abrió un negocio de fabricación de instrumentos científicos y matemáticos en un callejón de Holborn. Durante aquellos años, se interesó especialmente por la navegación, la astronomía y el poder del viento y del agua en la ingeniería. Desarrolló instrumentos como un pirómetro y un espejo giratorio (precursor del giroscopio), escribió numerosos artículos científicos e investigó la mecánica de las ruedas hidráulicas y de los molinos de viento.

En 1756, y por recomendación de la Royal Society de Londres, fue elegido para construir el faro en Eddystone Rock. Decidió hacerlo de piedra, con cimientos de granito, e imitar la forma de un roble, para darle consistencia y robustez, y de los adoquines de las calles de Londres, entrelazados entre sí. Para levantar la torre en un lugar tan complicado, perfeccionó el conocido como cemento Portland añadiéndole nuevos aditivos que favorecían un secado rápido, necesario para resistir el contacto con el agua salada.

Faro Smeaton

Detalle del faro de Smeaton, aproximadamente del año 1759. Autor desconocido (Wikimedia Commons).

“El progreso fue dolorosamente lento: incluso llegar a la roca era a menudo imposible en medio del mar embravecido. Pasaron tres años hasta que finalmente colocó precariamente la bola dorada encima y esperó el encendido de las velas. Estaba lleno de ansiedad, pero su faro iba a permanecer en pie durante 130 años, hasta que la roca misma se derrumbó”, explican en los archivos de The Historical Society for Leeds and District. Y es que, más de un siglo después, la roca sobre la que estaba el faro empezó a romperse, por lo que se construyó otro más moderno y se colocó una réplica del de Smeaton en tierra.

Replica del faro Smeaton en tierra

Réplica del faro de Smeaton en tierra. Smudge 9000 (Flickr).

En su momento, la innovación que Smeaton mostró en la cimentación y en el desarrollo de nuevas técnicas y materiales hizo que su fama como ingeniero se consolidase. Durante aquellos primeros años de la Revolución Industrial, Smeaton participó en la construcción de todo tipo de obras de ingeniería civil y dejó su huella en puentes, puertos o canales. Estuvo, por ejemplo, detrás de la construcción del Canal Forth and Clyde en Escocia. Contribuyó al desarrollo de la máquina de vapor, lo que facilitó la optimización de los molinos hidráulicos y el uso de la energía eólica e hidráulica. Y la lista no acaba ahí.

Smeaton murió en 1792, con 78 años, en el mismo barrio de Leeds donde nació. Además de numerosas infraestructuras y mejoras técnicas, que determinaron la construcción de miles de obras posteriores, dejó dibujado el perfil de lo que hoy conocemos como ingenieros civiles. Una profesión sin la que no se puede contar la historia de las décadas siguientes a su muerte, marcadas por el ritmo de la primera Revolución Industrial.

 

Imagen principal: Pintura de Charles Henry Seaforth con el faro de John Smeaton al fondo (Wikimedia Commons).

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