Un breve paseo por la historia de la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor
26 de diciembre de 2015
Cuando visitas Madrid en Navidad uno de los paseos más recomendables es una vuelta por la Plaza Mayor, que desde finales de noviembre hasta el último día del año se llena de puestos donde encontrar figuritas para el belén, luces, guirnaldas y bolas para el árbol, e incluso artículos de broma para el Día de los Santos Inocentes. Pero además del mercadillo navideño, la belleza de esta plaza recae en su forma, su arquitectura y los edificios que lo encuadran.
Uno de mis edificios favoritos y el que más destaco cuando enseño la ciudad a alguien de fuera es la Casa de la Panadería. Icónico por sus frescos, sus chapiteles con el reloj y el barómetro, y por ser el primer edificio que se construyó en la Plaza Mayor. Como su nombre indica, nació para ser la Tahona General de la Villa, que fue instalada en su planta baja, mientras que en los pisos superiores estaban reservados para el disfrute de la Familia Real. En el proyecto de diseño y construcción siempre se habla de dos nombres, Diego Sillero, el arquitecto que lo diseñó en 1590 y Juan Gómez de Mora, que por órdenes de Felipe III, continuó con el proyecto en su última etapa de construcción hasta 1617.
A punto de cumplirse su IV Centenario en el 2017, este edificio ha estado presente en la historia de la ciudad de Madrid, ha sido sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando así como la sede de la Real Academia de la Historia, y actualmente recibe a los miles de turistas que visita la capital y necesitan información. Pero su historia no queda ahí, si nos remontamos a 1672, durante el segundo incendio que arrasó la Plaza Mayor, la Casa de la Panadería quedó destrozada y fue Tomás Román quien se encargó de liderar la reconstrucción. Fue en esta época cuando los pintores Claudio Coello y José Jiménez Donoso se encargaron de decorar el interior del edificio así como los frescos de la fachada. Aunque por desgracia las pinturas originales no aguantaron el paso del tiempo y lo que podemos disfrutar hoy en día son los frescos de Carlos Franco, seleccionado en un concurso público del Ayuntamiento de Madrid en 1988, para ornamentar la fachada de esta mítica casa con personajes mitológicos como Cibeles, Baco o Cupido u otros personajes inventados así como la historia de Madrid y de la Plaza Mayor.
Sin embargo desde los años 90, el tiempo no ha pasado en balde para la casa y recientemente el edificio ha tenido que ser reparado, tanto la Sala de Bóvedas como la cubierta, incluidos los dos chapiteles (el del reloj y el del barómetro) tan característicos de la Casa de la Panadería. He tenido la satisfacción profesional y personal de participar como Jefa de Obra en las obras de restauración de este edificio tan representativo en nuestra ciudad, contando con un equipo excepcional de profesionales y un objetivo fundamental poner en valor el edificio más emblemático de nuestra tan querida Plaza Mayor.
Se ha sustituido toda la pizarra, se han reparado las limas, cumbreras y buhardillas y se ha llevado a cabo la recuperación de la corona central de ambos chapiteles cuya estructura de madera y forros de plomo estaban en un avanzado estado de degradación. Además, la Sala de Bóvedas, una de las joyas de este edificio y que se ubica en la planta sótano, no relucía con todo su esplendor, existían grietas, fisuras pérdidas de material cerámico y de agarre, pérdida del color y humedades con sales profundas que comprometían su estabilidad. Daños que coincidían justo con la línea de soportales de la Plaza Mayor.
Aunque durante unos meses quedó oculta tras una lona que reproducía fielmente su fachada ornamental, la finalización de las obras ya nos permite volver a disfrutar de los paseos navideños viendo al completo la mítica fachada de la Casa de la Panadería. Y si eres de Madrid o visitas la ciudad, te animo a que te pares frente a ella para admirar su belleza y disfrutar de nuestra Plaza Mayor.
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