Con frecuencia no somos conscientes de esos pequeños gestos que salvaguardan el medio ambiente. Especialmente aquellos que no realizamos y que, por lo tanto, no tienen impacto alguno.[inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»] El mejor impacto contra el medio ambiente es aquél que no ocurre nunca.[/inlinetweet]
Pero igual que no nos damos cuenta cuando evitamos contaminar, no tenemos presente el momento en que lo hacemos. Gran parte de la contaminación actual no proviene de la maldad humana, sino de una falta de atención generalizada. ¿Sabías que puedes ayudar al medio ambiente como botellas reutilizables?
No contaminar es imposible
Hay que partir del hecho –y es muy importante– de que no podemos evitar contaminar en su sentido más amplio. Aunque sea poco, siempre habrá un impacto.
Por ejemplo, estás leyendo esto en una pantalla que consume energía. Por muy última generación que esta sea y por poco que consuma, millones de electrones han tenido que recorrer parte del mundo a través de cables puestos ahí para que la tecnología sea accesible.
¿Estás sentado o sentada? El asiento sobre el que lo haces tendrá un número de usos, tras los cuales tendrá que ser repuesto, sumando un impacto al medio ambiente. ¿De pie? Incluso las rocas más resistentes sufren desgaste y han de ser cambiadas pasado un tiempo.
Pero esto no significa que no podamos vivir en el planeta sin cuidar la vida sobre él (nosotros incluidos). La biosfera es un sistema que obtiene energía del Sol para vivir, y nosotros somos parte de ese sistema. La idea es utilizar la energía justa para evitar destrozar todo a nuestro paso. Algo que ya es mucho decir.
¿Cómo? Buscando habitabilidad de bajo impacto ambiental ayudados por la tecnología. Reutilizando en lugar de reciclando.
¿Y si en lugar de reciclar, reutilizamos?
Vaya por delante que reciclar es algo maravilloso y útil. Reciclar evita al año el uso de millones de toneladas de petróleo en fabricar algo desde cero, usando materias primas de otros objetos anteriores a un coste energético menor que si fuesen fabricados por primera vez. Reciclar es bueno.
Pero reciclar carece de sentido cuando lo aplicamos a objetos que podríamos habernos ahorrado en un inicio. Más aún si los reciclamos para fabricar más de esos objetos. Es el caso de las botellas de plástico PET (tereftalato de polietileno) que consumimos con frecuencia.
Algunos datos que deberíamos interiorizar sobre estas botellas son:
- Se producen miles de millones de botellas de plástico PET en el mundo.
- Frente a las leyendas urbanas, el PET es un material seguro. Sin embargo, se requiere petróleo o gas natural para su fabricación. Además, las botellas tienen un solo uso, ya que se desaconseja su reutilización una vez consumido el contenido. Tras ello, han de ser recicladas.
- El PET se puede reciclar (es una ventaja) pero a un coste energético desorbitado. El reciclaje mecánico (el más asequible) requiere elevar a temperaturas de 150 a 180ºC el polímero, obteniendo tras ello polímeros de menor calidad debido a sus impurezas. Estas pueden eliminarse con otros métodos de reciclaje más costosos (>280°C).
- Japón, uno de los países con mayor tasa de reciclaje, procesó en 2009 el 77,9% de las botellas de plástico PET vendidas. El resto (más del 80% a nivel mundial) van a parar a la naturaleza. La mayoría de las veces, al mar.
- Frente a lo que se suele decir de él, el plástico PET no es biodegradable. Lo demostró en 2013 la Universidad de Tecnología de Swinburne, entre otras muchas. De no reciclarse, este material se fragmenta y acumula en la cadena trófica.
Continuamente leemos sobre las virtudes del reciclaje de polímeros, en el que sin duda ha habido grandes avances. Incluso nos colgamos medallas por reciclar más o por encontrar nuevas alternativas para las botellas PET usadas. Pero, ¿no sería mejor evitar fabricar botellas para no tener que reciclarlas después?
Es aquí donde las botellas de metal y cristal entran en juego para proteger el medio ambiente.
Las ventajas de las botellas reutilizables
Las botellas contienen líquidos. Por ejemplo, agua. Y hasta aquí cualquier parecido entre las botellas de PET y las botellas metálicas o de vidrio. El resto son todo ventajas para las botellas de metal y cristal. Salvo, quizá, el coste energético de producirlas.
Tanto metal como cristal requieren mayor cantidad de energía para moldearlos que el PET. Eso significa que fabricar una botella de metal o vidrio tiene un mayor impacto sobre el medio ambiente que si la hacemos de PET. Pero, si esto es así, ¿por qué decimos que mejor si la botella es de cristal o metal? ¿Qué ventaja tiene un mayor impacto en fabricación?
La ventaja y clara diferencia de los materiales como el metal (acero en su mayoría) y cristal (vidrio) es su alta durabilidad. Una botella de este tipo, aunque requiere mucha más energía inicial, es casi eterna. Es decir, tiene un ciclo de vida mucho más largo que las fabricadas con PET.
Obviamente, son reutilizables. Tanto metal como cristal pueden ser guardadas durante largas temporadas sin uso, lavadas al lavavajillas, reutilizadas tantas veces como se desee, y desinfectadas en nuestro domicilio.
Una botella de cristal comprada hoy por ti (y salvo si eres muy torpe) puede sobrevivir en tu familia durante generaciones. No por nada los frascos de conservas se fabrican de vidrio. Y lo mismo es aplicable al metal, aunque tienden a salir mellas en la botella por los golpes.
El cristal tiene la ventaja de que coge bien el frío de la nevera, por lo que en verano serán óptimas en nuestra vivienda botellas de este material. Las de metal, especialmente si son térmicas, pueden conservar el frío durante horas. Algunas durante días. Esto las hace especialmente útiles si nos las llevamos al trabajo, pudiendo reutilizarlas para conservar café caliente.
Son la solución económica
Se estima (depende de la marca y el tamaño de la botella) que fabricar y transportar la botella cuesta un 90% de lo que pagas por el agua. Es decir, que una botella de 1 litro que cueste 1 euro contiene 0,10 euros de agua y 0,90 euros de plástico PET.
Frente a eso, comprar una botella de vidrio cómoda de lavar, como esta de 4 euros, sale a cuenta. Incluso aunque te la vendan sin agua y tengas que ponerla tú. Sí, cuesta cuatro veces más, pero es para siempre. Y lo mismo con una botella de metal, aunque sea térmica y cueste la suma de 15 euros.
¿Te servirá para beber 15 veces? Sí es que sí –y es que sí, y si no haz la prueba– entonces te saldrá rentable.
¿Y si no puedo evitar consumir agua embotellada?
Es cierto que no en todos los municipios el agua del grifo tiene buen sabor, especialmente en la costa mediterránea. En ocasiones esta tiene tanta cal que incluso se percibe al beber. Por eso muchas familias optan por botellas de agua embotellada. Hay varias soluciones.
Una de ellas es la de comprar botellas grandes en lugar de pequeñas. Si elegimos garrafas de 8l frente a botellas de 1l estaremos impactando mucho menos en el medio ambiente. Es un cálculo que puedes realizar en casa. Esto es lo que me ha salido a mí:
Aunque depende de la marca, el resultado será parecido. A medida que aumenta el volumen se reducen los gramos de PET por litro.
La otra alternativa es la de adquirir un filtro antical. Huyendo de productos milagro, tal y como aconseja la OCU, y buscando filtros de larga duración. De esa manera estaremos minimizando el impacto cuando tengamos que cambiarlo.
Aun así hay momentos en los que resulta imposible evitar la compra de una botella de plástico. No es así en la vivienda o en la oficina, donde no hay excusas para no usar una botella de cristal. E incluso si nos movemos con frecuencia podemos llevar con nosotros pequeñas botellas térmicas de 500 ml de metal con agua fresca.
Las botellas de plástico de nuestra época son el coche de combustión del siglo pasado: un problema medioambiental al que se debe hacer frente desde el consumo y que nos pasará factura cuanto más tiempo lo dejemos pasar.
La contaminación (sea del tipo que sea) no es algo que aparece de la nada para llenar nuestros titulares. La contaminación la hacemos entre todos, y está en tu mano evitar un impacto medioambiental irreversible con pequeños gestos.
Con frecuencia no somos conscientes de esos pequeños gestos que salvaguardan el medio ambiente. Especialmente aquellos que no realizamos y que, por lo tanto, no tienen impacto alguno. El mejor impacto contra el medio ambiente es aquél que no ocurre nunca.
Gracias por preocuparte por el planeta.
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