Algunos definen el presente como la Era de la Aceleración o, en palabras de Bauman Zygmunt, la sociedad de los Tiempos Líquidos. Aunque el impacto de la tecnología resulta tangible en prácticamente todos los sectores, los usos, las costumbres y las soluciones relacionados con la movilidad urbana atraviesan un momento de transformación vertiginosa y profunda.
Apenas han transcurrido un par de años desde el post MaaS transporte, menos vehículos. Tres años desde que The Economist concluyera en este artículo que ‘todo empieza con una sencilla app’. Toda una eternidad, si atendemos a los cambios que podemos ver hoy en cualquier calle. Elucubrar sobre lo nuevo que se avecina parece un ejercicio con alto riesgo de equivocación. Aun así, podemos desbrozar los siguientes 10 topics, más o menos trending e interrelacionados entre sí.
Las smart cities serán inteligentes en la medida que sean ‘receptivas’
Así lo explica el profesor Gerhard Schmitt, del ETH de Zúrich, para detraer el protagonismo de los dispositivos en favor de los ciudadanos. Las personas contribuimos más activamente al diseño urbano y la toma de decisiones, situándonos en el centro de la acción. La proliferación de smart phones conlleva, paradójicamente, el final del Despotismo (tecnológico) Ilustrado, una época en la que los ciudadanos hemos sido meros observadores en los repartos de poder.
Paralelamente, la economía compartida ha superado todas las expectativas, con ejemplos paradigmáticos, como Airbnb, la plataforma que nos facilita el alquiler de un apartamento para ir de vacaciones a la vez que podemos poner nuestra propia casa en alquiler.
Junto al encarecimiento de los costes asociados a un vehículo en propiedad (precio de adquisición, combustible, seguro, etc.) y a la creciente dificultad para aparcar en cualquier barrio, el sistema tradicional para movernos por la ciudad sufre una crisis estructural. Como muestra el siguiente gráfico, los coches en Europa están estacionados el 92% del tiempo, pero la mitad del espacio está reservado para ellos. Aunque un coche suele tener 5 asientos, transporta a 1.5 pasajeros por trayecto. Un descomunal despilfarro de recursos.
La reducción de las emisiones ha entrado (para quedarse) en la agenda urbana
El director de la DGT, Pere Navarro, resume aquí cómo las principales ciudades disuaden la entrada de automóviles contaminantes, encarecen el aparcamiento, crean zonas peatonales y protocolos para episodios de alta polución, etc. y no hay duda de que van a seguir haciéndolo, con cada vez más apoyo popular, en aras a la calidad del aire que todos respiramos, entre otros poderosos argumentos.
España se prepara para el despegue sin paliativos del coche eléctrico
Sólo en puntos de recarga públicos se prevé pasar de los 4.800 existentes en la actualidad a más de 90.000 en los próximos cinco años. La recarga ultra-rápida permite tener listo el vehículo en apenas 20 minutos.
El transporte tradicional está llamado a convivir con las soluciones emergentes
Cada día existen más alternativas, para todos los gustos y de todos los colores, para moverse por la ciudad, desde las bicis a precios populares, las motos (eCooltra, Yugo, Movit), los coches compartidos (Zity, eMov, Car2Go, Wible), la movilidad colaborativa (Avancar, SocialCar, BlaBlaCar), el ride-hailing (Ntaxi, DedoCar) y un creciente etcétera.
Mientras avanza el desarrollo del vehículo autónomo, el túnel futurista de Elon Musk y los propios fabricantes estudian cómo complementar el automóvil convencional con medios individuales (por ejemplo, patinetes eléctricos), los gobiernos deben solucionar los retos de la primera y la última milla, es decir, la dificultad para desplazarnos desde el origen del trayecto a la estación de ferrocarril, autobuses, metro, etc. y hasta el destino final. La complejidad actual promueve la dependencia del coche y resulta en una mayor congestión del tráfico (a menudo caótico) e intolerables niveles de polución, más propios de ciudades enfermas que inteligentes.
El transporte intermodal ya es una realidad que tenemos en la palma de la mano
Mientras la administración pública incentiva el uso de medios combinados de transporte, a través de un único pago, el sector privado desarrolla aplicaciones como Wondo, pensadas para integrar distintas soluciones en tiempo real. La propia Renfe, empresa 100% pública, ha anunciado su unión con otros operadores para lanzar una plataforma de viajes “sin que el cliente tenga que coger un tren”.
Por último (y no por ello menos importante), la razón por la que el auge de las nuevas plataformas de movilidad no es más exponencial radica, según McKinsey, en la privacidad y en el hecho de que nuestra información privada valga más que cualquier app. Nuestros datos personales quieren ser de uso privado.
Desde hace años, los expertos hablan de las “tres Vs” del Big Data: el volumen (multitud de ordenadores conectados entre sí, almacenando el maná del siglo XXI); la velocidad (datos que llegan cada segundo desde cualquiera de los 25 mil millones de dispositivos conectados a Internet en 2020, según Gartner) y la variedad (datos muy heterogéneos en múltiples formatos). Sin duda, hay más Vs, como la veracidad, un tema que merece un post monográfico. El caso es que las amenazas sobre el uso incorrecto de nuestros datos personales son múltiples y muy desconocidas.
Como también es el caso que, en la nueva ciudad receptiva, los ciudadanos hemos interiorizado, con carácter irreversible, que cuando el servicio es gratuito, el producto somos nosotros.
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